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14jun10


El Banco de España desactiva el riesgo sistémico de Caja Madrid


"El gran peligro del sector financiero español es Caja Madrid". Esta frase llevaba tiempo en boca de los altos directivos y consejeros de la mayoría de las entidades financieras del país. Aunque nadie lo admitía en público por no enfrentarse al Banco de España, en privado todo el mundo sabía que "Caja Madrid es una bomba de relojería" que había que desactivar para evitar un efecto en nuestro sistema financiero similar al de la quiebra de Lehman en EEUU. Y el Banco de España lo consiguió por fin la semana pasada. Al menos de momento. Y además, puede venderlo como un éxito tanto del supervisor como de Rodrigo Rato.

Esta crítica situación de la caja madrileña es la que motivó el famoso plan de la "fusión diagonal" del gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez: apuntalar a la entidad de Rato con dos muletas de gran tamaño como CAM y Caixa Galicia que, aunque tampoco estuvieran para tirar cohetes, entre las dos podían salvarla. Pero la operación fracasó, primero por el empeño de Núñez Feijoó, en contra de su propio partido, de lograr la fusión gallega a toda costa; y segundo, por la espantá de la CAM a ser 'absorbida' por Caja Madrid, para echarse en brazos de un SIP que genera bastantes dudas con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria.

Estos acontecimientos sembraron el pánico en Cibeles. Había que hacer algo y hacerlo ya, así que presionaron a Rato hasta el límite. Y éste tuvo que abandonar la actitud indolente que ha mantenido desde que llegó -"parece que aquí no pasa nada", comentan dentro de la caja- y ponerse a buscar novia. Pero, ante la negativa de la única gran caja que quedaba soltera, Bancaja, decidió sustituirla por la suma de cinco cajitas pequeñas amenazadas de desaparición por sus problemas de solvencia o, simplemente, porque no tienen futuro en el mundo actual; los famosos "desechos de tienta", como los calificaban en las Torres KIO: Caja Ávila, Segovia, Rioja, Insular y Laietana.

Pero lejos de aplacar los ánimos del Banco de España, Rato consiguió sumar el malestar del supervisor al de sus propios directivos. En Cibeles montaron en cólera y amenazaron a Caja Madrid con no darle ni un euro del FROB, porque la fusión no cumplía los requisitos mínimos exigidos por el fondo de rescate: que la entidad más grande incrementara su balance en un 25%. La respuesta de Rato fue algo así como que "si yo quiero, pero Bancaja no". Así que hubo que poner en marcha la maquinaria política al más alto nivel, en un ejemplo palmario de cómo se resuelven en este país los problemas financieros.

Una operación en la que todos ganan

Tal como contaba esta semana Carlos Hernanz, la crítica situación de Caja Madrid fue uno de los principales motivos del acuerdo alcanzado entre Rajoy y Zapatero a principios de mayo para no obstaculizar la reestructuración de las cajas, porque no se podía dejar caer a una entidad con ese riesgo sistémico. Eso dio fuerzas a MAFO para presionar al presidente de la entidad valenciana, José Luis Olivas, con una intervención si no se avenía a razones. "No es que Bancaja esté peor que las demás, es que hoy por hoy el Banco de España puede intervenir a quien quiera porque argumentos hay en todas", explican desde una consultora.

Dado que las dos cajas pertenecen a comunidades gobernadas por el PP, lo único que faltaba era poner de acuerdo a las diferentes familias populares. Y éste llegó mediante la concesión a Camps de situar la sede social y, lo que es más importante, la fiscal en Valencia, para compensar que la Generalitat se haya quedado sin sus dos cajas en menos de un mes. Algo muy doloroso dado que se trataba de la tercera y cuartas cajas del país.

Así que con esta operación todo el mundo sale ganando. El Banco de España desactiva su bomba de relojería y puede respirar tranquilo, el Gobierno podrá vender que ha cerrado con éxito la reestructuración prometida del sistema financiero, Caja Madrid consigue convertirse en la mayor caja de España superando a La Caixa, Rato será su presidente y el PP tendrá el control político de la entidad. Todos estos argumentos fueron ya esbozados la semana pasada, en medio de alabanzas sin cuento desde los medios mainstream a una operación que califican de "excelente". Y hasta el ataque de celos de La Caixa, que intentó hacerse con Bancaja en el último minuto, parece darles la razón.

¿Se salvará de verdad Caja Madrid?

La gran pregunta ahora es si de verdad la fusión virtual con Bancaja (y se supone que también con las cinco pequeñas, aunque no está nada claro) va a salvar de verdad a Caja Madrid o no. Como explicaba este viernes S. McCoy, "el perfil de las instituciones en términos demográficos, de exposición crediticia, calificación, peso de la actividad promotora, dependencia de la banca mayorista en beneficios, errática cartera industrial, cuenta de resultados y nivel de solvencia es bastante similar". Es decir, poca complementariedad y problemas y riesgos duplicados.

La respuesta de los partidarios de la fusión es que los más de 4.000 millones que van a recibir del FROB servirán para aliviar todos los males. Y a buen seguro que será así, pero el problema es que hay que pagar los intereses -unos 320 millones al año, imposibles de obtener por la vía de ingresos en el entorno actual, y muy difíciles por el lado de los costes salvo que se vaya a una fusión de verdad- y devolver el principal.

"Tienen cinco años para devolver el dinero, que se pueden ampliar a siete si hace falta, y es de suponer que para entonces se haya acabado la crisis", sostienen en la citada consultora. Un alto cargo bancario añade que "si esto no funciona, harán lo que sea para evitar que caiga Caja Madrid. Si hay que darle más dinero y gratis, se lo darán".

[Fuente: Por Eduardo Segovia, Cotizalia, Madrid, 14jun10]

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