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17nov18
El consejero Maragall defiende el separatismo en el Capitolio ante la pasividad diplomática española
La Generalitat de Cataluña ha retomado su intensa actividad a favor del independentismo en Estados Unidos, con la reapertura sin trabas de su delegación diplomática en Washington y reuniones del consejero de Exteriores, Ernest Maragall, con diputados en el Capitolio, abogados y representantes de ‹think tanks›. La diplomacia española, que ayer admitió que contener las narrativas independentistas es de nuevo un desafío, se limita a decir que seguirá la actividad de la embajada «de cerca».
La aplicación hace un año del artículo 155 de la Constitución y la suspensión de la autonomía por la celebración de un referéndum ilegal conllevaron el cierre de las embajadas que el gobierno Catalán había abierto en Alemania, Francia, Suiza, Reino Unido, Irlanda, Austria, Italia y EE.UU. En esta última, desde su apertura en 2016, la Generalitat se había gastado 850.000 euros de fondos públicos, según el Departamento de Justicia de EE.UU.
«Nuestro objetivo es que Cataluña cuente con un reconocimiento de su condición de país», dijo claramente Maragall el jueves en la reapertura de la embajada en Washington. «Tras un año de oscuridad, ahora empieza un periodo espero que larguísimo de luz intensa y horizonte ancho, que quiere decir mucha presencia, mucho trabajo, con ambición legítima», añadió.
Al acto de reapertura, la Generalitat invitó sólo a un reducido grupo de periodistas catalanes y a la agencia EFE. Entre los convocados no estaban ni ABC ni otros medios nacionales. Ayer la nueva delegada, Victòria Alsina, no se encontraba en la embajada, situada a un kilómetro de la Casa Blanca, en la calle K. Una empleada que abrió la puerta de la oficina no respondió a la pregunta de por qué no se había convocado a toda la prensa española.
El nuevo embajador español en EE.UU., Santiago Cabanas, estaba al tanto de la reapertura y de hecho fue invitado al acto, al que no acudió. Ayer recordó en un encuentro con periodistas el desafío que supone «trasladar la realidad española actual frente a otras narrativas». «Es importante explicar bien la realidad de lo que es la España de hoy», dijo Cabanas, quien presentó sus credenciales ante Donald Trump en septiembre.
Uno de esos desafíos es precisamente contener la propaganda independentista, difundida desde hace años por las pseudoembajadas y una red de activistas en el mundo universitario norteamericano, que retrata a España como un Estado agresor y represivo. El jueves Maragall se reunió en el Capitolio con el diputado republicano de Florida Mario Díaz-Balart quien, según los portavoces de la Generalitat, expresó «interés y preocupación» por Cataluña.
Aunque la consejería de Exteriores catalana dijo en un comunicado que «durante el viaje institucional el consejero mantuvo reuniones con congresistas y senadores norteamericanos», lo cierto es que de su agenda sólo ha trascendido la reunión con Díaz-Balart y con el abogado y profesor de derecho Paul R. Williams, fundador del ‹think tank› Grupo de Política y Derecho Internacional y Público.
El embajador español admitió ayer que en los meses posteriores a la celebración del referéndum ilegal se han vivido en España preocupantes episodios de manipulación del pasado histórico español. «Ahora volvemos a ver un cierto rebrote de la leyenda negra en algunos aspectos y partes del país y debemos estar atentos y reaccionar», dijo Cabanas. El sábado, la ciudad de Los Ángeles retiró una estatua de Cristóbal Colón porque, según el concejal Mitch O’Farrell, «fue responsable de atrocidades y el mayor genocidio de la historia».
En la entrega de credenciales del nuevo embajador, el presidente Trump reafirmó —como ya hizo ante el expresidente del Gobierno Mariano Rajo en 2017 y ante Felipe VI en junio— su apoyo a que España se mantenga «fuerte y unida».
El Gobierno español ha recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia catalán la reapertura de las embajadas de la Generalitat en Berlín, Londres, Roma y, desde esta semana, Washington. Mientras el caso se resuelve, en la embajada española en EE.UU. se asegura que sólo se puede seguir la actividad de esas delegaciones «de cerca».
[Fuente: Por David Alandete, ABC, Madrid, 17nov18]
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