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11ago18
Marruecos cierra unilateral y definitivamente la aduana de Melilla
José, nombre supuesto, tiene su camión atrapado desde hace diez días en esa tierra de nadie que hay en Melilla entre el último puesto de la policía y la aduana española y el primero de Marruecos. No es el único. "Somos una decena de transportistas los que estamos aquí parados", explica quejoso al teléfono. Mientras esperan una hipotética solución, ocupan permanentemente uno de los tres carriles de una frontera ya de por sí colapsada y complican así aún más el tránsito.
Entre el 31 de julio y el 1 de agosto, Rabat cerró de hecho esa frontera comercial sin consultar con las autoridades españolas, a las que puso ante el hecho consumado. La medida suscita una enorme preocupación en la ciudad autónoma, que teme ser económicamente estrangulada, pero ninguna protesta pública del Gobierno español.
El nuevo Gobierno español se ha jactado, como los anteriores, de mantener unas excelentes relaciones con Marruecos, pero desde la llegada del socialista Pedro Sánchez a La Moncloa éste no ha conseguido que el rey Mohamed VI le reciba en audiencia; se ha producido un fuerte repunte de la inmigración irregular, que ya estaba en constante auge desde 2017; y además Rabat suprime ahora la aduana comercial terrestre de Beni Enzar. También está pendiente desde principios de enero la visita de Estado de los Reyes de España a Marruecos que el monarca alauí canceló seis días antes de su inicio.
A mediados de julio la Administración de Aduanas marroquí distribuyó a los operadores comerciales y colocó en su sede de Beni Enzar una circular escrita en árabe y francés que una asociación de empresarios melillenses tradujo al español. En ella no anunciaba explícitamente el cierre del despacho de aduanas en la frontera, pero sí se dejaba claro que "solo las mercancías comerciales que desembarquen en dicho puerto [Beni Enzar] serán objeto de despacho de aduanas a la importación"”. Es decir, que ya no se podrá importar por tierra desde Melilla.
Para acallar las protestas, el director de la Aduana y el presidente de la región marroquí del Oriente, Abdelbabi Bioui, ofrecieron a los operadores una reducción del 30% de los aranceles vigentes si descargaban la mercancía en el puerto de Beni Enzar, situado entre Melilla y la ciudad marroquí de Nador. La decisión de Rabat trata de potenciar este puerto –el primer portacontenedores atracó allí el 6 de agosto-, pero tiene también un indudable calado político.
Melilla es la única de las dos ciudades autónomas que posee una frontera comercial. Así lo solicitaron las autoridades marroquíes tras la descolonización española en 1956 y les fue concedido.
Poseía entonces el único puerto en la zona y Rabat lo necesitaba para exportar el mineral de hierro de las minas del Rif hoy en día extintas. De mutuo acuerdo, Madrid y Rabat decidieron, en cambio, que en Ceuta no habría aduana comercial.
Los empresarios melillenses, ya de por sí quejosos ante una frontera cuyo cruce constituye un calvario de varias horas, han puesto ahora el grito en el cielo. Margarita López Almendáriz, presidenta de la Confederación de Empresarios de Melilla, ha escrito al presidente Sánchez para pedirle ayuda porque se trata, según ella, de “una cuestión de Estado y de la Unión Europea”.
López Almendáriz vaticinó ante la prensa local que “toda la economía de la ciudad se va a resentir”. “Si la situación no se para, habrá muchos despidos de trabajadores”, advirtió. “Hay transitarios, agentes de aduana y otras empresas especializadas que se encargan de esta tarea y si no hay aduana, todos ellos van a ir perdiendo clientes y negocio hasta tener que ir despidiendo empleados”. Bajo cuerda otros pequeños empresarios hablan directamente de asfixia de la ciudad.
La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, solo ha hecho, por su parte, una breve declaración recogida por la delegación local de la COPE. Asegura estar en contacto con el Consulado de España en la vecina Nador y con la Embajada en Rabat para “ver cómo se puede resolver”. Si hubiera una solución, esta no pasaría por las representaciones diplomáticas sino por un diálogo de gobierno a gobierno.
Anticipando quizás el cierre que se venía rumoreando desde hace meses, el comercio legal entre Melilla y Marruecos ha caído en picado, según el Ministerio de Industria español. En los cinco primeros meses del año las exportaciones se ha reducido un 37,9% y las importaciones un 53,4% con relación al mismo periodo de 2017. Mayo fue el peor mes con unas ventas legales a Marruecos que solo ascendieron a 3,1 millones de euros, menos de la mitad de las del mismo mes de 2017.
Rabat no hubiese probablemente tomado tal medida si la frontera comercial entre Melilla y Marruecos hubiera sido europea y no meramente hispano-marroquí. Ceuta y Melilla rehusaron en 1986 ingresar en la Unión Aduanera, renunciando así dar un carácter plenamente europeo a sus fronteras. Aunque el debate sobre un cambio de estatus resurge con periodicidad, el Ejecutivo melillense no lo ha solicitado formalmente. Tampoco está garantizado que el Gobierno central atendería la petición de la ciudad y la tramitaría ante las instituciones europeas con el consiguiente riesgo de indisponer a Rabat.
Los intercambios legales entre Melilla y Marruecos representaban solo una pequeña parte del conjunto del comercio con el vecino país que en su abrumadora mayoría es, en realidad, contrabando tolerado por las autoridades de Rabat. Cuando hace ya más de una década era delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón encargó que se hiciese un estudio sobre el tema. Su conclusión fue que el contrabando, que los melillenses llaman “comercio atípico”, ascendía a 450 millones de euros anuales.
Ceuta rebasa esa cifra. Cuando era consejero de Hacienda de la ciudad autónoma, Guillermo Martínez calculó que podía situarse en unos “700 millones de euros al año”. Al tramitar su inserción en un programa de desarrollo regional europeo, el Gobierno de Ceuta estimó. Sin embargo, ese comercio singular en solo 266 millones.
Los responsables marroquíes también han facilitado en alguna ocasión sus propios cálculos. Driss Benhima, que fue director de la Agencia de Norte, encargada del desarrollo de esta parte de Marruecos, situó el contrabando a partir de las dos ciudades en 1.300 millones de euros al año. Abderrazak el Mossadeq, exdirector general de Asuana, elevó la cifra hasta 1.500. El semanario de Casablanca 'Al Ayam', indicó hace ya tres lustros que los funcionarios destinados en esas fronteras se embolsaban unos 90 millones de euros al año en sobornos para hacer la vista gorda ante las mercancías que entraban de contrabando.
López Almendáriz y algunos otros empresarios albergaban hace años la esperanza de que poco a poco en Melilla el comercio legal con Marruecos iría creciendo en detrimento del estraperlo. La decisión unilateral marroquí ha dado al traste con sus viejos sueños.
[Fuente: Por Ignacio Cembrero, El Confidencial, Madrid, 11ago18]
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