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07abr20


La respuesta de EE.UU. al coronavirus, lastrada por el caos administrativo en la Casa Blanca


"Una pandemia es como un incendio. Si lo coges pronto, se puede extinguir sin mucho daño. Si lo dejas que arda sin ser detectado, puede convertirse en un infierno que se expanda más allá de nuestra capacidad para controlarlo (...) Si esperamos a que aparezca una pandemia, será demasiado tarde para prepararnos (...). En una pandemia, desde las inyecciones a las camas de hospital, los respiradores o el material protector van a escasear".

Las palabras del presidente George W. Bush en el 2005 tienen hoy un aire premonitorio. Llevaba fama de ser poco amigo de los libros pero en realidad el republicano es un lector voraz y aquel verano había caído en sus manos The Great Influenza , la obra de John M. Barry, que describe la mal llamada gripe española de 1918. A la vuelta de vacaciones, Bush sentó a su equipo para crear el que sería el primer plan de acción moderno del país para afrontar una pandemia global.

Después de los atentados terroristas con aviones y las cartas infectadas con ántrax del 2001, semejante posibilidad ya no parecía tan remota. "Estaba convencido de que iba a ocurrir", ha recordado en la ABC News su exconsejero de seguridad nacional, Tom Bossert. No todo el plan llegó a ejecutarse pero algunos de sus elementos siguen en uso hoy y la administración Obama se apoyó en ellos para desplegar sus respuestas al SARS, el ébola y el H7N9, predecesor del último virus.

Cuando la Covid-19 llegó a EE.UU. se encontró, sin embargo, con una estructura administrativa diezmada y menos robusta que, de acuerdo con varias investigaciones periodísticas, ha lastrado la respuesta a la aparición de un nuevo y letal patógeno en China. Donald Trump lo llama "el enemigo invisible", se define como un presidente "de tiempos bélicos" pero esta fue una guerra que no vio venir.

El Departamento de Seguridad Interior, creado tras el 11-S para responder a crisis de escala nacional, tiene dos decenas de altos cargos sin confirmar y lleva un año sin nadie de forma permanente al frente. La última secretaria, Kirstjen Nielsen, era demasiado tibia en temas migratorios a ojos de Trump, que la despidió en abril del 2019 y no ha propuesto al Congreso ningún nombre para sustituirla. Tampoco hay un subsecretario permanente, cargo que supervisa la agencia federal de emergencias (FEMA) a la que algunos estados han recurrido para afrontar la actual crisis.

La escasa duración de los nombramientos va más allá en la actual Administración

Entretanto, en mayo del 2018, el directorio de seguridad sanitaria global y biodefensa creado por Barack Obama dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) para prepararse para pandemias como la del Covid-19 había sido disuelto. La Casa Blanca asegura que sus labores fueron reasignadas a otros departamentos pero el desmantelamiento estuvo acompañado por la salida de especialistas. Un mes antes de su disolución, el director del NSC, John Bolton, despidió al subdirector a cargo de la respuesta a posibles epidemias, el almirante Timothy Ziemer, que no fue sustituido. Y un mes antes de la llegada de Bolton, fue Bossert, exconsejero de seguridad de Bush, quien se fue.

La escasa duración de los nombramientos va más allá en la actual Administración, caracterizada por fulminantes despidos vía Twitter (así se fue el primer secretario de Estado, Rex Tillerson) o no menos sonadas dimisiones (el secretario de Defensa, Jim Mattis). Según Brookings Institution, Trump ha batido todos los récords de renovación de personal en la Casa Blanca (en tres años, ha relevado a más cargos que las administraciones Obama, Bush y Reagan juntas). Otra posición clave que ha estado meses ocupada por interinos es la de jefe de gabinete. Al último sustituto lo despidió en marzo. La semana pasada nombró al cuarto titular.

Este era el paisaje administrativo en EE.UU. cuando, el 20 de enero, se detectó el primer caso de coronavirus, un contagio importado de Wuhan (China). "Lo tenemos totalmente bajo control", dijo un par de días después Trump, que poco después cerró las fronteras a China. Investigaciones de Politico, Pro Publica y The New York Times han corroborado que el presidente desoyó las alertas internas de diferentes departamentos del gobierno federal.

Estaba saliendo victorioso del impeachment y las primarias demócratas absorbían por aquel entonces toda su atención. Al producirse las primeras muertes, Trump puso al vicepresidente Mike Pence al frente del grupo de trabajo de la Casa Blanca sobre el virus, en el que colocó también a su yerno, Jared Kushner, desocupado tras presentar su plan de paz para Oriente Próximo. EE.UU. es el país del mundo con más contagios de la Covid-19.

"China debería habernos avisado antes", insiste Trump. En julio, su Gobierno eliminó el puesto del oficial de enlace en el Centro de Control de Enfermedades del país asiático, el funcionario que teóricamente les habría informado de inmediato sobre la aparición del nuevo virus. Un informe de la oficina del inspector general de Departamento de Salud publicado ayer describe "severas carencias" de material protectivo, camas hospitalarias y tests de diagnóstico en el país. "¿Cómo se llama?", "¿cuándo fue nombrado?", inquirió Trump cuando se le preguntó por el tema. (La titular es una mujer, Christi Grimm, que tomó posesión enero).

El otro país que detectó su primer caso el mismo día que EE.UU. fue Corea del Sur, un país de 38 millones de habitantes que no había olvidado las lecciones de la historia.

[Fuente: Por Beatriz Navarro, La Vanguardia, Barcelona, 07abr20]

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