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01oct22
El independentismo certifica su división en el aniversario del 1-O
o que parecía impensable hace cinco años, ha sucedido esta tarde. El aniversario del 1-O ha culminado con abucheos a ERC a Òmnium y a Forcadell, a la par que se pedía la dimisión del Govern y se aclamaba al gran líder del independentismo y que todavía sigue fugado en Waterloo, Carles Puigdemont. El independentismo está roto.
El terremoto que se inició en Cataluña esta semana con el cese de Puignerò ha finalizado con un quinto aniversario del referéndum que deja pendiendo de un hilo la ruptura del Govern en Cataluña. Más, después de que Aragonès llamase a Junts a decidir si seguir en la coalición o pasar a la oposición y Borràs apuntase a que la propuesta que se hizo a ERC es asumible para no romper el Gover e insistió en el acuerdo de investidura: "Si uno firma un acuerdo se tiene que hacer responsable de lo que ha firmado".
La Guardia Urbana ha cifrado en 11.ooo los asistentes al Arc de Triomf de Barcelona para celebrar el aniversario del referéndum en un acto convocado por el Consell de la República con la colaboración de Òmnium, ANC, AMI, la Intersindical y la Cámara de Barcelona. Entre los asistentes sí han estado las dos facciones del Govern por parte de ERC como la secretaria general adjunta y portavoz, Marta Vilalta, y la exconsellera Meritxell Serret; de Junts, como la presidenta del partido, Laura Borràs, el secretario general, Jordi Turull, y el exvicepresidente del Govern Jordi Puigneró; y de la CUP: Carles Riera y Eulàlia Reguant.
En el acto, que ha durado más de dos horas se ha podido ver todas las aristas de este independentismo que parece estar pasando horas bajas entre disputas en el Govern. La primera en calibrar el ambiente ha sido la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, que se ha llevado una tremenda pitada -y gritos de "traidora"- cuando ha subido al estrado para comenzar su discurso.
"Necesitamos una estrategia común. Dejémonos de pelearnos, de lamentarnos. Olvidémonos de los reproches y trabajemos conjuntamente para una nueva oportunidad", ha afirmado Forcadell, visiblemente incómoda, antes de añadir: "No podemos ganar si nos enfrentamos entre nosotros en lugar de enfrentarnos conjuntamente al Estado", decía la expresidenta con la voz rota a la par que añadía: "Muchos de vosotros estáis enfadados, decepcionados y desilusionados. Y lo comprendo y comparto. Porque tras el 2017 lo tuvimos cerca. Pero estoy contenta porque no estáis desmovilizados. Sois luchadores que no os rendís nunca".
Mientras los allí presentes exponían sus fórmulas para recuperar la vía del 'procès' y volver al punto de 2017, cada uno presentó una receta diferente. Eso sí, llamando a la unidad del 'espíritu del 1-O' como el líder de Òmnium Cultural, Xavier Antich o Jordi Gaseni de la Asociación de Municipios por la Independencia. Pero pese a apelar al espíritu y esa unidad, el plan común está roto. Más, después de que en el mensaje institucional, Pere Aragonès, pedía lograr el referéndum amparado por un "acuerdo de claridad", la vía canadiense.
La líder de ANC, Dolors Feliu, en su discurso se ha reafirmado en la apuesta por una lista cívica independentista para las próximas elecciones subrayando que "el poder" no hará "callar" el movimiento independentista, y ha agregado que la movilización de la Diada de este año "hizo mover" a los partidos independentistas "que se habían instalado en el inmovilismo".
Pero el gran momento, ha sido la aparición estelar por videollamada del 'president en el exilio', Carles Puigdemont. En ese momento, el público ha coreado su nombre y gritos de 'president, president' mientras amenazaba al Govern.
En su intervención, ha advertido a Aragonès -sin mencionarle- de que los votos que hoy le "permiten gobernar" en Cataluña "vienen de este desbordamiento democrático" que demostró el independentismo con el referéndum unilateral de hace cinco años.
Por lo que ha pedido al Govern que se ponga a trabajar "al servicio de lo que decidimos hace cinco años, que ya toca" y ha recordado que el Consell per la República que lidera "tiene la obligación de ponerse al frente si no se avanza en la dirección marcada por el referéndum legal, democrático y vinculante".
Y para marcar distancia con ERC y dejar claro que la única vía que existe es la que se marcó en 2017, Puigdemont ha cerrado cualquier opción de optar por la vía canadiense de Aragonès: "El referéndum ya lo hicimos, es valido y no hay que volverlo a hacer. Votar ya hemos votado".
Puigdemont también ha asegurado que no se sentará en la mesa de diálogo con el Gobierno central porque "si hoy hay una mesa a la que hemos de estar encadenados y no levantarnos nunca es la mesa del diálogo entre nosotros, entre los hermanos de ERC, de Junts, de la CUP, de Òmnium y de la ANC. A ver si lo entendemos: la mesa a la que hemos de estar enganchados es esta". Ha pedido Puigdemont en un último intento por mantener unido al independentismo.
[Fuente: Por Iván Muñoz, República de las ideas, Madrid, 01oct22]
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