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13may20
Un boliviano relata el drama del virus en un barrio marginal de Buenos Aires
Villa 31, un barrio marginal en el corazón de Buenos Aires, en el que viven hacinadas más de 40.000 personas, se ha convertido en cuestión de horas en la zona donde más se han disparado los contagios de Covid-19 en Argentina.
Allí vive desde que tiene dos años Luis Fernando Guisbert,, un estudiante de 28 años que llegó a Buenos Aires junto a sus padres desde Bolivia.
"El número de contagios se fue multiplicando (...) la verdad que preocupa, al ser barrio de emergencia con pasillos cerrados, el contagio puede ser incontrolable", señala.
Según Guisbert, muchos en el barrio, "una ciudad dentro de una ciudad", desobedecieron la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno de Alberto Fernández el 20 de marzo porque la mayoría "vive al día".
Gran parte de sus habitantes trabaja en el sector informal, que representa más del 25% del mercado laboral en Argentina.
"El mandato es quedate en casa, pero si te quedás en casa no tenés para comer; entonces o morís por el coronavirus o te morís de hambre".
Shirley Ruth Aduviri una costurera boliviana, de 32 años, dice que "una va a comprar algo y están las ambulancias saliendo o entrando con enfermos. El contagio está terrible, vos salís a comprar y pensás que quizás ya vas a tener el virus".
Una crisis con alta inflación como la de Argentina (53,8% en 2019) tiene un impacto negativo en todas las clases sociales, pero golpea mucho más a los más pobres, un 35% del total de la población de 44 millones.
El crecimiento de infectados por el nuevo coronavirus ha sido exponencial en Villa 31, uno de barrios los más antiguos de la ciudad: pasó de un caso a fines de abril a 511 confirmados este martes. Una mujer de 84 años, madre del primer contagiado, murió.
Mientras se encendían las alarmas, una buena parte de "El Barrio"', como lo llaman sus habitantes, se quedó sin una gota de agua durante ocho días.
"Estamos jodidos porque nos cortaron el agua, (...) soy empleada doméstica y me quedé sin trabajo", protesta María Chaile, de 37 años.
Al igual que ella, decenas de personas caminan por el barrio como si de tiempos normales se tratara.
A la mayoría de estas casas precarias de techo de chapa, apiladas y unidas por escaleras caracol prefabricadas, se ingresa por pasillos angostos y oscuros, con casi ninguna ventilación.
En las diminutas viviendas, construidas en su mayoría con ladrillo hueco y hormigón, suelen vivir varias generaciones de una misma familia.
Los cables eléctricos se mezclan en una maraña que cuelga de una fachada a la otra en medio de calles sin pavimentar.
La Villa 31 se estableció en torno a la zona portuaria de Buenos Aires hacia fines de la década de 1940, explica Valeria Snitcofsky, profesora de Historia de la Universidad de Buenos Aires (UBA), experta en "villas" de la ciudad.
"En un comienzo reunió a algunos migrantes italianos y migrantes internos, desempleados de una Argentina rural en crisis, y luego se sumó la migración de países vecinos", añade.
Su lugar no puede ser más privilegiado: se encuentra cerca de los principales puntos turísticos de la ciudad, a pocos metros de Puerto Madero, una zona portuaria de Buenos Aires con algunos de los restaurantes más exclusivos, y muy cerca de la Estación de Retiro, punto neurálgico del transporte urbano.
Desde la crisis económica y política de 2001 en Argentina, la peor de su historia reciente, la cantidad de habitantes de la Villa 31 no ha dejado de aumentar. Cuenta con sus propios comercios, peluquerías y pequeños restaurantes. Todos abiertos.
Según el último censo de 2016, tiene 43.190 habitantes, pero sus vecinos dicen que son muchos más.
[Fuente: Página Siete, Afp, La Paz, 13may20]
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