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08dic22
Sánchez fracasa en su intento de convertir a España en el 'hub' energético de Europa
Apenas 72 horas antes de que España, Portugal y Francia anunciaran uno de los proyectos más ambiciosos para Europa en materia energética, el Gobierno filtró sibilinamente que el nuevo gasoducto que unirá Barcelona y Marsella solo transportará hidrógeno verde. Un cuadro completamente diferente al que hasta hace un mes pintaba Moncloa.
El Gobierno, en el primer anuncio del acuerdo para construir la mega infraestructura marítima, aseguró que el gasoducto transportaría gas natural para "dotar de energía al resto de Europa" ante el escenario de escasez que se encuentran muchos de los países del Viejo Continente a consecuencia de la guerra en Ucrania.
Fuentes de Moncloa explicaron el pasado miércoles que las reglas para pedir financiación europea exigen que sólo sea una tubería que va a transportar hidrógeno, "por lo que se trabaja sobre ese escenario". Es decir, que este viernes, en la puesta en escena del proyecto en el que acudirá residente del Gobierno, Pedro Sánchez; junto al de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro de Portugal, António Costa, el líder del Ejecutivo se sabrá completamente perdedor por las expectativas puestas para que España se convirtiera en un suministrador de gas natural a Europa.
El estupor entre el sector energético es total ya que las principales compañías y actores implicados en la construcción del gasoducto desconocían que, finalmente, solo iba a transportar hidrógeno verde. Sin ir más lejos, el presidente de Enagás, Antonio Llardén, se felicitaba por el hito, asegurando que "era una gran noticia" para España que desde las "regasificadoras instaladas en nuestro país" se pudiera enviar gas natural licuado al resto de la Unión Europea en una entrevista concedida a este periódico.
El envío de gas natural a los socios europeos es fundamental porque, a pesar de que los niveles de llenado de las reservas aseguran para este invierno no tener déficit de gas, el próximo invierno se prevé muy complicado para garantizar el suministro a países como Alemania o Países Bajos.
Francia vuelve a ganar la partida
Pero, ¿qué ha ocurrido para este giro en la historia del gasoducto? La respuesta, tal y como confirman fuentes del sector energético a este periódico, es la política. Francia se ha negado en rotundo a que se financie un tubo por el que va a pasar gas natural, una materia prima que tiene desterrada en su mix energético. La presión ejercida en la Comisión ha surtido efecto y Macron ha conseguido que la UE no ponga ni un solo céntimo para el envío de gas natural desde España hasta el resto de Europa.
De ahí, la explicación a que el Gobierno reculase. Para Pedro Sánchez es vital poder arañar una interconexión en su legislatura ya que, durante la guerra, ha sido una de sus principales bazas: España contaría con infraestructuras para no ser una isla energética y poder ser uno de los suministradores energéticos de Europa.
Lo cierto y verdad es que España va a contar con una gran infraestructura de un material que está llamado a ser el verdadero eje en el que se moverá la industria y el transporte industrial. No obstante, las dudas siguen y, por ahora, no deja de ser una inversión a largo plazo sin saber cuál será el rédito.
El Gobierno, para defenderse, indica que la financiación de Bruselas en este tipo de proyectos puede cubrir entre el 30% y el 50% del coste total, aunque añadieron que la aspiración es que se financie "lo máximo posible". El resto, como es habitual, lo pagaremos los consumidores.
Adiós a ser el 'hub' europeo
Como se mencionaba anteriormente, con la negativa de Europa y Francia a que se transporte el gas natural licuado por el nuevo gasoducto "el potencial de España como hub de gas pierde fuerza si no se puede reenviar dicha materia prima", explica Carlos Martín, responsable de operaciones de Enerjoin.
El experto también recalca que España volverá a "asumir todos los costes del desarrollo de la nueva tecnología del hidrógeno verde" y hace semejanzas con el caso de la fotovoltaica en el año 2006 y 2007.
Fuentes del sector energético se lamentan de este paso atrás porque "de nada vale tener mucho gas natural licuado si no se va a poder utilizar una infraestructura que va a costar miles de millones de euros, a sabiendas de que el gas va a seguir siendo importante durante los próximos 30 años".
Por otra parte, el experto señala que tras el varapalo que ha sufrido España por no conseguir que se transporte gas natural por el acueducto, Italia será la más beneficiada puesto que será el país transalpino el que lo envíe al resto de Europa. "Italia tiene más países con los que colinda y el hecho de que pueda llevar el gas natural licuado de España a Europa le deja en una posición inmejorable. Y esto, en los despachos de Bruselas tiene mucho peso", señalan fuentes energéticas.
Italia, a su vez, tiene diversas conexiones con África por lo que recibe gas de Argelia y de Irán a través de cuatro tubos. "España solo tiene la vía de Argelia y desde el conflicto diplomático cada vez llega menos materia prima e Italia está aprovechando esta coyuntura.
Los expertos rechazan el gasoducto
Pero el sector energético no es el único que ven dudas en la construcción de la infraestructura y no ven claro que el Barcelona-Marsella sea la solución a los problemas energéticos en Europa.
«Si bien es cierto que necesitaremos hidrógeno renovable para acelerar la transición energética, sobre todo para los sectores que ya utilizan hidrógeno 'sucio' en la actualidad, estamos justo al principio de desarrollar un suministro de hidrógeno limpio y un caso de uso claro», apostilla David Cebon, profesor de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y miembro de la Hydrogen Science Coalition.
«Aunque el BarMar es similar en apariencia al MidCat, el proyecto plantea cuestiones diferentes, lo que sugiere que el BarMar se completará más tarde de lo que se habría implementado el MidCat. El BarMar es significativamente más largo y el hecho de que pase por debajo del mar plantea importantes problemas técnicos y de biodiversidad y muy probablemente aumenta los costes de realización», dice Ines Bouacida, investigadora de Clima y Energía del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI, por sus siglas en francés).
[Fuente: Por Carlos R. Cózar, El Independiente, Madrid, 09dic22]
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