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27ago06
Relator de Naciones Unidas: “la impunidad real les da vía libre a los peores instintos”.
Philip Alston es en la actualidad profesor de Leyes y director del Centro para Derechos Humanos y Justicia Global en la Universidad de Nueva York. Su carrera docente empezó en la Universidad de Harvard en la década de los ochenta, más tarde, en los noventa, dictó cursos en la Universidad Nacional de Australia, su país de origen, y luego fue nombrado director de la Academia Europea de Derecho en Italia.
Su vínculo con Naciones Unidas empezó a finales de los setenta, cuando laboró como consultor en la Oficina del Alto Comisionado para Derechos Humanos en Ginebra, Suiza. Sergio Vieira de Mello le nombró Consultor Especial de Derechos Humanos para las Metas del Milenio.
Hace dos años fue nombrado Relator Especial en Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias. Ese fue el puesto que lo trajo a Guatemala, un país que, de golpe, le dio la impresión de estar próximo a convertirse en tierra de nadie. En conferencia de prensa, el visitante dijo que si él fuera un asesino, este sería el lugar ideal para cometer sus crímenes. Los niveles de impunidad le impactaron, pero la indiferencia de la sociedad lo sacudió.
- ¿Cuál es la percepción que se tiene en el extranjero sobre las numerosas muertes sin explicación oficial en este país?
- En el extranjero no se comenta, la gente no lo sabe, algunos estamos enterados, claro, pero para mí es impresionante, me sorprende que haya un nivel tan alto de ejecuciones y una tasa tan baja de investigaciones, enjuiciamientos, condenas. Desde luego, lo destacaré en mi informe. Estoy obligado a conseguir que la Comunidad Internacional se preocupe más, así como el Gobierno de Guatemala.
- ¿Por qué el hecho no es prominente en el extranjero?
- Esta no es una opinión de Naciones Unidas, pero la verdadera respuesta es que Guatemala ha perdido importancia geopolítica. Todos estamos viendo hacia otro lado, incluso en Estados Unidos no hay gran interés en Centroamérica.
- Día a día vemos muertos en la calle, gente que ha sido torturada, ¿se puede concluir que todas esas muertes son ejecuciones extrajudiciales?
- Cuando pregunté a la Policía y al Ministerio Público (MP) información sobre el número de detenidos y sus delitos, apenas me dieron información. No tengo la impresión de que el sistema de justicia tenga intenciones de solucionar el problema a través de los medios legales. La técnica empleadas para matar a todas esas personas lleva lo que llamamos la marca distintiva de todas las ejecuciones extrajudiciales: una bala en la nuca, los cuerpos se tiran en un lugar lejano al punto donde se les detuvo... eso no sucede en los asesinatos entre bandas o delincuencia común.
- Esta tarde conversaba con el hermano de una víctima de una muerte terrible: cercenaron sus extremidades. Su familiar se pregunta a cada rato: ¿Por qué fue así?
- Ese factor puedo explicarlo a partir de tres elementos. El primero, la impunidad real les da vía libre a los peores instintos, los asesinos pueden hacer lo que quieran porque no va a pasar nada. Segundo, existe un odio profundo contra las maras y esas fuerzas desean vengarse. Y tercero, y es lo más importante, ellos, los asesinos, siempre quieren enviar un mensaje: si atropellan a alguien no existe ningún mensaje, la gente piensa: “Bueno, atropellaron a alguien”; pero asesinado de la otra forma el mensaje es el siguiente: “Si usted pertenece a una banda vamos a matarlo. Y si lo atrapamos, para empezar, vamos a torturarlo brutalmente, y luego lo asesinaremos de la peor manera posible.
- ¿Se ha probado que funcione ese mensaje?
- Más bien transmite el mensaje opuesto, porque si las fuerzas de seguridad actúan con impunidad, los asesinos piensan: “También nosotros podemos impunemente matar a alguien”. En la conferencia de prensa hice un comentario de mal gusto, dije que si quisiera asesinar a alguien, me encantaría hacerlo en Guatemala, sería lo mejor. La posibilidad de que se me castigue es bastante baja.
En mi opinión, las autoridades que dirigen las fuerzas de seguridad le transmiten el mensaje a todo el mundo de que lo que hace la delincuencia organizada también lo puede hacer la Policía. Con ello no intimidan a las maras, las maras están acostumbradas a la violencia. Y, como dijo uno de mis interlocutores, cuanta más violencia, mejor, más emocionante se convierte ser jefe de la banda. Ellos no van a reaccionar de otra manera, se identifican con la violencia, saben responder con violencia, desde luego que no los intimida.
- ¿Qué clase de conciencia encontró entre las autoridades guatemaltecas?
- Es difícil decir, porque la impresión que tuve de algunas personas es que no estaban totalmente en contra del tratamiento brutal. Se les agotaron todas las opciones y ahora piensan que se justifica la brutalidad. Me reuní con muy pocos congresistas, miembros de la Comisión de Derechos Humanos, y de la única información que dispongo es que el Congreso no se siente afectado. No han aprobado leyes clave, tengo la impresión de que ciertas situaciones políticas desempeñarán un papel en la campaña electoral.
Escuché una retórica increíble: la gente se queja de la seguridad, para los guatemaltecos es un desastre, entonces la respuesta es “debemos actuar con fuerza”, pero esto me indica que no existe una actitud para solucionar el problema, sino un drama más político aprovechado por los partidos políticos que se están posicionando para justificar otro método, otro sistema: la mano dura.
- Tenemos un candidato cuyo símbolo de campaña es una mano empuñada. ¿Qué consecuencias trae para el país que se carezca de soluciones políticas?
- La situación general es inimaginablemente pésima. La inadecuada capacidad de investigación y la poca voluntad de comunicarse unos con otros: hablé con la Policía y ellos me dijeron que se trataba del MP, cuando hablé con el MP, ellos se lo achacaron a la Policía. No debería decir esto... no quisiera hacer este comentario, pero debo hacerlo, creo que el sistema real, fundamentalmente, no funciona.
No es concebible que el MP y la Policía no trabajen conjuntamente y lleven las investigaciones de manera sistemática. No se le puede pedir a un funcionario que rinda, porque el funcionario responde: “Yo no fui”. Ese es el sistema y está aceptado así en la ley. Cuando uno de ellos quiere colaborar, desbarata a otro. En realidad, es como un veto cómodo para los actores que deberían intervenir. El resultado son las bajas tasas de acusaciones y condenas para las ejecuciones extrajudiciales. Y tiene grandes repercusiones para la sociedad, hay una enorme desconfianza hacia todas las figuras de seguridad.
- Ese es uno de los motivos por los que la gente avala la mano dura.
- El país tiene dos opciones: la primera es la mano dura; la segunda es el Estado de Derecho. Estamos ayudando mucho a quienes abogan por la mano dura cuando demostramos que la segunda opción, el Estado Derecho, no funciona. Es natural que el ciudadano diga “mano dura” cuando el Fiscal apenas tiene éxito y los tribunales no funcionan. El sistema no funciona porque en realidad no tiene ni las leyes ni el dinero que necesita.
- ¿Quién debería liderar la transformación de ese sistema que está fracasando?
- No hay una persona ni un grupo concreto. Esto tiene que venir de un abanico de la sociedad. El sector empresarial claramente es nuevo, uno espera que este sector tome conciencia, como lo hizo el sector privado en otros países, de la necesidad de que el Estado funcione. En Guatemala, el sector empresarial parece que tienen el interés de que el Estado sea débil y solo podemos esperar que la presión Tratado de Libre Comercio, la necesidad de turismo, y otros factores empiecen a hacer que ellos se den cuenta que tienen un fuerte interés de que impere la seguridad.
- ¿Debería un dirigente político asumir este rol? ¿Convencer al sector privado para que financie el Estado y al sistema judicial?
- Eso claramente no está pasando. Uno no tiene la impresión que el Congreso tenga liderazgo, más bien tengo la impresión de una satisfacción mutua de como están las cosas. Uno de los principales problemas es que el ciudadano de a pie ha perdido confianza en el Estado, piensa que no hay alternativa aparte de una respuesta represiva. Existe el riesgo que colapse el sistema de justicia y ello implica su sustitución por grupos vigilantes, en el corto plazo se llegará a una situación peor. Deben ejercer presión sobre el Gobierno guatemalteco para que inviertan los fondos necesarios y aprueben la legislación necesaria.
- ¿Cuáles serán sus recomendaciones concretas para el Estado de Guatemala?
- Hay media docena de leyes necesarias para mejorar la situación y eso es impresionante, simplemente las dejaron ahí. El presupuesto es otro factor: es inconcebible poder hacer que funcione un sistema de justicia con tan poco dinero. El comentario que escuché de muchas personas era: “Ni mencione el tema de los impuestos”, que retirara el tema de la mesa. No existe otra solución, usted recibe lo que paga y Guatemala está recibiendo el servicio que paga.
- Parte del problema es que la élite se siente segura porque tienen sus propios miniejércitos y en caso de problemas pueden salir.
- Esas opciones se cerrarán, serán inviables, la globalización está creando sistemas de justicia más integrados y eso será mucho más difícil. Guatemala ya no es la isla que era antes. Existe la impresión que la elite de Guatemala, ese poder está inmune a todas las presiones a la hora de rendir cuentas, pero eso cambiará.
- El artículo que estipula la ejecución extrajudicial fue modificado para imponer penas de muerte como castigo máximo. Es una contradicción que pasados los años se duplicaron los casos.
- Está bien que exista legislación específica contra la ejecución extrajudicial, pero está probado que la pena de muerte no ha demostrado ser efectiva, especialmente en este tema. La pena de muerte es otro tema en Guatemala, porque es muy especial, resulta que ahora ya no se puede apelar al Presidente para la conmutación. La sentencia existe, pero no se aplica. Alejandro Giammattei dijo que el Congreso no tiene opción más que definir la situación: el sistema carcelario debe saber si habrá pena de muerte o no porque es distinta la forma de organizar el Sistema Penitenciario.
- ¿Que impresión le causó Giammattei?
- Me pareció un hombre impresionante, profundamente comprometido con las reformas, dispuesto a enfrentar los obstáculos, tiene un enfoque equilibrado, quiere controlar más las cárceles y para él, la represión a la violencia no es la forma productiva de hacerlo. Conocí guatemaltecos impresionantes, comprometidos, cuyas vidas están en peligro por el trabajo que hacen, no diré sus nombres, será como dárselos a los matones, pero Guatemala tiene mucha gente impresionante.
- Estamos acostumbrados a escuchar la historia de escuadrones de la muerte al servicio del Estado, cuerpos de las fuerzas de seguridad que matan a los indeseables. Siempre nos preguntamos: ¿realmente sucede esto?
- Está diciendo lo que intenté decir en la conferencia de prensa: hace falta un periodismo investigativo de profundidad. ¿Por qué? Porque toda esa historia de escuadrones de la muerte, limpieza social, se mantiene a nivel anecdótico. La escuché muchas veces, pero nadie las investiga, cuando uno pide más detalles, la gente dice “no, no puedo hablar ni dar nombres”.
- ¿Cómo se convence a los ciudadanos que realmente creen que la limpieza social es la solución, aquellos que simplemente quieren que eliminen el problema?
- Que el ciudadano sepa que puede ser el próximo en la lista, que cuando se tiene carta blanca para matar, la siguiente persona que querré matar será mi vecino cuyo perro ladra todas las noches... o la mujer que vive al final de la calle y le pega a mis hijos.
- Como profesor residente en Nueva York, debe escuchar a cada rato cuánto presume esa ciudad su reconversión: en los 80, los asesinatos eran miles, para los 90 redujeron dramáticamente su tasa, ahora suceden crímenes circunstanciales. ¿Existe una fórmula exitosa que pueda aplicarse para el caso Guatemala?
- El caso de Nueva York ni siquiera los criminólogos se lo pueden explicar, es complejo cómo disminuyó impresionantemente la tasa de asesinatos. Y es curioso porque el enfoque de alguna manera era mano dura; Rudolph Giuliani usó mano dura, pero era totalmente legal porque su mano dura, por agresiva que pareciera, era consistente con las leyes. La ley se aplicó a rajatabla, cero tolerancia: si rayabas un edificio, te ibas preso. Una de las lecciones es la inversión que tuvieron en la Policía. En Guatemala es sorprendente que los agentes de seguridad privada son más que la propia Policía Nacional Civil. El ministro me dijo que dos tercios de las empresas no eran legales.
- ¿Cuál es la solución para el problema de la Policía guatemalteca? ¿Transformarla, sanearla, o bien abolirla y comenzar de cero?
- Las policías en todo el mundo siempre serán complejas, son un reto, nunca se tiene una Policía totalmente limpia, pero existen países tan pobres como Guatemala que tienen policías más eficaces. No vi nada impresionante en la fuerza policial ni nada alentador. Estuve más de una hora hablando con el Ministro del Interior y el señor Erwin Sperisen nunca dijo nada.
[Fuente: El Periódico, Guatemala, 27ago06. Entrevista por Juan Luis Font, Claudia Méndez Arriaza]
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