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22mar10
¿Y si nos echaran del euro?
La canciller Merkel acaba de pedir el cambio del tratado de la Unión, al objeto de que aquellos países incapaces de cumplir en forma estable los compromisos de Maastrich, puedan ser expulsados del euro, y esto ya son palabras mayores, y para el influyente "Der Spiegel", "después de Grecia y Portugal, el siguiente fallido del club será España". Y lo primero que a uno le viene a la cabeza es, ¡a buenas horas mangas verdes!, con todos los grandes cerebros de Europa juntos y en unión, y se dan cuenta ahora de que admitir a países con un histórico de desequilibrios que tumba de espaldas, solo porque cumplan con calzador los requisitos durante cinco minutos, es un disparate que no hay por dónde cogerlo. Grecia lleva diez años incumpliendo el Pacto de Estabilidad. Y el colmo de la genialidad simétrica: una política monetaria común, pero con las políticas económica y presupuestarias cada uno a su aire.
Así es como hemos llegado a una eurozona de 15 países, donde un tercio o más, nunca debieron haber entrado. Lo mismo que la propia UE, cuya idea original se ha prostituido hasta lo inimaginable, haciendo ingobernable e inviable a medio plazo la misma. ¿Cómo puede llegar a funcionar una unión económica de 27 países, con sistemas económicos y niveles de vida completamente diferentes? Hay que estar locos o ser absolutamente corruptos para llegar a una situación tan disparatada. Bruselas ha sido a partir de los años 70 la ciudad más corrupta del planeta, en ninguna otra capital se pagan tantas comisiones, actúan tan extensamente los "lobbies", y se prodigan todos los mecanismo imaginables del cohecho. ¿Tienen ustedes idea de lo que han tenido que pagar los países del Este por entrar en el club?
El escenario del drama
Lo que trataré de resumir, son las consecuencias dramáticas que para España supondría la expulsión del euro, pero antes y como ya he expresado en otras ocasiones, tengo que decir que no creo que esto ocurra, por la simple y sencilla razón que podemos cumplir si existe voluntad política. Hace un año, McCoy analizaba brillantemente en estas mismas páginas los pros y los contras de salir del euro, y dentro de los pros afirmaba "si la salida se acompaña de un plan de estabilidad presupuestaria", estos serían mayores, pero claro, si eso ocurriera, no tendríamos que abandonar el euro y no estaríamos elucubrando sobre las consecuencias.
¿Y cómo podríamos cumplir? Es muy claro, y además no hay otra alternativa: cambiando el modelo de un Estado donde el Gobierno ni siquiera tiene atribuciones para controlar el despilfarro de CCAA y Ayuntamientos, que representan el ¡70% del gasto público!, con un derroche de más de 100.000 millones de euros año; cambiando el sistema electoral, para hacer de España una democracia y no la basura impuesta por los prohombres de la Transición; y privatizando las cajas de ahorro, para que en vez de financiar a los políticos y a sus amigos, pasen a financiar a la gente honrada y trabajadora. Y esto solo requiere una cosa, voluntad política. Por supuesto ni el PSOE ni el PP están por la labor, pues la dictadura partitocrática, y la posibilidad de mantener a una casta de más de 100.000 cargos cada uno, expoliando a los ciudadanos, sin que estos tengan la menor posibilidad de defenderse, es la base de su poder. Pero ahora es diferente, este modelo de Estado despilfarrador, incontrolable, ineficiente y corrupto ya no se sostiene, pronto estará al borde del colapso, y o se adoptan esas medidas o la alternativa es el Apocalipsis económico y la revuelta social.
En todo caso, la presunta expulsión no ocurriría de golpe, primero las agencias de "rating" y la Comisión Europea, tendrían que entender la realidad. Por muy ineptos o corruptos que sean unos y otros, no pueden pasar más tiempo por alto la falsedad de las cifras oficiales y sobre todo que al contrario que el resto de países del euro, este gobierno de irresponsables no tiene ya atribuciones para recortar el 70% del gasto. La Comisión de Valores norteamericana, la SEC, sí parece haberla entendido, pues está estudiando exigir a las empresas norteamericanas el declarar su exposición a España. Y en ese momento, nuestra situación sería mucho peor que la de Grecia, donde el gobierno sí tiene atribuciones para recortar la totalidad del gasto, pero también sería peor la situación del euro porque somos la cuarta economía del grupo, "España es la verdadera prueba para la supervivencia del euro", afirmaba el WSJ hace unas semanas.
El euro experimentará un ataque especulativo mayor y una caída brutal frente al dólar, y dada la fuerte exposición a España de Francia y Alemania, exigirán a Zapatero un ajuste drástico e inmediato, ajuste que solo las medidas señaladas pueden conseguir. Zapatero no podrá negarse, porque en caso contrario la deuda no podrá seguir financiándose y el Estado se colapsará. Pero supongamos que dice que sí, luego que no y después que veremos, y al final nos echan del euro. ¿Qué pasa entonces?
Un apocalipsis económico
Primero, España volvería a la peseta, que se devaluaría de inmediato frente al euro, ¿cuánto?, yo diría un 20 % para empezar, aunque después se producirían devaluaciones ulteriores que podrían llevarla al 30%, ¿y eso qué? Pues que familias y empresas serían de la noche a la mañana un 20% más pobres. Análogamente los salarios perderían el 20% de su valor. Parte del impacto se amortiguaría al comprar productos nacionales denominados en pesetas, pero tenderían a subir rápidamente, por lo que golpe inicial sería devastador. La clase media prácticamente desaparecería, uno de los grandes objetivos de Zapatero, ya que fue la gran creación de su odiado general Franco, cuando los españoles "no existíamos y éramos apátridas" (ZP dixit), y además votan derecha.
Segundo, y más grave aún. La deuda externa neta se incrementaría de golpe un 20%, y ello supondría para muchas empresas la quiebra pura y dura. Por ejemplo, si la mitad de las entidades financieras no pueden devolver ya su deuda en euros, imaginen esa misma deuda incrementada en un 20%. Y qué decir de la deuda del Estado, toda ella denominada en euros, simplemente no podríamos devolverla. Perderíamos totalmente nuestra credibilidad internacional y nadie nos prestaría un céntimo. El paro crecería vertiginosamente, y el corralito argentino se reproduciría íntegramente aquí, la gente perdería sus ahorros porque la banca se colapsaría, y el Estado ya no tendría capacidad económica para rescatarla, la garantía Zapatero de los 100.000 euros sería como todas sus promesas, papel mojado.
Tercero, ante los problemas ingentes de liquidez, el BdE tendría que imprimir pesetas en masa, entre otras cosas porque si nos echan del euro es porque no hemos cambiado el modelo de Estado y en consecuencia el gasto público continúa imparable, los 100.000 millones de despilfarro continuarían íntegros y creciendo, y para financiarlo no quedará más remedio que imprimir billetes, lo que llevará a una ola de inflación, y nuevas devaluaciones. El control de la inflación sería casi imposible.
Cuarto. Muchos dirán, se olvida de la parte favorable, que recobraremos la competitividad perdida y venderemos más al exterior. Y no digo que no, pero ojo, las importaciones se encarecerán tremendamente, piensen en la energía donde nuestra dependencia exterior es el doble de la media europea, y como importamos más de lo que exportamos, al final puede quedar lo comido por lo servido, y en todo caso sería un mecanismo de ajuste a medio plazo, excepto el turismo que mejoraría de inmediato. Pero no se hagan ilusiones, un diferencial de tipos de interés entre la peseta y el euro de sólo tres puntos (y probablemente más), dado nuestro gigantesco nivel de deuda exterior, equivaldría a la totalidad de los ingresos por turismo.
El balance global sería dramático, el hundimiento en una crisis de una duración y de una profundidad desconocida, quiebras, deflación y paro, y además con las cuentas públicas más fuera de control si cabe. Si estando sometidos al Pacto de Estabilidad, el Gobierno ha disparado el gasto, ¿imaginan lo que sería con la máquina de hacer billetes en manos de Zapatero? La fuga de capitales sería masiva, de hecho ha empezado ya, las grandes fortunas lo tienen a buen recaudo, y muchos particulares están abriendo cuentas en dólares o francos suizos en su propios bancos, algo legal y a lo que tienen perfecto derecho, y los más desconfiados cambiando sus cuentas a bancos europeos en España pero con una exigencia muy clara: "mis euros los quiero en su sucursal de Frankfurt, de Ámsterdam o de París, no en el Paseo de La Castellana ni en la Diagonal".
[Fuente: Por Roberto Centeno, Cotizalia, Madrid, 22mar10]
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