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30nov19


Ursula von der Leyen: "El nacionalismo quiere destruir Europa; la ley española debe ser respetada"


El 1 de julio, cuando el nombre de Ursula von der Leyen empezó a circular por los pasillos de Bruselas, cientos de funcionarios, diplomáticos y periodistas quedaron muy sorprendidos. La ministra de Defensa alemana había sonado en alguna quiniela informal para el reparto de cargos europeo, pero con poca intensidad. Sin embargo, tras una Cumbre eterna, su candidatura generó el consenso suficiente. Pocas horas antes, ella se había sorprendido más que nadie cuando recibió la llamada de la canciller alemana. Charles Michel sí había sido sondeado por Angela Merkel meses antes para el puesto del Consejo Europeo, pero Von der Leyen asegura que lo suyo no lo vio venir.

"Fue una sorpresa abrumadora, para mí como para todo el mundo. Pero también tuve la sensación de que volvía a casa, porque nací y crecí en Bruselas", explica. La llamada le llegó en un momento muy delicado. "Estaba en un retiro con mi equipo del Ministerio de Defensa, hubo un accidente con un helicóptero y murió una persona. Volé allí, volví con mi equipo y luego pasó todo", rememora en una entrevista en Estrasburgo con EL MUNDO y otros seis diarios europeos, tras recibir la luz verde de los diputados a su equipo para los próximos cinco años.

Una oferta así llega una vez en la vida y produce vértigo, pero Von der Leyen asegura que no tuvo que pensárselo. "Es un honor tan grande que no dudas, no puedes dudar aunque te corta la respiración". Von der Leyen nació en 1958, justo después de la firma del Tratado de Roma. No conoció los momentos más oscuros del continente, pero los tiene muy presentes.

"Toda mi vida me he sentido protegida por la idea de Europa. Arropada, quizás es la palabra, en la idea de Europa. Mi padre vio de adolescente los horrores de la guerra. Siendo alemán, siempre tuvo una esperanza: Europa como futuro. Para mí también es una noción muy fuerte que pasaré a mis hijos. La sensación de que formamos parte de una cultura, pero también de Europa como vocación. Una certidumbre en un mundo cambiante. Mi generación tiene el deber de hacer que esa visión se ajuste a los desafíos presentes. Las nuevas generaciones saben exactamente que Europa es su futuro y están peleando por ello y es maravilloso. Nos están pidiendo que les dejemos una Europa próspera, humana y fuerte, como nuestros padres hicieron con nosotros. Nos toca asumir esa responsabilidad y pasar el testigo", asegura.

Cuando habla de Europa, Von der Leyen habla de 'Heimat', una palabra complicada, sin traducción precisa. Un concepto alemán que apunta a 'patria' o a 'casa', pero es muchísimo más que ambas. Un estado de pertenencia. Europa como hogar, como un "continente dedicado a la dignidad del ser humano, que respeta y cumple el Estado de derecho, que tiene la experiencia más profunda de lo que significa la libertad. En otras partes el mercado es la fuerza dominante, o el gobierno es la fuerza dominante. El mundo necesita el estilo europeo, con las personas en el centro", sostiene.

Para lograrlo en un entorno hostil y lleno de amenazas, Von der Leyen tiene tres grandes prioridades y lleva meses reiterándolas: un Pacto Verde Europeo, centrado en cambio climático y medio ambiente; la apuesta absoluta por la digitalización; y una Europa más fuerte en el mundo. Lo dice una y otra vez durante la entrevista porque entiende que la única forma de cambiar las narrativas derrotistas y de cortarle el combustible al populismo es cumplir, mostrar resultados y ser efectivos en las acciones más que en las palabras.

Por eso prefiere no hablar de política y centrarse en políticas. Por eso esquiva a toda costa mojarse en casi todo, salvo, quizás, en un tema: "El nacionalismo es algo que, en última instancia, tiene la intención de dividir y destruir la UE. Los proeuropeos tenemos que unificar y reconciliar una agenda. Los nacionalistas se definen a menudo por los enemigos que tienen; nosotros, los proeuropeos, tenemos amigos, de Praga a Atenas, de Gotemburgo a Lisboa".

Una de sus variantes, la del independentismo catalán, ha hecho ruido esta semana, en vísperas de la entrevista y del voto en la Eurocámara a la Comisión Europea. Cuarenta eurodiputados de diferentes formaciones han remitido una carta a la alemana pidiendo que se involucre, que medie entre la Generalitat y Moncloa o que aliente una mediación exterior. Von der Leyen asegura no estar al corriente de la misiva, y deja claro que no tiene ninguna intención de hacerlo. Su posición es y será la misma que la Comisión Juncker: se trata de una cuestión interna de España, que es un Estado de Derecho y, por tanto, sus leyes deben ser respetadas. La Comisión sólo habla con los Estados miembros, son el único interlocutor válido y desde su equipo no ven razón alguna para un cambio de rumbo o de lenguaje.

"Voy a seguir la tradición de la Comisión Juncker, que tenía toda la razón: las leyes deben ser respetadas y los asuntos constitucionales españoles deben ser respetados. Estoy en la misma línea que Juncker. No es el rol de la Comisión Europea mediar entre un gobierno regional y uno nacional", afirma.

Precisamente, el primer viaje oficial de la presidenta será a Madrid, el próximo lunes, para intervenir en la Cumbre del Clima. "Tenemos que actuar ahora para que los efectos sean visibles para la nueva generación. Hay que tener en mente que no actuar nos costaría una cantidad ingente de dinero y de calidad de vida. Es lo correcto, es lo que hay que hacer", afirma sobre el gran paquete medioambiental que ha prometido en sus 100 primeros días. "Si lo hacemos bien será un gran impulsor de crecimiento, mediante la exportación de tecnología que el mundo demandará. Que no sea China la primera. Quiero que Europa fije los estándares, no otros continentes. Si no actuamos, las alternativas serán mucho más costosas para nosotros", insiste.

Von der Leyen recibe a la prensa el jueves un día después de que el pleno de la Eurocámara apruebe por una amplísima mayoría una resolución declarando la "emergencia climática" en la UE. Su Partido Popular prefería la palabra "urgencia" y votó en contra, y ella misma se resiste a hablar de emergencia o de crisis climática, pero incide en la relevancia del problema y el en apremio del tiempo. "Estoy convencida de que no tenemos tiempo que perder, es por nuestro propio interés y el de nuestros hijos. Europa es responsable del 9 o 10% de las emisiones y, por tanto, quiero que seamos los que marquemos la tendencia, la buena dirección, dando ejemplo de que se puede tener éxito económico y ser sostenible. Podemos ser competitivos y movernos hacia la neutralidad y que otros nos sigan".

La alemana se convertirá mañana en presidenta de la Comisión y tendrá que ser, en muchos foros, la cara de la UE. Y lidiar con personalidades como Donald Trump. Juncker usó más la zanahoria que el palo con él para intentar evitar aranceles y, aunque no quiere desvelar sus cartas, el discurso de la ex ministra es más bien moderado, prudente, en esa misma línea. Controla muchísimo cada palabra, evita los temas espinosos y no tiene ninguna intención de dar titulares o provocar reacciones. "Siempre estaremos del mismo lado de la mesa que los amigos americanos", afirma. "La amistad transatlántica está construida sobre relaciones personales, intercambios culturales, contactos empresariales, proyectos comunes. Son unas bases muy sólidas que se remontan décadas en el tiempo. Desde luego hay asuntos espinosos sobre los que debatimos con la Casa Blanca. Pero saber cuán cerca estamos, la fuerza de los lazos que nos unen y que compartimos una causa común, nos permite ser francos y negociar duro", afirma.

Para la otra gran superpotencia, palabras que buscan destensar también. "China nos desafía de muchas formas. Hay asuntos en los que debemos ser muy claros, como los derechos humanos o la seguridad. Pero también hay otros temas sobre los que construir una agenda positiva. La lucha contra el cambio climático, sistemas de comercio de emisiones. Sobre Huawei, por ejemplo, la Comisión ha recopilado la información y posición de los Estados miembros y haremos una recomendación sobre cómo lidiar con el asunto a finales de año. Seremos muy claros sobre los estándares de seguridad. Esperamos que se cumplan. Y eso debería ser una práctica común a nivel de toda la UE", avisa.

En su gran especialidad, la Defensa, la presidenta tiene más que decir. No participará en la reunión de la OTAN de la próxima semana en Londres, pero la tiene muy presente, así como el debate que se ha abierto en el último mes. "La OTAN siempre será una defensa colectiva, el Artículo 5, pues es la alianza más fuerte del mundo. Europa nunca será una alianza militar, pero hay campos en los que no veo a la OTAN y sí a la UE, gracias a esa amplia gama de instrumentos únicos, desde la cooperación al desarrollo a fondos de vecindad, pasando por una diplomacia muy fuerte. Instrumentos que pueden hacer mucho en una crisis o para prevenirlas. La UE tiene que tener estructuras y procedimientos funcionales. En los últimos tres años hemos dado pasos adelante impresionantes en cuestiones de Defensa, para poder ser capaces -si hay voluntad política- de actuar. Hace cinco años, la UE quería hacer algo en Mali y no podía. Por eso necesitamos las estructuras. Eso sí, una Unión Europea de la Defensa siempre será complementaria a la OTAN, lo inteligente es ser complementarios y no redundantes", recalca.

En muchos aspectos, el discurso de Von der Leyen parece inocente, demasiado inocente, como cuando dice que no le da mayor trascendencia al hecho de ser la primera presidenta alemana de la Comisión en décadas. O completamente ajeno a lo ocurrido en las calles y los parlamentos de tantos países en el último lustro o la última década. Expresión de un deseo más que de la realidad. "Europa no es algo distante, está en el centro de nuestros corazones. Está viva dependiendo de lo que hagamos con ella", afirma.

Cuando se apunta al auge del escepticismo en países como Italia responde con el derecho romano y menciones a la belleza también. "No se puede reducir Europa a un mecanismo o a un fondo económico. La UE es como la democracia: claro que hay debates, claro que a veces es lenta, pero ahí está la belleza de incluir a todo el mundo en el proceso de darle forma. Mire los grandes desafíos, desde migración a cambio climático. De la digitalización a los desafíos geopolíticos. Todos sabemos que estamos mejor juntos, si somos 500 millones, si somos 28, somos una superpotencia", explica.

"Sé que no es fácil, pero la gente quiere una Unión Europea mejor y nos lo exigen, con toda la razón. En los últimos años esas fuerzas destructivas, divisivas, negativas, los que quieren dividir, los partidos populistas que quieren irse de la UE, han sido silenciadas", afirma, apuntando a que el Brexit ha hecho espabilar y cambiar a los que mantenían un discurso demasiado frívolo sobre rupturas y separación. "Nuestro deber, el de los proeuropeos convencidos, es poner en palabras la belleza, la fuerza, la herencia y las aspiraciones comunes. Es complicado, pero para eso estamos aquí", concluye.

[Fuente: Por Pablo R. Suanzes, El Mundo, Madrid, 30nov19]

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