EQUIPO NIZKOR |
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29oct01
Palabras de Bertha Oliva, Coordinadora General del COFADEH, en la entrega del Premio Nacional de los Derechos Humanos.
Muy buenas noches a todos y a todas:
Deseo comenzar por agradecer a la Oficina de Asistencia Legal a la Niñez y Mujer Desprotegida que dirige el licenciado Oscar Aníbal Puerto, hijo, quien nos propuso para este reconocimiento entre una lista de varias instituciones sociales.
Sentimos además que debemos este honor al Jurado Calificador del Premio Nacional que entrega anualmente el Comisionado Nacional para la Protección de los Derechos Humanos.
Y por supuesto, en nombre de los familiares y amigos de los desaparecidos por razones políticas, nuestro agradecimiento a la institución y a sus funcionarios que lo hacen posible.
Reconocemos este momento como la quinta acción valiente que realiza el Estado en 20 años a favor de una organización que fue víctima de sus políticas de terrorismo y guerra sucia.
La primera acción fue reconocer a través de esta misma institución--el Comisionado Nacional--la existencia de 184 desaparecidos y al menos 15 cementerios clandestinos a nivel nacional. Hasta diciembre de aquel año 1993, el Estado se había negado a reconocer ambas verdades, aún cuando hubo en su contra una sentencia en 1988 y 1999. Los hechos hablan por sí mismos, representa el reconocimiento oficial de las desapariciones forzadas.
La segunda acción fue iniciar en mayo de 1994 el desentierro de sus propios crímenes. Las Vueltas, Jacaleapa, marca el momento cuando el Estado comienza a descubrir las tumbas clandestinas de su obra criminal. Y eso continuará. La Madre Tierra está esperando.
La tercera acción que compensó en parte nuestras lágrimas derramadas fue el inicio de los juicios penales en 1995 contra un escuadrón de oficiales de policía y del ejército, cuyos miembros huyeron disciplinadamente como ratas hacia sus agujeros. Incluso hoy algunos todavía siguen en sus madrigueras.
Otra acción clave fue el reconocimiento legal de nuestra personalidad jurídica, en enero de este año. Ahí en la secretaría de Gobernación y Justicia terminaron entonces 20 años de negación oficial que en verdad fueron 20 años de afirmación social y política en la conciencia de Honduras.
Y hoy, una quinta acción del Estado de nuevo a través del Comisionado Nacional. Este reconocimiento público a nuestra labor. Esta oportunidad que nos permite ponernos de pie frente a ustedes, con la cabeza en alto, en una posición que nos hace sentir acompañadas; que confirma un hecho: que son muchísimas las voces contra el olvido.
Estamos conscientes que todo reconocimiento público a una actividad humana es un acto que aumenta la responsabilidad de quien lo hace y de quien lo recibe. Eleva el compromiso.
Pero así hemos recibido esta noticia en el COFADEH. Ni siquiera hemos tenido tiempo en las últimas horas para caer en la tentación de celebrar de otra manera que no sea con el mismo trabajo que ustedes reconocen esta noche. Pero pensándolo bien, vamos a celebrar...
Lo que ustedes nos dicen con este reconocimiento es maravilloso. Nos dicen que sus miradas no sólo estuvieron puestas sobre 20 años de lucha por el desentierro de la verdad y la búsqueda de la justicia.
Nos dicen que miraron también nuestro presente.
Que tuvieron en cuenta nuestras acciones por ayudar cada día a decenas de mujeres atropelladas por la pobreza y la brutalidad de sus parejas.
Que encontraron a nuestro favor las jornadas de escucha y acompañamiento de los periodistas y las periodistas que se resisten cada día a la censura, a la corrupción y al control vulgar de su dignidad por los enemigos de la libertad de expresión. Y que prefieren quedarse sin trabajo en los medios y dar la lucha desde otros escenarios, antes que botar a la basura sus principios.
Hallaron también como merecimiento de este honor, la pedagogía de nuestros testimonios en colegios, universidades y montañas, donde hemos predicado con la fuerza de nuestro dolor y la pureza de nuestras esperanzas, aunque ganas no nos hayan faltado para predicar con los mismos métodos de los cobardes.
Estamos seguras que no han ignorado nuestras iniciativas al lado de las suyas para defender el principio de la participación ciudadana en el mejoramiento de la policía y del poder judicial.
Este reconocimiento --nos dicen-- es también por el acompañamiento a las iglesias y defensores del medio ambiente desde La Iguala, Lempira hasta Los Chorros de Babilonia, desde Montaña Verde en Intibucá hasta los municipios del Norte de Olancho, donde las fuerzas vivas con el padre Andrés Tamayo a la cabeza combaten cívicamente esta misma noche contra los saqueadores del bosque y sus cómplices de la policía y el ejército. Si no estuviéramos hoy aquí, allá estuviéramos defendiendo la vida.
Y qué bien que un reconocimiento de este tipo es para animar la lucha contra la falta de rendición de cuentas que aquí entre nosotros equivale a mayor corrupción e impunidad.
Esta noche nos sentimos orgullosas de formar parte de una lista de instituciones de gran prestigio que han sido reconocidas antes por el Comisionado Nacional para la Protección de los Derechos Humanos:
- El Socorro Jurídico de Tocoa y El Progreso
- El Centro de Rehabilitación de Víctimas de Tortura
- La Comisión Cristiana de Desarrollo y Cáritas, y
- el padre Peter Marchetti
Finalmente, deseamos hacer nuestras unas palabras que le envió recientemente la premio Nóbel de la Paz -Rigoberta Menchú- al presidente de Estados Unidos:
"Quienes vivimos día a día con la esperanza de convertir la discriminación y el despojo en reconocimiento y respeto; quienes llevamos en el alma el dolor del genocidio perpetrado en contra de nuestros pueblos; quienes, en fin, estamos hartos de poner los muertos, no podemos compartir la arrogancia de ninguna guerra". Y nosotros decimos hoy con Rigoberta, mucho menos la arrogancia del terrorismo de Estado que nos tiene aquí.
Y concluyendo con la Premio Nóbel de La Paz en su carta escrita el 24 de septiembre:
- No habrá paz, si no hay justicia
- No habrá justicia, si no hay equidad
- No habrá equidad si no hay desarrollo
- No habrá desarrollo si no hay democracia
- No habrá democracia si no hay respeto por la identidad y la dignidad de las personas, pueblos y culturas".
Como vemos, estas palabras de Menchú son nuestra esperanza y este reconocimiento de ustedes una forma de mantener encendidos esos sueños.
Pero también es hora de creer en nuestro poder para cambiar las cosas. Es hora de celebrar para continuar. Es momento de reconocer que la vida de nuestros seres queridos da frutos, aún desde los cementerios clandestinos y los lugares ignorados.
Con esta convicción les dejo ahora con la fuerza de nuestras memorias vivas. Con el testimonio andante de una época. Con la denuncia eterna de las madres de los desaparecidos
Tegucigalpa, 29 de octubre, 2001.
DDHH en Honduras
Este documento ha sido publicado el 7nov01 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights