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14sep18


Rosa Maria Sardà también deja el Teatre Lliure en apoyo a Lluís Pasqual


El Teatre Lliure convocará un concurso público a nivel europeo para escoger a su nuevo director o directora. Sin sorpresa. Es la conclusión que se esperaba tras las dos horas de reunión del pleno extraordinario de su Patronato para abordar la crisis del teatro tras la dimisión de Lluís Pasqual. El golpe de efecto teatral lo ha dado la actriz Rosa Maria Sardà: esta mañana apareció en la reunión despidiéndose. Ella también se va. No se siente cómoda siendo miembro del Patronato. No sin Pasqual. No de esta manera. De hecho, ni siquiera se ha quedado hasta el final de la reunión.

Rosa Maria Sardà ha sido una de las actrices que más se ha significado en su apoyo a Lluís Pasqual. No sólo con el manifiesto encabezado por primeras espadas como Núria Espert o Emma Vilarasau, sino por un durísimo artículo en El Periódico titulado La conjura de los mediocres,en el que denunciaba la «desproporción entre el nivel de excelencia conseguido y la forma en que Lluís Pasqual se ve forzado a marchar del Lliure». Aunque no ha presentado la dimisión de forma oficial, ella también quiere dejar su puesto en el Patronato.

Un Patronato que ha entonado un mea culpa por «haber llegado a esta triste situación», en palabras de su presidente, Ramon Gomis. Es decir, por no haber sabido gestionar una crisis que empezó en las redes sociales, con la denuncia de la joven actriz Andrea Ros por el trato que recibió de Pasqual. Luego vino el colectivo anónimo Dones i Cultura, que decía representar a 800 profesionales del mundo teatral, exigiendo la dimisión del director por sus maneras «despóticas».

«En julio, Pasqual ya pensaba en dimitir. Entonces estaba en Londres y le pedimos que lo pensara durante un mes. Tenía la confianza del Patronato, que apostaba por su continuidad», ha reconocido Gomis. Pero Pasqual sentía que había perdido la confianza de parte de su equipo: «Lo que ya empezó como una calumnia en las redes sobre mi comportamiento como director de escena (...) ha contaminado al equipo humano del Lliure y se ha convertido en un debate interno. (...) Hasta ahora, siempre en los teatros que he dirigido, en el Lliure también, he tenido el pleno apoyo del equipo, absolutamente imprescindible para sacar adelante un proyecto que en las condiciones actuales me siento incapaz de liderar», explicó en una carta al Patronato.

¿Qué sucederá ahora? Lo más urgente:se convocará un concurso público europeo en noviembre para que pueda haber nuevo director a principios de 2019. En este periodo de interinidad, la subdirectora Clara Rodríguez y la adjunta a la dirección artística Aurora Rosales tomarán las riendas del teatro para asegurar la continuidad de la programación. Sólo hay que contraprogramar los dos espectáculos que Lluís Pasqual iba a dirigir:la inacabada Comedia sin título de Lorca y unos monólogos.

El Lliure pasará por quirófano para transformar por completo sus estatutos y su modelo de funcionamiento, incluyendo la composición del Patronato. Además de someterse al ya anunciado estudio de riesgos sociolaborales (que durará dos o tres meses), una Comisión de Trabajo elaborará un informe para analizar cómo debería ser el Lliure en la próxima década, con el foco puesto en velar por una programación paritaria y la composición del Patronato y su renovación («quizás deberían incorporarse miembros del Comité de Empresa o trabajadores», ha apuntado el propio Gomis). En seis meses se presentarán las conclusiones de esta comisión formada por Frederic Amat, Imma Colomer, Guillem-Jordi Graells, Esteve Leon, Maria Martínez, Fermí Reixach y un representante de la Asociación d'Espectadors.

Una renovación necesaria que, sin embargo, se produce de forma traumática, con una salida polémica del alma mater del teatro. «Pasqual no sólo es el fundador del teatro, es un amigo y forma parte del ADN del Lliure», reivindica Gomis, que ha querido recordar la historia del teatro. A mediados de los 70, Pasqual y Fabrià Puigserver lideraron a un grupo de colegas, de actores y directores independientes, para formar una cooperativa teatral. Cada uno puso dinero de su bolsillo. Luego se convertiría en una fundación privada y, finalmente, en una de las banderas del teatro catalán con la participación de las administraciones.

[Fuente: Por Vanessa Grafell, El Mundo, Madrid, 14sep18]

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