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12abr20


Luis de Guindos: "La situación de la economía es la más grave desde la Guerra Civil"


Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), sigue la evolución de la crisis sanitaria y económica desde su domicilio en Madrid, donde mantiene el confinamiento decretado por las autoridades. El exministro de Economía del gobierno de Rajoy, considera muy graves lo efectos de la pandemia sobre la economía y avanza que la recuperación tardará en compensar los efectos de la caída. Guindos estima asimismo que el acuerdo del Eurogrupo es un paso en la dirección correcta para demostrar que la UE hace frente unida a la crisis.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación económica mundial en plena crisis del coronavirus?

La economía mundial va a entrar en recesión y la economía europea aún con más intensidad. La caída definitiva del producto interior bruto (PIB) va a depender de la duración del confinamiento. Los cálculos de los organismos internacionales reducen la economía entre dos y tres puntos por cada mes de confinamiento. Así, en un mes y medio sería del entorno del 5%. Tres meses, el doble.

¿Esos cálculos sirven también para la economía española?

España tenía una ventaja al inicio de esta crisis: crecía más que la media de sus socios de la eurozona. Y un problema: que su estructura económica está más expuesta a la crisis, ya que depende más de servicios como el turismo, muy afectados por la pandemia. Ese hecho diferencial, muy probablemente, implicará una recesión más profunda.

Desde el otro lado de la crisis, ¿cómo piensa que será la recuperación económica?

En la zona euro, lo más probable es que se vea algo de crecimiento a partir del tercer trimestre, pero habrá que esperar al año 2021 para ver una recuperación real de la actividad. En cualquier caso, en el 2021 no se compensará toda la caída del 2020. Yo creo que la forma de la recuperación estará entre una V y la U, aunque siempre hay que tener en cuenta que todo dependerá de la duración del parón de la actividad que impone la lucha contra la pandemia.

Los gobiernos están aplicando activas políticas fiscales para evitar que la crisis se agrave. En España, las organizaciones empresariales se quejan de que se mantiene el calendario de impuestos y esto puede provocar problemas de liquidez. Reclaman aplazamientos e incluso exoneraciones de impuestos. ¿Cuál es su opinión?

Una primera consideración. La base de la recuperación dependerá del éxito previo en la inmunización del tejido productivo. Si esto se logra, la actividad se retomará con más fuerza.

Respecto a su pregunta. Primero hay que tener en cuenta que las empresas registrarán una caída brutal de su facturación y por eso es básico aliviar sus cargas fiscales. La recaudación del Estado también caerá mucho. Lo importante es encontrar esquemas temporales, como se ha hecho con el empleo y los ERTE [expedientes de regulación temporal de empleo], para ayudar a las empresas.

¿Qué opina de los programas de garantías o avales públicos para que la banca financie a las empresas con créditos y préstamos?

Lógicamente son muy importantes. Todos los países han puesto en marcha líneas de avales para las empresas. Es bueno. Sin embargo, también hay que evitar la fragmentación del mercado interno. No todas las garantías son idénticas. El Banco Europeo de Inversiones (BEI), por ejemplo, ofrece un sistema mutualizado de garantías muy sólido. Ahora están vigentes esquemas nacionales de garantías y lo que debemos hacer es ir hacia una convergencia entre ellos para asegurar que se mantiene el flujo de crédito y la calidad de los balances de los bancos y no se fragmentan nacionalmente. Aunque siempre habrá calificaciones de las agencias de rating diferentes entre los Estados.

El Banco Central Europeo ha estado muy activo desde el inicio de esta crisis. ¿Considera que es ya suficiente lo que se ha puesto en marcha?

El BCE ha intervenido ya en tres niveles. Primero, aportando liquidez a los bancos, en condiciones muy buenas, y ampliando el sistema de garantías. Además, en su función como supervisor bancario único, el BCE ha dado flexibilidad a los bancos permitiendo que hagan uso de los colchones de capital que habían construido con el fin de seguir dando crédito y financiando a empresas y familias. Y finalmente, el BCE ha ampliado sus operaciones de política monetaria. En el 2020 se destinarán 1,1 billones de euros a la compra de activos, fundamentalmente deuda pública, para evitar así la fragmentación de la zona euro. De ese dinero, para España serán entre 120.000 y 130.000 millones. Este es, en la actual crisis, el principal escudo financiero de España y los demás países de la zona euro.

Pero los estados tienen por delante un calvario de aumento de gastos y también de caída de ingresos…

Los Estados sufrirán una recesión profunda que impactará las cuentas públicas. Esto llevará a mayores necesidades de financiación, de entre 1 y 1,5 billones de euros, una cifra probablemente nunca vista. Para financiarse, los estados también emitirán deuda pública y por eso justamente la actuación del BCE, interviniendo en los mercados de deuda, busca evitar su fragmentación en una situación extremadamente difícil.

El balance del BCE está inundado de deuda de los estados de la eurozona. ¿Dónde acabará esto? ¿Es posible que un día se plantee su condonación o una quita?

Los niveles de deuda de la zona euro son sostenibles y cuando esta crisis pase las condiciones económicas volverán a la normalidad, y en ningún escenario contemplamos dificultades con la deuda. No me planteo esa posibilidad.

Pese a ello, las instituciones comunitarias viven una grave crisis a cuenta de la financiación de los costes de la pandemia de la Covid-19. La pasada cumbre europea y la última reunión del Eurogrupo han registrado confrontaciones no conocidas hasta ahora, implicando a socios fundadores de la Unión Europea, como Italia.

Ahora mismo Europa dispone de tres instrumentos fundamentales. Primero las garantías del BEI, que ya he mencionado antes, unos 25.000 millones que pueden servir para facilitar créditos de hasta 200.000 millones. Segundo, el programa SURE, que facilita créditos por otros 100.000 millones para evitar la pérdida de empleos durante la fase más aguda de la crisis. Finalmente, el Mecanismo de Estabilidad Europea (Mede), que tiene líneas de precaución de baja condicionalidad y dispone ya de 240.000 millones, que podrían llegar a 400.000 millones. Tras el acuerdo alcanzado por el Eurogrupo el jueves los gobiernos podrán usar el Mede para acceder al equivalente al 2% de su PIB y financiar así los gastos sanitarios relacionados con la pandemia.

Ahora mismo Europa dispone de tres instrumentos fundamentales. Primero las garantías del BEI, que ya he mencionado antes, unos 25.000 millones que pueden servir para facilitar créditos de hasta 200.000 millones. Segundo, el programa SURE, que facilita créditos por otros 100.000 millones para evitar la pérdida de empleos durante la fase más aguda de la crisis. Finalmente, el Mecanismo de Estabilidad Europea (Mede), que tiene líneas de precaución de baja condicionalidad y dispone ya de 240.000 millones, que podrían llegar a 400.000 millones. Tras el acuerdo alcanzado por el Eurogrupo el jueves los gobiernos podrán usar el Mede para acceder al equivalente al 2% de su PIB y financiar así los gastos sanitarios relacionados con la pandemia.

Finalmente ha habido acuerdo en el Eurogrupo. El Mede, que era el punto controvertido de las negociaciones, ofrecerá créditos para financiar la respuesta sanitaria hasta el 2% del PIB del país. Más allá de eso, los créditos del Mede continúan con la condicionalidad previa. ¿Cree que eso será suficiente o el recurso a este fondo irá más allá?

Estos fondos que facilita el Mede de hasta el 2% del PIB para financiar el gasto sanitario no tienen condicionalidad extra. En España eso supone alrededor de 24.000 millones de euros. En cualquier caso, lo más importante de este acuerdo es que representa un compromiso en la dirección correcta. Envía una señal clara de la voluntad que los países de la zona euro tienen de actuar conjuntamente en el ámbito económico y presupuestario. Además, es clave porque complementa, por un lado, los estímulos fiscales lanzado por los gobiernos nacionales, y, por otro, la actuación rápida y contundente que ha tenido el BCE desde el inicio de la crisis. Con todas estas medidas ahora en marcha, Europa está mejor equipada para ofrecer una respuesta a esta crisis sin precedentes.

El pacto incluye una referencia genérica a un futuro fondo de recuperación que está por definir. ¿Qué criterios cree usted que debería cumplir?

El BCE siempre ha defendido la necesidad de completar nuestra unión económica y monetaria para que la eurozona sea más resistente. Por un lado, necesitamos un sistema común de garantía de depósitos para que los ahorros tengan la misma protección en todos los países. También hemos pedido avanzar en el mercado de capitales para que en la eurozona haya más fuentes de financiación para las empresas. Y en el ámbito fiscal es necesario tener un instrumento de actuación presupuestaria conjunta que complete la unión monetaria. El fondo que se ha propuesto podría ir en esta dirección, aunque su tamaño y forma de financiación han quedado aún abiertos y dependerán de qué decidan los gobiernos más adelante. En cualquier caso la determinación de mostrar una respuesta común es muy importante porque lanza una señal fuerte políticamente, y también de cara a los mercados.

España inició ese debate oponiéndose también al uso del Mede. Ahora, la ministra Calviño ha declarado que España no deberá recurrir a él y que, en cualquier caso, lo considera viable si tiene muy baja condicionalidad…

Antes de esta crisis España crecía, era competitiva, su ratio de deuda sobre PIB estaba algo por debajo del 100%, su déficit público era del 2,6% y su tasa de paro del 14%. Es verdad que de momento se ha financiado bien en los mercados, no tiene dificultades, y el diferencial de deuda con el bono alemán es de 110 puntos básicos. Esperemos que España pueda mantenerse en esta posición relativamente cómoda.

Italia no está en esa situación, ¿tal vez por ello es más beligerante?

No voy a entrar en esas comparaciones.

Volvamos pues a España. Se habla de pactos políticos, como los de la Moncloa de 1977. ¿Qué opina? ¿Los considera positivos?

Siempre hay que ser favorable a los acuerdos políticos en situaciones tan extraordinarias como la actual. Aunque los pactos de la Moncloa de 1977 tal vez no sean extrapolables. En aquel momento, España estaba fuera de la Unión Europea, no existía el euro. El objetivo fundamental era reducir la inflación y cambiar la política de rentas. Ahora, se trata de una profunda recesión, que tendrá un impacto muy grave en las cuentas públicas y que conllevará un gran esfuerzo para recuperar la actividad en condiciones normales. Se trata de la situación económica más grave desde la Guerra Civil.

Hay voces que también proponen incluso un Gobierno de concentración…

Yo simplemente planteo que una actuación conjunta, consensuada, sería lo mejor para la economía española. Es a las fuerzas parlamentarias a quienes les corresponden decidir qué es lo mejor; desde un marco de entendimiento, a un pacto explícito o gobiernos de una u otra forma.

Qué condiciones son necesarias para ese entendimiento…

Yo creo que lo importante es establecer un marco de confianza y lealtad mutua entre el Gobierno y la oposición; y esta es una vía de doble dirección.

La banca está en una situación complicada, cuando aún no ha recompuesto su modelo de negocio tras años de bajos tipos de interés, ahora ese escenario se vuelve a alargar indefinidamente. ¿Qué piensa que pasará con ella?

La banca enfrenta esta situación siendo mucho más resistente que lo que era hace diez años. Es cierto que tiene un problema de rentabilidad y la recesión profunda afectará a su cuenta de resultados. Pero no hay problemas de solvencia. Hubo problemas en los mercados financieros durante los primeros días de esta crisis, pero la banca no fue el origen de estos problemas. Ahora la situación se ha normalizado bastante, aunque no del todo, y se han recuperado en parte los precios y ha disminuido la volatilidad.

Sí, en gran parte, es una situación que ya existía antes, y el teórico remedio eran las fusiones, que no se han producido…

Bueno, en España sí que ha habido consolidación bancaria, lo que ha aumentado la fortaleza del sistema. Y ahora en Europa habrá más presión por esas condiciones de caída de rentabilidad que mencionaba antes.

[Fuente: Por Manuel Pérez, La Vanguardia, Barcelona, 12abr20]

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