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21sep15


La UE asume que tendrá que cambiar su plan de acogida refugiados


Los embajadores de los 28 Estados Miembros de la UE lo intentaron el domingo hasta tarde. Lo intentaron hoy lunes hasta tarde. Y lo volverán a intentar el martes desde las 10.00 de la mañana, pero el acuerdo está muy lejos. Que la crisis migratoria haya empeorado, se haya extendido y tenga los Balcanes, Hungría y una decena de fronteras colapsadas o cerradas no ha servido para que los países se pongan de acuerdo sobre la estrategia para dar acogida a las decenas de miles de personas que huyen de la guerra en Siria, Afganistán o Eritrea.

El problema es de fondo. Este martes se reúnen en Bruselas los ministros de Interior. La semana pasada fracasaron por la fuerte oposición de Hungría, República Checa y Eslovaquia al plan diseñado por la Comisión Europea, que consiste en repartir ahora a 120.000 refugiados llegados a la propia Hungría, Italia y Grecia. No quieren cuotas, no quieren que sean obligatorias, no quieren aceptar a cientos o miles de personas, no quieren que sean musulmanes, no quieren permeabilizar las fronteras exteriores de la UE y no quieren reproches en el futuro del resto de socios por haber sido demasiado permisivos.

La situación llegó a tal punto la semana pasada que el presidente del Consejo, Donald Tusk, se vio obligado a convocar una Cumbre con los jefes de Estado y de Gobierno, que son los que al final tendrán que tomar una decisión.

En el encuentro de los ministros la unanimidad no es obligatoria, pero sí muy necesaria. Forzar a una serie de países a aceptar refugiados contra su voluntad deja en un lugar crítico la soberanía y en una posición delicadísima a los demandantes de asilo que tengan que ir donde no son bien recibidos.

Técnicamente es posible que los ministros sometan a votación el plan, y que salga por mayoría simple, puesto que ahora mismos son muchos más los países que están a favor que los que están en contra. Pero antes de tomar esa decisión es posible que quieran dar una oportunidad a la negociación cuando los jefes lleguen a la capital comunitaria a las 18.00 del miércoles.

Hungría, ahora mismo, está plantada. No quiere el plan a ningún precio. El plan que incluye aliviar al país recolocando hasta 54.000 refugiados desde su territorio al resto de países de la UE. ¿por qué? Porque aceptando ese reparto aceptaría el grueso del plan, que entre otras cosas obligaría a que incluyera en un registro la información básica de todos los que van llegando, algo a lo que el primer ministro, Viktor Orbán, se niega, pues considera que, tal y como estipula la legislación, es tarea del primer país de la UE en el que toquen tierra, que suele ser Grecia. Si Atenas no cumple, sostiene, ellos no tienen por qué cubrir sus espaldas.

Así que los embajadores dedicaron horas a intentar encontrar soluciones para mantener la cifra de los 120.000 refugiados. Por ejemplo, aceptando que otros países que ahora se encuentran desbordados, como Croacia, puedan solicitar alivios temporales y redistribución. Algo que obligaría a revisar las cuotas fijadas en las reuniones anteriores.

Hay un problema de calado. Una vez que los refugiados estén dentro de territorio Schengen, ¿cómo evitar que se queden en el país que les sea asignado y no al que quieran ir? El último borrador en el que trabajan las delegaciones incide en forzar la estancia amenazando con cortar las ayudas sociales a quienes no respeten las normas. Algo que, a su vez, presenta problemas legales por los convenios internacionales de protección a los refugiados.

El bloque formado por Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Letonia y Rumanía va a ser muy difícil de convencer. La presidencia luxemburguesa lo intenta contrarreloj, así como el propio presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que estos días sigue con su ronda de consultas y llamadas, con poco éxito por el momento.

El objetivo es ahora rizar el rizo, lograr un texto en el que se obligue a todo el mundo a participar pero sin que en ningún sitio conste que se obliga. Que haya cuotas para todos los participantes, pero que parezca en todo momento un ejercicio voluntario de solidaridad. Que pague la UE, que Alemania reciba al 40%, pero que nadie parezca el malo de la película.

Alemania, Suecia, Francia y la propia Luxemburgo están cansados y quieren aumentar la presión. Berlín sugirió de forma indirecta la semana pasada que los que no quieran contribuir sean penalizados de alguna manera, porque ven a la UE "como un cajero automático". Pero el margen de maniobra para algo así es mínimo, como admiten en el Consejo y la Comisión.

Las Instituciones asumen que habrá cambios en el texto, pero está por ver hasta dónde aceptan ceder Alemania y Francia. El pasado martes se negaron en redondo a transigir con un documento demasiado blando. Si deciden tensar puede haber votación y un resultado. Y también un problema político de un calado impensable.

[Fuente: Por Pablo R. Suanzes, Bruselas, El Mundo, Madrid, 21sep15]

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