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11may14
Tres millones y medio de parados de larga duración en la cola más larga del paro
Francesc tiene 52 años y durante más de 25 trabajó como oficial de albañilería. No es de los que se subió al ladrillo durante el boom. Para entonces ya llevaba un par de lustros de cemento a cuestas. Pero cuando la burbuja pinchó, el trabajo comenzó a escasear. Al principio fue algo intermitente, pero hace casi dos años que no ha vuelto a ver un contrato. Los empleadores de la hostelería lo ven ya muy maduro, y como aún no tiene 55 no puede acogerse al subsidio para los mayores de esa edad, pero ya ha agotado su prestación, por lo que espera paciente en una oficina de empleo del Alt Camp (Tarragona) a que le expliquen si tiene derecho a alguna ayuda.
En España hay cientos de miles de Francescs y, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), un total de 3.657.600 personas llevan más de un año sin trabajar, lo que les convierte en lo que técnicamente se considera como parados de larga duración. Suponen el 60% de los 5,9 millones de desempleados que sigue habiendo en España y, lo que es más preocupante, a pesar de que el paro ha comenzado a reducirse levemente en el último año, quienes llevan más de un año sin trabajar son cada vez más.
Sara de la Rica, catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco, conoce perfectamente el fenómeno pues acaba de publicar junto con Brindusa Anghel el informe Los parados de larga duración en la España de la crisis actual por encargo de la Fundación Alternativas. "Ciertamente los más jóvenes todavía tienen opciones de reconvertirse hacia sectores como la hostelería que, según los datos de abril, empieza a tirar con fuerza y augura un buena temporada, pero quienes están entre los 45 y los 55 no podrán beneficiarse de ello", opina la catedrática.
De la Rica admite su profunda preocupación por un colectivo que cifra entre 1 y 1,3 millones de personas que llevan más de dos años sin empleo y que corre el riesgo de pasar el resto de su vida activa en el paro si no se toman medidas drásticas para atajar esa poblada nube de parados sin futuro.
El profesor de Economía de la Universidad de Zaragoza José Axalá apunta claramente que el riesgo de caer en ese agujero se incrementa con la edad y proporcionalmente cuanto más limitada es su formación. "Conforme pasa el tiempo pierden la intensidad en la búsqueda de empleo y habilidades, a lo que se suma que a los empleadores no les gustan los candidatos que llevan mucho tiempo sin trabajar", explica.
Aunque no es un fenómeno sobre el que se ha trabajado mucho desde el punto de vista histórico, sí parece contrastado que el paro de larga duración es el último índice que se recupera. En los años noventa, la bolsa de parados con más tiempo sin empleo siguió creciendo todavía varios años después de que comenzase a crearse empleo neto, y los aludidos datos de la última EPA así lo constatan en esta crisis. Este primer trimestre del 2014 había 300.000 parados menos que un año antes, pero 150.000 más entre los que llevaban más de un año sin trabajar.
La mirada en perspectiva es devastadora. Mientras que la crisis ha incrementado el número de parados en un 170% desde que comenzó en el 2008, el volumen del desempleo de larga duración lo ha hecho en un 635% en el mismo periodo, generando un stock que necesitará muchos años para retomar las cifras previas al comienzo de la crisis (ver gráfico). "El mayor problema es para los parados con habilidades para las cuales no existe una demanda y que ya han alcanzado una cierta edad; o se les recualifica para una actividad que precisa un tipo concreto de trabajadores o existe la posibilidad de que no vuelvan a trabajar nunca", insiste De la Rica, que también apunta al problema psicológico que significa para muchos de ellos, cabezas de familia, ver pasar el tiempo siendo conscientes de que cada día que pasa será más complicado encontrar empleo.
La OCDE reclamaba hace sólo unos días que países como España, con importantes colectivos de parados de largo recorrido, implementen diferentes subvenciones para evitar que caigan en situaciones de exclusión social. Y, sin embargo, las políticas demasiado generosas en cuanto a subsidios se tornan como uno de los factores que favorecen la creación de un paro estructural. "Puede suceder que en algunos casos, y en particular tras una moderación salarial como la ocurrida en muchos países europeos en esta recesión, los individuos que pueden acceder a los subsidios asistenciales se encuentren en una situación más favorable como parado que como ocupado, lo que fomenta que la situación de parado se torne en crónica", apunta el trabajo de De la Rica y Anghel.
Sandalio Gómez, profesor emérito de Dirección de Personas en el IESE, constata que, efectivamente, España es el país más generoso en cuanto a prestaciones por desempleo tanto en su duración como en su cuantía. "En Alemania, el parado recibe durante sus tres primeros meses sin empleo un curso de 8 horas diarias y después se le exige la búsqueda activa de empleo", expone.
En Bruselas parecen tener la misma opinión, pues esta misma semana un informe de la Comisión Europea urgía al Gobierno español a desarrollar una nueva estrategia de políticas activas que el Ministerio de Empleo está demorando más de lo que le gustaría al ejecutivo comunitario.
El catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Santos Ruesga admite que en España hay efectivamente un importante colectivo de desempleados sin cualificar al que hay que reciclar para que desempeñen otro oficio, pero que el principal problema no es ese, sino que "no se están generando puestos de trabajo" por lo que es difícil saber el tipo de profesionales que vamos a necesitar. A su juicio, los incipientes y esperanzadores datos de los últimos meses no son más que un espejismo que responde más al reparto del trabajo en jornadas parciales que a la verdadera creación de empleo neto. Y el que se ha creado, especialmente el mes pasado, parece focalizado en una gran proporción sobre la hostelería y el comercio.
El paro de larga duración también afecta, aunque en menor medida, a quienes tras terminar los estudios buscan su primer empleo. Los distintos expertos consultados por Dinero coinciden en que, si bien tener más de 800.000 jóvenes de entre 20 y 29 años que llevan más de 12 meses buscando trabajo es un problema relevante, no es comparable al de quienes tienen más de 45 años, cuyas oportunidades de reorientar su futuro profesional o buscar empleo en otras latitudes son muy limitadas. Los jóvenes están normalmente más formados y preparados para los idiomas y no precisan de ningún permiso para trabajar dentro de la UE. La emigración no ha sido nunca una decisión fácil, pero al menos tienen alternativas para afrontar su futuro.
[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, 11may14]
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