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02dic12
Los discapacitados denuncian que se les está quitando "hasta la migajas"
«Cuando alguien está en peligro, cuando alguien siente una amenza inminente, que pone en riesgo su integridad y hasta su misma supervivencia, esa persona lanza un SOS, una llamada de socorro pidiendo y esperando ayuda que le permita salir con bien de esa situación». Esas palabras las ha pronunciado esta mañana en Madrid Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del Cermi, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, al término de una marcha multitudinaria de discapacitados, familiares y personas relacionadas con este sector: trabajadores y voluntarios.
Como ha destacado el mismo Cayo a ABC al comienzo de la marcha, «es la primera vez en la historia que el movimiento asociativo de la discapacidad sale a la calle de forma masiva y unitaria». Al final, Cayo ha pedido un pacto de Estado, para que la discapacidad, de «aquí al año 2020, no retroceda».
Según la estimación de los organizadores, se habían echado al espacio público al menos 40.000 personas, cuatro veces más de lo que preveían. La cifra subió después a 90.000. Más de 300 autobuses de toda España se habían desplazado hasta la capital para acudir al acto convocado por el Cermi, que ha contado con unos 800 voluntarios, y al que se han adherido sesenta grandes entidades de la discapacidad.
En vísperas del Día Internacional y Europeo de la Discapacidad, que se conmemora mañana, Cayo ha afirmado: «Lo que hemos logrado en términos de derechos, inclusión y bienestar en estos últimos treinta años, todavía muy insuficiente y todavía muy precario, amenaza ruina. Teníamos que estar celebrando una fiesta, y nos vemos obligados a asistir a un duelo».
Bajo el lema «SOS Discapacidad-Derechos, Inclusión y Bienestar a Salvo», la marcha partió a las doce de la calle Goya, esquina con Príncipe de Vergara, y finalizó en los Jardines del Descubrimiento, en la Plaza de Colón. Era una marea multicolor que no dejaba espacios libres.
Pérdida de la protección social
Entre las sesenta entidades de la discapacidad que han acudido, de todas las comunidades autónomas, además de la Once, estaban: la Federación Española de Daño Cerebral, Autismo España, Down España, la Confederación Española de Familias de Personas Sordas, la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectural (Feaps), la Federación Española para la Lucha contra la Esclerosis Múltiple, etc.
La manifestación se situaba en un plano superior al de la pelea entre partidos, pero se ha convertido en un factor político de primera magnitud. Los carteles que se podían leer eran de lo más variopinto, y todos muy certeros: «Incapaces, estas normas», «Fuera la crisis», «Los políticos cobran ya, la discapacidad, cuándo», «Discapacitado, solo este sistema», «Salud mental, respeto y dignidad»... Un padre, con una niña con síndrome de Down de unos dos años al hombro, llevaba esta pancarta: «¿Dónde está mi Ley de Dependencia?».
Era, en la masa de gente, un secreto a voces que los impagos de las administraciones, principalmente de las comunidades autónomas, están generando una situación insostenible. En primer lugar para los dispacacitados, pero también para muchos trabajadores y centros donde se les atiende, y para las familias de personas con discapacidad, bloqueadas las veinticuatro horas del día, muchas veces, por los menesteres de atención personal a un ser cercano.
Como contaba a ABC uno de los presentes que trabaja en un centro de empleo para discapacitados: «Se está dando una regresión de derechos y la pérdida de protección social, como consecuencia de las políticas de los distintos poderes públicos».
Se estima en cuatro millones a las personas con discapacidad: uno de cada cuatro hogares se ve afectado. Lo que quizá no se tiene en cuenta es que tarde o temprano la discapacidad afecta a todos, y por lo tanto es un asunto que se ha de afrontar de cara. Está la evidencia de que la discapacidad es una cuestión aún no resuelta. «Nos rebelamos -se sostiene en la proclama final- pacífica y constructivamente, pero con la contundencia del que tiene razones y motivos de sobra».
Las familias, exhaustas y abandonadas
En ese mismo documento final, muy medido, se lee: «Es tan triste como verdad: nunca llegamos a participar del festín, cuando lo hay, pero somos los primeros a quienes se nos quitan hasta las migajas».
Hay un incumplimiento «sistemático y estructural de muchas de las leyes aprobadas para defender nuestros derechos; aumenta la pobreza y la exclusión, de por sí alta, entre los dispacacitados, que se enfrentan además a un sobrecoste de hasta un 40% a la hora de adquirir los mismos productos y servicios que los demás ciudadanos; se abandonan los apoyos a las familias, que quedan como única y solitaria red de soporte, cada vez más exhausta, sin apenas ya capacidad de resistencia».
Finalmente, para «no cargar las tintas»: la Ley de la Dependencia ha sido «desmantelada antes siquiera de comenzar a implatarse», y «la inclusión real en el sistema educativo del alumnado con discapacidad es solo una mera declaración».
[Fuente: Por José Grau, ABC, Madrid, 02dic12]
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