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31mar23
El gas ruso fluye a raudales hacia España. Ni el Gobierno ni Bruselas saben cómo pararlo
Pese a los esfuerzos europeos por desengancharse del grifo energético de Rusia a raíz de la guerra en Ucrania, las arcas de Moscú continúan beneficiándose de las compras de hidrocarburos por parte de los países de la UE. Y en esto, España está siendo un líder indiscutible, al menos en lo que al gas natural licuado (GNL) ruso respecta.
De acuerdo con los datos de seguimiento de barcos metaneros recopilados por Bloomberg, España es el Estado miembro de la Unión Europea que más GNL ha importado desde Rusia en lo que va de 2023. El país ha disparado un 84% sus compras de este combustible desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania ordenada por el presidente Vladímir Putin. En los dos primeros meses de este año, los boletines estadísticos mensuales de Enagás revelan un aumento de 172% con respecto al mismo periodo del año pasado. Una realidad incómoda que ha desatado reacciones tanto en Madrid como en Bruselas.
El Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, liderado por Teresa Ribera, envió el pasado 14 de marzo una carta a las empresas importadoras de gas natural licuado en España en la que solicitó su colaboración para limitar las compras que beneficien a Moscú. La misiva, revelada originalmente por Bloomberg, fue recibida por Naturgy, Repsol, TotalEnergies, Axpo, Pavilion, Enagás, Met Energy, Enet Energy, EdP, CEPSA y BP. En ella, se les solicitaba "intensificar la diversificación del suministro de gas natural licuado y prescindir del de Rusia".
La carta de Ribera replicó la solicitud lanzada a principios de este mes por la comisaria de Energía de la Unión Europea, Kadri Simson, de que las empresas europeas no firmen ni renueven contratos a largo plazo para la compra de gas ruso. Pero la realidad es que, tanto en España como en el resto de la UE, no existe ningún mecanismo más allá de las palabras para poner un tapón al flujo del hidrocarburo hacia el continente. Los importadores son empresas privadas y las transacciones son totalmente legales, dado que, a diferencia del petróleo crudo y sus productos derivados, no existen vetos ni sanciones contra el GNL procedente de Rusia.
En busca de una herramienta
Aunque España es el país donde el aumento ha sido más exagerado, el creciente atractivo del GNL ruso se ha visto reflejado en toda la Unión Europea. Las importaciones de este combustible se dispararon a los 19.250 millones de metros cúbicos (19,25 bcm) en 2022, frente a los 14 bcm adquiridos en 2021, un aumento del 35%, de acuerdo con el recuento del think tank Bruegel.
Antes de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, Moscú suministraba cerca de un 40% de todo el gas consumido en la Unión Europea mediante la extensa red de gasoductos que conectan al gigante euroasiático con el resto del continente. A partir del 24 de febrero, el flujo de este hidrocarburo fue menguando progresivamente hasta representar, en la actualidad, un 10% de las importaciones gasísticas europeas. Las mayores compras de GNL ruso se deben, en gran medida, a los esfuerzos por llenar el vacío creado por esta drástica reducción.
El legado de esta dependencia europea es, precisamente, el que impide que se hayan implantado sanciones contra el GNL que procede de Moscú. El año pasado, con unos precios del gas por las nubes de hasta 300 euros el megavatio hora (MWh), los Veintisiete movieron tierra y aire para llenar sus depósitos de combustible de cara al invierno. En este contexto, imponer cualquier tipo de límite al suministro que pudiera elevar todavía más los precios era algo no negociable en Bruselas. "Desde el principio de la invasión de Ucrania, quedó claro que sería extremadamente difícil llegar a un consenso sobre el embargo a cualquier suministro de gas", explica Szymon Karda, investigador del programa europeo de energía del European Council on Foreign Relations (ECFR), en entrevista con El Confidencial.
Este año, la situación es mucho más plácida, con precios estables de en torno a 40 euros el MWh y unos depósitos que continúan llenos al 60% tras haber acabado la temporada de invierno, lo que supone un máximo histórico y 38 puntos más que en la misma fecha de 2022. Sin embargo, varios de los Estados miembros --con la Hungría de Viktor Orbán al frente-- continúan opuestos a cualquier embargo al gas ruso, a pesar del impulso de algunos países bálticos por lograrlo.
Ante la incapacidad de llegar al consenso unánime necesario para imponer sanciones, las instituciones europeas están intentando encontrar vías alternativas para frenar la llegada del GNL ruso. Los ministros de Energía de los Veintisiete acordaron este martes en el Consejo de la Unión Europea buscar opciones para dar herramientas legales a los Estados miembros para vetar temporalmente la capacidad de los exportadores rusos y bielorrusos de reservar la infraestructura necesaria para entregar el gas licuado. Esto, siempre y cuando no afecte a la seguridad de suministro.
Pero del dicho al hecho hay un largo trecho. La propuesta forma parte de la posición de negociación del Consejo sobre las nuevas reglas europeas para el mercado de gas. Esta medida, entre muchas otras que conforman el plan, debe negociarse con el Parlamento Europeo en un largo proceso que puede llevar meses. Fuentes del sector gasístico español indican a El Confidencial que el lenguaje utilizado en la iniciativa equivale a poco más que una recomendación, similar a la que ya han realizado Ribera y Simson. "Sinceramente, no cambia gran cosa", sentencia uno de los representantes consultados.
El problema va más allá de convencer a las energéticas europeas. Ninguna empresa española, por ejemplo, ha firmado un contrato de medio o largo plazo para el suministro de gas ruso desde el inicio de la guerra. De hecho, el único acuerdo en vigor de este tipo en el país es el alcanzado en 2013 y hasta 2042 por Naturgy con el consorcio Yamal LNG, cuya accionista mayoritaria es la compañía rusa Novatek. Sin embargo, lo que sí existe es una multitud de compañías de compraventa (trading), muchas con base en España, que han disparado sus adquisiciones en el mercado al contado (spot) para beneficiarse de los actuales precios atractivos, almacenando el gas y esperando revenderlo en un futuro.
El problema no tiene solución a la vista y, de hecho, corre el riesgo de ampliarse a lo largo de esta década, dado que el número de centrales de regasificación y almacenamiento de GNL en Europa va en rumbo de crecer considerablemente. El objetivo manifiesto de estas instalaciones es el de librarse de la dependencia de los hidrocarburos rusos, pero podrían acabar llenas de este producto. "Construyes toda esta infraestructura para deshacerte del proveedor que manipuló tus mercados (de gas) y te causó grandes dificultades… ¿Para luego aceptar al mismo proveedor a través del GNL?", expresó el viceministro lituano de Energía, Albinas Zananavicius, en declaraciones a Reuters. "Hay algo que no funciona en esa lógica", sentenció.
Pan para hoy, empacho para mañana
Financiar las arcas rusas no es el único problema que afrontan los países europeos a raíz de este impulso a la infraestructura gasística. El Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos con sede en Estados Unidos, reveló en una investigación reciente que el apetito continental por nuevos proyectos de importación de GNL va camino de generar una capacidad de regasificación que superará enormemente la demanda en los próximos años.
El informe alerta de que, dada la batería de centrales de regasificación que están siendo construidas en los países europeos, la capacidad de importación de gas licuado de Europa está destinada a rebasar en 2030 los 400 bcm, un aumento de 130 bcm, cerca de un 33%, en comparación con 2022. Sin embargo, la demanda estimada para ese año por el pronóstico del S&P Global Commodity Insights es de apenas 190 bcm. La estimación de la propia IEEFA es todavía menor, de tan solo 150 bcm.
Este exceso de capacidad --descrito por la autora del análisis, Ana María Jaller Makarewicz, como "la póliza de seguro más cara e innecesaria del mundo"-- podría acabar siendo un lastre para la economía del continente. "Existe un riesgo real de que hayamos invertido demasiado sin analizar correctamente la situación que podríamos enfrentar. Podemos encontrarnos con un desafío de activos varados en una perspectiva a largo plazo", apunta Karda a este periódico.
De acuerdo con el estudio de la IEEFA, España, el país con mayor capacidad de regasificación de la UE, es también el país con un mayor riesgo de activos varados, con una capacidad excesiva de 50 bcm. Le siguen Turquía (44 bcm) y Reino Unido (40 bcm). Para finales de la década, el análisis prevé una utilización de tan solo un 36% de las terminales de GNL de Europa.
[Fuente: Por Lucas Prado, El Confidencial, Madrid, 31mar23]
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