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24sep11
Brasil expulsa a españoles como trato de reciprocidad por el mal tratamiento que reciben ciudadanos brasileros en Barajas
Fernando Martín Liebermann aterrizó el pasado 16 de septiembre en el aeropuerto de Sao Paulo como cualquier turista español. Tenía que hacer escala para viajar a Joao Pessoa, pero antes de pasar la aduana, un policía federal le pidió el pasaporte, sus billetes y toda la información sobre sus viaje. Le dice que espere, al tiempo que va apartando a otros cinco españoles que llegaban en el mismo vuelo de Iberia. El policía se va con toda la documentación y, transcurrida una hora, a las 19:30, aún no había vuelto. Los viajeros, nerviosos, piden explicaciones. "Entonces otro policía nos dijo que si España ha devuelto a cien personas, nosotros también lo vamos a hacer", declara Fernando a El Confidencial.
Sobre las 20:45 regresa el policía y devuelve la documentación a dos de los afectados, a los que permite la entrada en el país. Fernando y los otros tres españoles retenidos, que estaban en viaje de negocios, no entendían qué estaba pasando, hasta que aparece un empleado de Iberia y les dice que van a ser devueltos a España y que no se puede hacer nada. A esas horas, Fernando ya había perdido su vuelo de enlace a Joao Pessoa, donde le esperan unos amigos, en cuya casa se iba a alojar. "El policía que tenía mi documentación se acercó a mí y me dijo <vacaciones de pijo>, mofándose", recuerda Fernando. Un funcionario los custodia en todo momento. El turista español llama al teléfono de emergencias del consulado, pero le dicen que si la Policía Federal los expulsa, ellos no pueden hacer nada, "y menos a las puertas del fin de semana con todo inoperativo en Brasilia", escuchó Fernando atónito.
Van transcurriendo las horas y los cuatro españoles permanecen en un cuartucho "en el que no había ni siquiera una silla", dice Fernando mostrando la fotografía que sacó con su móvil. Pasaron toda la noche en la sórdida sala intentando dormir en el suelo, sobre hojas de periódico, ante la atenta mirada de un policía que se turnaba cada cuatro horas. Al día siguiente, los tres empresarios, con intereses en el sector de la construcción, consiguen el permiso para entrar en el país después de muchas llamadas a sus contactos, pero a Fernando le dicen que él vuelve a Madrid en el vuelo de las 15:35. Tras un total de 20 horas en la citada sala, llega la hora del embarque, un policía lo acompaña hasta el avión y le entrega su pasaporte al sobrecargo de Iberia. "Habían hecho una cruz roja en mi pasaporte y me dijeron que eso por mal comportamiento en el aeropuerto, lo que es totalmente falso. Fue surrealista y una auténtica pesadilla, no soy ni un delincuente ni un terrorista", protesta Fernando, que ha registrado una queja oficial en el Ministerio de Asuntos Exteriores español, donde se han comprometido por escrito a aclarar el caso y pedir las explicaciones pertinentes a las autoridades brasileñas.
Así terminaron unas vacaciones que iban a ser de diez días. "El dinero es lo de menos, pero he perdido los 1.450 euros de los billetes de avión y 350 del alquiler del coche. Por lo que vi allí, están muy enfadados por el trato que se da a brasileños en Barajas", sostiene Fernando.
Tensión entre España y Brasil
En España no ha trascendido a los medios de comunicación, pero las autoridades del país carioca aseguran que actualmente no se le está permitiendo la entrada en España a una media de 140 brasileños al mes, la misma batalla por la que ya se enfrentaron ambos países en 2008. El pasado junio Antonio Patriota, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Dilma Rousseff anunció que, si no llegaban a un acuerdo con España para poner fin a las restricciones, iban a aplicar un mecanismo de reciprocidad. Por la experiencia que han sufrido Fernando y los otros cinco españoles de su mismo vuelo, las medidas de presión ya están en marcha. Desde Asuntos Exteriores aseguran a este diario que "hay contactos de alto nivel consular para solucionar una situación que es residual porque sólo se está prohibiendo la entrada al uno por ciento de los brasileños que llegan a España y con un informe que lo justifica". Ese uno por ciento, que se aproxima a las 140 denegaciones de entrada mensuales que denuncia Brasil, no es residual para las autoridades cariocas.
Hace tres años España devolvía a una media de treinta ciudadanos del país sudamericano a la semana por no cumplir los criterios de ingreso en la Unión Europea. Fue sonado el caso de dos músicos del cuarteto de jazz brasileño São Paulo Underground. Estos no pasaron el control de inmigración pese a que, según denunciaron, contaban con pruebas del motivo de su estancia en España (una gira musical), medios económicos suficientes y los comprobantes de sus lugares de alojamiento. Tras estos episodios, las autoridades brasileñas decidieron aplicar controles más estrictos a los viajeros españoles. El conflicto dejó de aparecer en los medios de comunicación, pero Cícero Martins, cónsul general adjunto de Brasil en Madrid, ha declarado a este medio que "el problema de las expulsiones se arrastra desde entonces, sigue igual". Ha preferido no entrar a valorar si Brasil está tomando represalias.
[Fuente: Por Javier Chicote, El Confidencial, Madrid, 24sep11]
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