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22nov22


Pablo Iglesias y la tele que "te contará lo que otros no quieren que sepas"


Todo es una cuestión de enfoque. Uno puede vivir muchos años con una mentira por bandera e incluso morir con la creencia de que era inmortal. A fin de cuentas, la existencia es breve y quizás el autoengaño sea la mejor estrategia para ser feliz. Hay un momento de la película Máscara -la de Cher- en la que su protagonista se mete en el cuarto de los espejos y, al reflejarse en uno de ellos, cóncavo, observa su rostro más deforme de lo que es. Entonces, dice: "¿ése soy yo?". Pudieron responderle: "No, lo que pasa es que el espejo no está recto y eso altera las proporciones". Debe ser un consuelo para los monstruos el saber que su desfiguración es menor de lo que pensaban.

También sucede al revés. Hay quien peca de narciso y se asigna unas cualidades mucho mayores de las que posee. Diría que en ese grupo se encuentra Pablo Iglesias, cuyo ego parece haberle llevado a la conclusión de que su papel como comunicador es necesario para la sociedad española, que está ciega debido a la manipulación informativa. Será por eso que ha decidido montar una televisión digital. Canal Red se llamará. Nombre idóneo para pescar pecadores e incautos.

El discurso con el que la ha presentado es similar al que adoptó Rafael Correa -hace más de un lustro- para cambiar la ley de medios en Ecuador, con el objeto de arrebatar a la derecha el monopolio del espectro radioeléctrico. El expresidente sudamericano promovió la creación de una red de emisoras comunitarias que, evidentemente, no buscaba que los ciudadanos fueran más sabios y estuvieran mejor documentados, sino llevar el discurso oficial a todos los puntos de ese país. Nada destacaba más en los pueblos medievales que la torre de la iglesia.

Una estrategia similar siguieron los independentistas en Cataluña. Los cientos de millones de euros que han invertido en cuatro décadas en TV3 y en las 400 entidades anuales que acceden a la publicidad institucional y/o a las ayudas por la edición de prensa en catalán no persiguen una mayor pluralidad. Los independentistas sabían que con ese dinero iban a mantener engrasados sus altavoces. Las demás justificaciones son paparruchas.

Tele Pablo

El caso de Iglesias es muy singular. Su discurso es parecido, dado que afirma que su intención es romper un monopolio mediático. En este caso, el de la derecha. Ahora bien, su afán no es el mismo que el de los propagandistas chavistas que utilizaron los 'medios comunitarios' en Ecuador, Venezuela, Argentina o Uruguay para extender sus mensajes. El exlíder de Podemos persigue un objetivo más humilde, que es el de salvar su figura pública. El de evitar el anonimato, que es el gran enemigo de los ruidosos y de los ególatras.

Por eso, no le duelen prendas en adoptar un eslogan trumpista, como es el que defiende que el establishment mediático invierte más tiempo en ayudar a la élite política y empresarial a taponar las fugas por las que se desagua que en describir las causas que han generado los agujeros. Poco que objetar en el diagnóstico. Eso sí, el "estamos aquí para contarte lo que otros te quieren ocultar" chirría en la boca de Iglesias.

Porque este proyecto no busca que los ciudadanos tengan una mejor información, sino que está concebido para que un político al que los votantes -y gran parte de su partido- dieron la espalda siga acaparando titulares y apropiándose de un espacio político que cada vez está más vacío.

El hijo putativo del millonario Jaume Roures pide a los ciudadanos que le paguen los equipos audiovisuales para su televisión... y hay quien lo dona (100.000 euros en seis horas). ¿Serán conscientes de quién es el empresario mediático que está detrás de Iglesias?

Lo que Pablo Iglesias no cuenta de su 'buen patrón'

Porque, ¿acaso saben que ha hecho negocio con acontecimientos deportivos tan infames como el Mundial de Catar, cuyos derechos deportivos vendió a RTVE y Movistar por varias decenas de millones? ¿Cómo es posible que alguien crea que Iglesias viene a cambiar el panorama mediático cuando ubica su podcast en el medio de Roures y habla de los 6.500 muertos durante las obras de los estadios sin referirse a lo que se ha lucrado su jefe con esta cita? ¿De verdad alguien piensa que el dueño de Mediapro no va a tener influencia en el medio contestatario de Iglesias?

Es evidente que Iglesias no quiere romper ningún monopolio ni ofrecer a la sociedad española una alternativa fiable para informarse. Busca lo que todos aquellos egocéntricos que atribuyen sus fracasos a causas exógenas. Es decir, disponer de una plataforma para expresarse y para golpear a sus enemigos; y engordar su ego a costa de los comentarios complacientes de sus correligionarios, sean muchos o -más bien- pocos.

Por fortuna, el seguimiento de este canal será minoritario, al igual que ocurre con su podcast. La mayoría de los ciudadanos ni se enterará de su existencia. A lo sumo, causará un daño constante a los suyos. A los que, como Yolanda Díaz, se nieguen a seguir sus postulados de mesías en decadencia. Los narcisos son dañinos cuando llegan al poder, pero la mayor parte del tiempo permanecen alejados de él. Ahí es cuando se dedican a disparar a su entorno. Ahí es donde generan los principales destrozos. Para eso servirá el boletín oficial de Iglesias y Roures. Dos figuras decadentes y en decadencia, pero que se observan con un espejo cóncavo que -parece ser- les transmite una nobleza mayor de la que poseen.

[Fuente: Por Rubén Arranz, Vozpópuli, Madrid, 22nov22]

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