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07dic17
Al amparo de la noche y la impunidad
Me contaba mamá que, con motivo del asesinato de un hermano del sicario de Carías, en el ejercicio de Comandante de Armas de la Plaza de La Esperanza, el señor, disque General, Z. Pérez, éste dispuso un toque de queda para obligar a la población a guardar luto. En casa de mi bisabuela, Narcisa Girón -Mamá Niza-, una mujer de armas tomar, mamá, sus hermanos y sus primos los Flores Girón, animaban, frente al fogón para aliviar el frío, con chanzas que provocaban las risas. La soldadesca del sicario, al oír las carcajadas inocentes de mis tíos, derribó la puerta y entró amenazante en la casa, fusil en ristre, preguntando a gritos quiénes violaban el luto impuesto por el general porque ellos tenían órdenes de disparar. Aquellos indígenas embrutecidos por la tiranía caristia apuntaban decididos a disparar en contra de los muchachos. Mamá Niza, con el instinto de protección de una abuela, tomó el machete con el que rajaba el ocote, saltó como una fiera y se interpuso amenazante entre sus nietos y la soldadesca enardecida y les increpó: O salen de aquí de inmediato o rodará una cabeza. Esta es mi casa y aquí se hace lo que yo quiera, señores. Vayan y díganle a su general que su hermano no es ningún pariente mío y no debo guardarle luto. Los soldados se atemorizaron y salieron de inmediato de la casa. Aquella hidalguía dE esa valiente mujer no permitió, represalias posteriores.
Además, en ese tiempo, los indios liberales, cada vez que se emborrachaban, echaban vivas a José Ángel Zúñiga Huete y al Partido Liberal, vivas que eran pretexto para que la policía represora de Carías les apaleara y les metiera en la cárcel. Muchos pagaron con su vida la osadía de expresar sus preferencias políticas. Los que apaleaban cuando hacían vivas a Villeda Morales o a Modesto Rodas sufrieron el mismo escarnio por parte de los nacionalistas, civiles y militares. Eso sí lo vi yo.
Muchísimos años después, mejor dicho ahora en 2017, en pleno siglo XXI, con motivo del descarado repugnante fraude electoral que quiere imponer al pueblo hondureño para que el presidente Juan Orlando Hernández (JOH) se reelija para la presidencia, a contrapelo con la Constitución de la República, se ha decretado un Estado de sitio, con toque de queda.
El señor JOH, para no dar la cara, ha utilizado a uno de sus compinches, el designado presidencial Ricardo Álvarez, para que firme el decreto a pesar de que no tiene autorización alguna para suplantar al presidente también producto del fraude electoral.
Honduras vive un clima de tiranía similar a la caristia a partir del golpe de Estado ejecutado por los nacionalistas con la complicidad de algunos liberales traidores en cumplimiento de los dictados del Departamento de Estado y de la señora Hilary Clinton.
Para someter la oposición del pueblo hondureño, que ha tenido siempre una vocación libertaria y que se ha pronunciado en múltiples ocasiones y masivamente en contra de la dictadura, el señor JOH creó la policía militar y la echó, como perro de garra, en contra del pueblo que reclama libertad y democracia.
Asesinatos, torturas, violación de los derechos humanos, sicariatos, todo en un remedo idéntico a las vergonzosas prácticas de los tristemente célebres general Z. Pérez y del temible DIN del que, se supone, nos habíamos sacudido.
Todo esto solo ha conducido a generar en el pueblo un odio razonable en contra de la policía militar, odio que se lleva de encuentro al cuerpo militar, también sujeto en la ejecución de múltiples golpes de Estado y de innumerables actos de fechoría en contra de la vida y la dignidad de los hondureños. Todas impunes.
La Policía Civil Preventiva ha querido curarse en salud y se ha rebelado con la determinación de no ser más instrumento de represión política en contra del pueblo, del pueblo del que forman parte. Bienvenido ese arrepentimiento, lo que no quita el hecho de que habrán de responder, los responsables de fechorías, ante la ley cuando se restablezca el imperio de la Constitución.
Al amparo de este Estado de sitio ilegal, tampoco pasó por la aprobación del Congreso, la policía militar, principalmente, repite el guion que en aquellos años impuso a los intibucanos el general analfabeta Z. Pérez.
Los policías militares arremeten con violencia injustificada en contra de los jóvenes que estremecen la quietud de la noche con sus valientes cacerolazos y su emblemática proclama de Fuera JOH. Los chicos huyen de la persecución salvaje de estos agentes de la dictadura y del régimen de terror impuesto por JOH, y si entran en sus casas, dan pie para que la soldadesca derribe verjas y puertas y penetre en los hogares -violación flagrante de la inviolabilidad de los hogares- para hacer justicia mediante el atropello salvaje en contra de los muchachos rebeldes, con la inundación de los hogares con el fatídico gas tóxico que usan para hacer valedera la violación de la ley y los arrestos ilegales.
Tal autorización recibida por los poli milicos deja como saldo, hasta el momento en que escribo este comentario, 15 asesinatos, de los cuales la fiscalía apañadora no ha iniciado pesquisas y de los jueces que se hacen los desentendidos.
¿Qué más pude esperarse de un partido que se enorgullece de su fundador Bonilla, un militar de cerro que entregó sumisamente las mejores tierras a las compañías bananeras y se hizo imponer como presidente con el respaldo de esas mismas compañías? ¿Qué otra cosa podrían hacer los nacionalistas que tienen como santo de su devoción al dictador y tirano Tiburcio Carías Andino?
Pus ahora, en pleno siglo XXI, en presencia de observadores internacionales y con el ojo puesto en el país por parte del mundo, el tirano JOH suelta su jauría para que, al amparo de la noche, humille y torture a los jóvenes libertarios que, a pesar de los atropellos y los asesinatos, no se cansan de estremecer a Honduras con sus valientes cacerolazos y su vibrante FUERA JOPH, porque ahora va a entrar en defensa de sus hijos otra Mamá Niza, la gran Madre Paria decidida a poner en su sitio a los salvajes que se someten a los dictados de un tirano.
[Fuente: Por Víctor Manuel Ramos, Tegucigalpa, 07dic17]
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