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21dic20
Desbordada por la segunda ola, Suecia entona el 'mea culpa': "Hemos fracasado"
"Creo que hemos fracasado". El rey Carlos Gustavo de Suecia ofreció la semana pasada un inesperado veredicto sobre la controvertida estrategia de su país para enfrentar la pandemia del coronavirus. La tradicional alocución navideña del monarca sueco en la televisión pública SVT se transformó en un inusual 'mea culpa' por el alto impacto del covid-19 en el país --especialmente, entre las personas mayores--, donde la segunda ola está superando las previsiones de las autoridades y amenaza con desbordar el sistema sanitario sueco.
"Tenemos un gran número de personas que han muerto y esto es terrible. Es algo con lo que todos tenemos que sufrir", afirmó el rey de 74 años, cuyo hijo y nuera dieron positivo por covid-19 el mes pasado, saliéndose del habitual tono ceremonial establecido por el protocolo. El monarca no es el único con reproches hacia las autoridades sanitarias que han manejado la emergencia, cuya gestión se ha basado hasta ahora más en ofrecer directrices y recomendaciones que en imponer medidas como confinamiento o la obligatoriedad de las mascarillas.
El primer informe de la comisión creada para evaluar la respuesta oficial a la pandemia --centrado en las residencias de ancianos-- concluyó que la estrategia de proteger a los grupos de riesgo ha "fracasado" debido a la amplia propagación del virus en la sociedad y a las deficiencias estructurales en los geriátricos. "La responsabilidad última de estas deficiencias recae en el Gobierno actual y en los anteriores, que también poseían esta información", concluye el documento.
Estos incipientes actos de contrición coinciden con la llegada de la segunda ola del coronavirus, que está demoliendo todas las previsiones para el otoño y el invierno en Suecia. Los cálculos elaborados por la Agencia de Salud Pública (FHM, por sus siglas en sueco), que debían servir para que el sistema sanitario se preparara mejor que en la primavera, eran demasiado optimistas y ahora están siendo desbordados por la epidemia.
En julio, la FHM presentó tres posibles escenarios para el segundo embate del SARS-CoV-2: el escenario 0 presuponía que la infección se mantuviera en el nivel bajo del verano; el escenario 1 asumía una propagación desigual de la infección en el país con un pico a principios de otoño, y el escenario 2, un nivel medio de infección uniforme en todo el país. El epidemiólogo estatal de Suecia y principal responsable de la estrategia contra la pandemia, Anders Tegnell, auguraba en septiembre que la propagación de la infección se mantendría en un nivel bajo durante el otoño, "con un alto riesgo de brotes locales en diferentes partes del país", y consideró muy poco probable que la evolución llevara al peor de los escenarios.
"Necesitamos ayuda"
Los datos de hospitalizaciones de la segunda ola son "significativamente peores" que los que auguraban en el escenario más pesimista las autoridades, según informó recientemente la televisión pública SVT. La peor previsión apuntaba a que habría unas 400 hospitalizaciones durante la última semana de noviembre, mientras que en realidad fueron casi cuatro veces más, rondando las 1.500. Y la curva sigue sin aplanarse.
Según los datos de la Junta Nacional de Salud y Bienestar (Socialstyrelsen), hay más de 2.500 personas ingresadas en hospitales suecos, con lo que se ha superado ya el pico de hospitalizaciones de la primera ola, que fue de 2.324. Sin embargo, hay menos pacientes graves. Del total de ingresados, 274 están en unidades de cuidados intensivos (representan el 51% del total de pacientes en estas unidades críticas), una cifra significativamente más baja que en el pico del mes de abril, cuando se superaron los 500 pacientes en UCI.
Todo el país cuenta con unas 680 unidades de cuidados intensivos (en primavera, llegaron a ser cerca de 1.100, en parte gracias a un hospital de campaña que nunca se llegó a utilizar), de las cuales queda un 20% libre, aproximadamente. Pero la situación varía en función de la región. Lo que no cambia son las previsiones de cara al invierno: todas pronostican un empeoramiento durante los próximos 10 días.
"Necesitamos ayuda", dijo la semana pasada Björn Eriksson, director de las autoridades sanitarias de la capital, Estocolmo, una de las regiones más afectadas y donde las UCI están saturadas. Según el doctor, los hospitales capitalinos tienen "un número históricamente alto" de personas que requieren atención. La alta ocupación y la falta de personal han obligado a posponer todas las operaciones no esenciales hasta febrero, un paso que ya han dado también otras regiones suecas. Eriksson pidió a los ciudadanos de Estocolmo que sigan las directrices del Gobierno para ayudar a aliviar la presión en el sistema sanitario: "Ya es suficiente. No puede valer la pena tomar unas copas después del trabajo o el ajetreo de las compras de regalos de Navidad. Las consecuencias son terribles".
Responsabilidad individual, desastre colectivo
Suecia ha impulsado hasta ahora una estrategia diferente a la mayoría de países, evitando confinamientos obligatorios y mascarillas, dejando escuelas, restaurantes y otros negocios abiertos durante toda la pandemia y confiando la evolución de la epidemia a la responsabilidad individual. Pero el tono y las medidas se han endurecido en esta segunda ola, especialmente desde el viernes, cuando el primer ministro, Stefan Löfven, anunció nuevas medidas, las más restrictivas hasta el momento. Por primera vez, el Gobierno sueco recomienda usar mascarillas en el transporte público -a ciertas horas, cuando hay más acumulación de gente-, un cambio de rumbo que, aunque pueda parecer tímido, es significativo, ya que la FHM ha insistido todavía en varias ocasiones que la eficacia de las mascarillas no estaría probada. Además, se permiten sólo grupos de cuatro personas en los restaurantes, se prohíbe la venta de alcohol a partir de las ocho de la tarde y tiendas, centros comerciales y gimnasios deben limitar el aforo.
Uno de los argumentos para justificar la falta de restricciones más severas es que Suecia no cuenta con una ley de emergencia que permita al Gobierno hacerlo. Ahora, el Ejecutivo de Stefan Löfven ha anunciado una proposición de ley para conseguir más poderes en este sentido. Sin embargo, en caso de que una mayoría parlamentaria la apruebe, no entrará en vigor hasta el 15 de marzo.
Según los últimos datos oficiales, publicados el viernes, Suecia --con algo más de 10 millones de habitantes-- ha contabilizado casi 8.000 muertos por covid-19, una cifra que se prevé que siga aumentando durante las próximas semanas ante la ausencia de frenos a la propagación de la infección. El número de fallecidos es mucho más elevado que el de sus vecinos nórdicos. Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia, que en conjunto suman unos 17 millones de habitantes, han registrado apenas 1.900 fallecidos en total. Sin embargo, su tasa per cápita sigue siendo muy inferior a países como España, Francia, Reino Unido o Italia.
Desde el inicio de la pandemia, se han detectado 367.120 positivos en Suecia; el viernes supuso un récord de casi 10.000 contagios en 24 horas, y la incidencia acumulada (nuevos positivos por cada 100.000 habitantes) en más de 800, de las más altas de Europa. Además, la ratio de positivos también sigue alarmantemente alta. Alrededor del 16% de los test realizados la segunda semana de diciembre (los últimos datos oficiales disponibles) salieron positivos.
"Error de juicio"
La virulencia de la segunda ola parece haber cogido por sorpresa a las autoridades suecas, que confiaban en que la mayor propagación del coronavirus durante la primavera habría creado un cierto nivel de inmunidad grupal. A finales de mayo, la FHM estimó que el 40% de los residentes de Estocolmo se habría contagiado y, por lo tanto, sería inmune. Por su parte, el matemático Tom Britton, una de las voces prominentes sobre los modelos de evolución de la pandemia, elevó la cifra al 50% y auguró que la capital sueca lograría la inmunidad de rebaño antes del verano. Ahora, Britton ha vuelto a aparecer en SVT para hacer cierta autocrítica. "Fue un error de juicio", dijo.
egún Marcus Carlsson, matemático de la Universidad de Lund y miembro del Grupo de los 22 --formado por científicos críticos con la estrategia oficial contra el coronavirus--, había demasiados factores en los modelos de cálculo tanto de Britton como de la FHM que eran conjeturas o suposiciones y, por tanto, condujeron a conclusiones erróneas. "Las conclusiones de que había un 40% de personas inmunes en Estocolmo en mayo eran simplemente de nivel escolar estúpido", afirma a El Confidencial.
Carlsson, que al inicio de la pandemia acusó a las autoridades suecas de "jugar a la ruleta rusa", está convencido de que la estrategia se eligió pensando en lograr la inmunidad de grupo y "basándose en los puntos de vista personales de los responsables de la Agencia de Salud Pública, más que de forma científica".
"Después han tratado de usar ciencia de vez en cuando para apoyar su posición inicial", acota, "pero ha sido ciencia de muy mala calidad".
[Fuente: Por Nuria Vila, El Confidencial, Madrid, 21dic20]
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