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29abr10
Esquerra permite que Artur Mas se erija en salvador de la unidad frente al Tribunal Constitucional
El Parlament votará y aprobará hoy la resolución pactada por José Montilla y Artur Mas para exigir la renovación del Tribunal Constitucional (TC), que este se declare incompetente para pronunciarse sobre el Estatut y que se reforme la ley para evitar que miembros con el mandato caducado se eternicen en el cargo. Pero lo hará con el consenso que se perseguía relativamente maltrecho. Al final, ERC no se ha sumado al pacto y se mantiene en su compleja posición: no firma la resolución pero votará a favor. El portavoz del PSC, Miquel Iceta, fue elocuente al comentarlo: «Me veo incapaz de explicarlo».
La posición republicana allanó el camino para que CiU sacara pecho y Mas se atribuyera un gesto de «superresponsabilidad» al apoyar un texto que no respalda todo el Ejecutivo catalán. Y aunque cuajó la imagen de que Esquerra ayudó al líder de la federación a presentarse como un estadista, su presidente, Joan Puigcercós, defendió con uñas y dientes la actuación de los republicanos y advirtió de que se debe a la constatación de que «nadie descolgará el teléfono» en Madrid. En definitiva, que es inútil a estas alturas la defensa del Estatut cuando lo que, en su opinión, desean los catalanes es ir más lejos: «El PSC y CiU quieren evitar que las elecciones reviertan en un plebiscito sobre la independencia». Dicho de otro modo, Puigcercós, consciente de que no hay sondeo que le otorgue un resultado presentable, ahonda en su apuesta por acercar el debate a la secesión.
Poco después de las diez de la mañana, se inició una reunión entre Montilla y Mas en el despacho del president en el Parlament. El vicepresidente del Govern, Josep Lluís Carod-Rovira, tiene su oficina junto al de Montilla y los periodistas creyeron que participaba en el encuentro. Pero no. Quedó claro que Carod no estaba en el ajo cuando los diputados fueron llamados a votar y solo Montilla y Mas seguían en el despacho. Antes de las once, el nacionalista salió de la estancia. Minutos más tarde confirmó que CiU firmaría la resolución y se erigió en salvador del frente en defensa del Estatut. Subrayó que se avenía a ello por una causa de fuerza mayor: «Catalunya vive momentos excepcionales. Hay que reaccionar de manera excepcional».
Lealtad republicana
Una de las controversias del día giró entorno a lo ambiguo del mensaje de Esquerra, que el lunes anunció que no se opondría a la resolución que pactaran el PSC y CiU. Puigcercós afirmó ayer que eso no equivalía a firmarla, sino a no votar en contra. Fuentes conocedoras del proceso de negociación subrayan que Esquerra sí ha sido clara con Montilla desde la semana pasada y de que le informó de que no suscribiría el texto. El líder de ERC aseguró que su partido ha sido leal, pues el martes participó de la aprobación por el Govern de medidas similares a las de la resolución. Y no dudó en recordar que ICV-EUiA -a la que no citó- no votó a favor de la ley de educación y también puso palos en las ruedas de la reforma del impuesto de sucesiones.
«¿Y ahora qué?»
El problema, insistió Puigcercós, es que el PSC, CiU e ICV hacen «un diagnóstico erróneo» de la situación. Esquerra solo le ve una virtud al texto que se aprobará: «No hace daño a nadie». Pero, continuó el republicano, no servirá para nada. «¿Y ahora qué?», se preguntó varias veces. «Dentro de unos meses quienes firman el texto se preguntarán: ¿Y ahora qué?». Su tesis es que la iniciativa no tendrá ningún recorrido en las Cortes Generales. Curiosamente, encontró un apoyo en el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, quien dijo que la resolución puede suponer «un brindis al sol» por la actitud del PP y el PSOE.
Montilla no lo comparte. El líder del PSC avisó de que no está claro que el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se cierre al intento de renovar el TC. El president se lo dijo a Mas en su reunión y lo repitió en los pasillos y en la sesión de control, en respuesta al PPC. Es más, advirtió a Puigcercós en el hemiciclo de que no comparte su pesimismo y no da «la batalla por perdida», ni el Estatut por «sentenciado».
En definitiva, el no lo suscribirán solo el PPC y Ciutadans. Nadie había gritado tanto en el Parlament como ayer la portavoz popular, Dolors Montserrat, quien, enfurecida, reprobó el texto: «Es una vergüenza democrática». A un volumen más bajo, Albert Rivera vio «un atentado a la democracia» en pedir que un tribunal se declare incompetente.
[Fuente: El Períodico, Barcelona, 29abr10]
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