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03mar16
Ante la muerte de una defensora
Berta Cáceres una mujer sonriente, viva y energética. Nunca la vi ensombrecer su rostro. La recuerdo cuando nos acompañó para las elecciones de 1995, luego cuando la empezaron a perseguir por su acción decidida de defender a su querido Río Agua Blanca y su comunidad Lenca. Cuando se dio el golpe y la visitamos, nos explicó la situación y cómo el golpe se hizo para parar el derecho a consulta de los pueblos indígenas. La persecución en su contra fue empeorando año con año; en la medida que su lucha y la de sus compañeros y compañeras tenía éxito.
No hay más ante la injusticia, la lucha es una obligación y como ella demostró más temprano que tarde la justicia dará la razón. La amenazaron, la intimidaron, la violaron y la criminalizaron pero nunca se detuvo, su energía para enfrente y siguió ganando la razón. Pero hoy su muerte en manos de sicarios, al final la detuvieron. Pero su lucha hoy más fuerte que nunca.
No entiendo o no quiero entender porque grupos de personas prefieren hacer dinero a costa del sufrimiento y muerte de otros. Me niego a aceptar que ante el reclamo de derechos humanos haya un ser humano que justifique el asesinato como forma de 'solventar' el problema.
Quiero creer que la humanidad es más que egoísmo, acumulación y soberbia. Quiero creer que la humanidad es Berta y su comunidad La Esperanza; es el Río Agua Blanca corriendo limpio y libre alimentando a todas y todos. Quiero creer que en Honduras las élites políticas y económicas se recordarán que el Bien Común es lo que rige a la humanidad y a su país. (De paso quisiera ver lo mismo en mí país y en todos los países de la región).
En este gran dolor que sentimos los defensores y defensoras de derechos humanos en todo el mundo hoy, quiero reconocer que otro gran defensor del ambiente, el mexicano Gustavo Castro, de Otros Mundos, AC, que corre riesgo hoy porque fue testigo del acto de cobardía contra Berta, fue herido por los sicarios y está detenido por las autoridades.
Berta, cuántas veces discutimos tu situación, cuántas veces reconocimos juntas que la solidaridad era probablemente lo más importante ante el poder impune, inmoral y bestial que se impone en el mundo; y cuántas veces no dijimos lo que estaba allí: el verdadero temor a la muerte.
En Facebook, en Twitter, en la radio y en los medios se escuchan voces en toda la región descalificando a los defensores/as de derechos humanos. Llaman a que nos odien y con ello crean la oportunidad para que intereses perversos puedan matar. Lo que pasó anoche en Honduras, el que tocaran a una líder de reconocimiento mundial puede pasar en todo el Continente. Han perdido la vergüenza.
Como defensores y defensoras de derechos humanos no queremos ser mártires. Queremos vivir para construir un mejor mundo; no morir en el intento. Pero en Mesoamérica está claro que se nos está yendo la vida: nos matan, nos aniquilan la honra y nos criminalizan.
Yo no renuncio
-Como ciudadana del mundo a la promesa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
-Como católica a la posibilidad del reino aquí en la tierra,
-Como persona al respeto a la dignidad de todos y todas y a su diversidad.
Guatemala, 3 de marzo de 2016
Claudia Virginia Samayoa, Coordinadora General Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos - Guatemala (UDEFEGUA)
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