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14feb16
Guatemala persiste en la búsqueda de sus desaparecidos y de justicia
Poco más de dos décadas después de firmados los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, Guatemala continúa hoy recordando y buscando a sus más de 45 mil desaparecidos en el contexto de la guerra interna (1960-1996).
Con la mejor música trovadoresca de fondo, velas, pinturas y performances, decenas de personas patentizaron en víspera del Día del Amor y la Amistad su decisión de no cejar en el empeño de lograr justicia e incentivar la pervivencia de la memoria histórica en este país centroamericano.
La aprobación de la Ley 3590, cuerpo jurídico que crearía la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Víctimas de Desaparición Forzada y otras Formas de Desaparición en Guatemala, fue uno de los reclamos más reiterados durante la jornada.
Familiares y amigos sobrevivientes del conflicto armado, probablemente el más cruento de los ocurridos en Centroamérica, participaron en la celebración junto a miembros del Grupo de Trabajo contra la Desaparición Forzada.
Ese bloque -integrado por el Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos, la Comisión de Derechos Humanos, el Grupo de Apoyo Mutuo, la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, y la de Antropología Forense- insiste hace tiempo en lograr la sensibilización con el tema.
Sin embargo, hasta la fecha ese proyecto legislativo continúa engavetado y pareciera que todo esfuerzo por sacarlo de las sombras chocará con el desencanto, pese a contar ya con un dictamen favorable de la Comisión de Finanzas Públicas y Moneda.
Según el Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (1999), en Guatemala la desaparición forzada de personas devino una práctica sistemática que borró el rastro de 45 mil seres humanos, mayoritariamente indígenas, sindicalistas, líderes comunitarios, estudiantiles, activistas sociales y otros.
De acuerdo con una de las sobrevivientes de estos hechos, Ana Lucrecia Molina Theissen, "cuando los militares latinoamericanos empezaron a utilizar la práctica de la desaparición forzada de personas como un método represivo, creyeron que habían descubierto el crimen perfecto".
"Dentro de su inhumana lógica, no hay víctimas, por ende, no hay victimarios ni delito", señala y recuerda que esta práctica cobró fuerza en el continente en los años 60, aunque había sido implementada en El Salvador durante el régimen de Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944).
En Guatemala las desapariciones forzadas ganaron terreno de 1963 a 1966 y a la larga resultaron método principal de control político y social, paralelo al afianzamiento de la impunidad y la absoluta transgresión de las leyes más elementales de convivencia humana.
La multiplicación de los escuadrones de la muerte, dedicados a ejecutar secuestros, torturas y asesinatos, en casas clandestinas o de manera descarnada en otros puntos; así como tumbas secretas y cementerios clandestinos, marcharon a la par en ese proceso.
Por eso, actos como el realizado acorde con el aniversario 34 de la desaparición del intelectual comprometido con su pueblo Emil Bustamente y de 70 personas en febrero de 1982, cobran mayor validez al demostrar que pese al terror los pueblos jamás olvidan.
Este 13 de febrero, lejos de celebrar la muerte, guatemaltecas y guatemaltecos de todas las generación decidieron cantarle a la vida y alentar a quienes desde distintas esferas empujan el carro de la justicia contra culpables de tanto dolor y rabia acumulados en una sociedad que continúa marcada por la guerra.
[Fuente: Por Isabel Soto Mayedo, Prensa Latina, Guatemala, 14feb16]
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