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31mar07


Impulso a la industria militar


Poner en funcionamiento la empresa Talleres Dársena Norte (Tandanor) forma parte de un plan general de promover la industria naval argentina. Hace tres años empezó a pensarse en un triángulo formado por ese astillero, el Domecq García y el Río Santiago como un polo de producción. Los contratos militares serán la base de ese proyecto. Y empezarán con los cinco buques patrulleros que se construirán para la Armada. El primer encargo para Tandanor será un buque patrullero de alta mar, cuyo presupuesto es de 70 millones de pesos, según figura en el actual presupuesto. A ese navío seguirán otros cuatro similares.

Para asegurarse ese plan estratégico, el Estado debía quedarse con Tandanor. Los proyectos por realizarse allí ya estaban cerrados hace tiempo en las oficinas estatales, por lo que la decisión administrativa de ayer tiene detrás un plan ideado para tomar el control empresarial con propuestas de rápida concreción.

La iniciativa sobre Tandanor contemplaba en principio una fuerte participación de inversores privados extranjeros. Si bien el Estado queda ahora en control de ese astillero, los emprendimientos navales previstos en el mediano plazo esperan la participación de países del Mercosur ampliado en esos planes. Existen negociaciones políticas para que esos buques patrulleros por construir para la Armada sean seguidos por encargos del exterior.

La demora en esta reestatización -decidida políticamente en 2003- tuvo que ver con una lucha interna dentro de la industria naval. La dirigencia de los astilleros Río Santiago estaba preocupada por la posible competencia que significaría la reapertura total de Tandanor. Pero los contratos recibidos últimamente por Río Santiago quitaron temores. Allí fue renovada la Fragata Libertad, con un costo estimado en 50 millones de pesos, y se arman las barcazas petroleras pedidas por el gobierno venezolano.

La relación de los astilleros Río Santiago con Hugo Chávez es muy estrecha y el líder bolivariano visita las instalaciones cada vez que viene a la Argentina. El astillero Domecq García, en cambio, está especializado en el trabajo sobre submarinos. Toda la expectativa está puesta ahora en la reparación que se hará allí en el San Juan, uno de los sumergibles de la Armada. Si el proyecto es exitoso, las autoridades nacionales saldrán a vender el servicio a las marinas del mundo. Los números que tienen sobre su mesa los responsables de Defensa y de la Armada indican que podrían mostrarse competitivos en ese rubro. El de ayer fue un paso más dentro de un plan que lleva varios años de iniciado.

La Armada, por ejemplo, abrió nuevamente la escuela de oficios en Puerto Belgrano para capacitar operarios civiles en cada paso que se requiere para construir o reparar un buque. Al estar fuera de servicio los astilleros, se perdieron las habilidades necesarias para la industria naval. Por eso se comenzó a perfeccionar a los trabajadores antes de lanzarse a realizar los proyectos.

En el caso de Domecq García se buscaron en el mundo las mismas máquinas que habían sido vendidas hace años por el propio astillero y fueron reinstaladas. A fines de los 80, los contratos con la Armada llevaron a construir fragatas, corbetas y submarinos en ese ahora renovado polo industrial. Esa capacidad es la que se intenta recuperar. Así, el Estado quiere meterse fuerte nuevamente en la industria militar.

[Fuente: La Nación, Bs As, Arg, 31mar07]

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