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16ene14
El BCE baja hasta el 6% el capital exigido a la banca europea en los nuevos test de estrés
Los nuevos test de estrés a la banca europea definitivamente no serán tan exigentes como pretendía España, sino que sus requisitos se suavizarán siguiendo las preferencias de Alemania, Francia e Italia. Así, la exigencia de capital para aprobar se ha rebajado del 8% inicialmente previsto al 6%, aunque no está aún concretado qué definición de capital se va a utilizar ni tampoco cuál será el escenario de estrés. Asimismo, Mario Draghi ha adelantado que no se valorará la cartera de deuda pública a precios de mercado, aunque no ha descartado que pueda haber algún haircut en la de los países con peor rating.
Según la agencia Bloomberg, que cita altos cargos europeos, la decisión de rebajar la dureza de los test se ha tomado por consenso de políticos y técnicos, aunque el nivel del 6% todavía debe ser refrendado por la EBA (Autoridad Bancaria Europea), la encargada de la ejecución material del ejercicio. De hecho, las fuentes advierten de que hay un pequeño número de países que quieren rebajar todavía más el umbral para aprobar, y no descartan que se salgan con la suya finalmente.
Los test de estrés implican someter a los balances de los bancos a un escenario de fuerte caída del PIB y de los precios de la vivienda, aumento del paro y deterioro de otras variables, y estimar las pérdidas que tendría en ese caso. Si su capital logra mantenerse por encima del 6% de los activos ponderados por riesgo (APR) aun en esas circunstancias adversas, el banco aprueba. En caso contrario, suspende; y a diferencia de los test llevados a cabo por Oliver Wyman en España en 2012, la entidad que suspenda no tendrá un tiempo para recapitalizarse, sino que deberá hacerlo de inmediato o ser nacionalizada.
Precisamente, la posibilidad de que alguna de las seis grandes entidades española suspenda el ejercicio, tal como querrían franceses e italianos para diluir los probables suspensos de algunos de sus bancos, es lo que ha motivado que el Banco de España les exija que reduzcan todo lo posible el beneficio de 2013 para dotar más provisiones para las refinanciaciones y la morosidad hipotecaria.
La dureza de los test de estrés ha sido objeto de enfrentamiento entre España y Alemania. El ministro Luis de Guindos pidió varias veces el año pasado que el ejercicio fuera muy estricto para equipararlo con el realizado aquí en 2012, mientras que los otros tres grandes países de la zona euro preferían un ejercicio más laxo para minimizar el número de suspensos. Pero Alemania contraatacó exigiendo que la deuda pública periférica fuera penalizada en los ejercicios, lo que ha desatado una oleada de ventas de bonos del Estado por parte de nuestras entidades.
Finalmente, España ha vuelto a salir derrotada en esta batalla, como ha ocurrido en el reparto de poder del nuevo supervisor central -totalmente dominado por franceses e italianos y donde nuestro Gobierno sólo ha conseguido una de las cuatro direcciones generales para Ramón Quintana- o en las nuevas normas de resolución bancaria de la UE. Además, los nuevos ejercicios no se parecerán a los de Oliver Wyman porque no se centrarán en la exposición inmobiliaria, sino que harán hincapié en las refinanciaciones y la morosidad hipotecaria, los talones de Aquiles de la banca española.
A cambio, parece que no va a haber penalización para las carteras de deuda pública. No obstante, las palabras de Draghi no excluyen totalmente la posibilidad de aplicar un recorte de valoración. Asimismo, valorarlas a precio de mercado beneficiaría a las entidades españolas, gracias a las fuertes ganancias acumuladas por los bonos españoles en los últimos meses, que se han traducido en el desplome de la prima de riesgo con Alemania.
No está decidido del todo qué definición de capital se va a utilizar para ese 6%. En principio se va a utilizar la de Basilea III vigente en el último ejercicio contemplado en los test, que será 2016 ó 2017 (no está decidido si se aplicará a dos o tres ejercicios), no la fully loaded, es decir, la que incorpora todas las deducciones que requerirá la nueva norma de solvencia en el momento de su aplicación total en 2019.
[Fuente: Por Eduardo Segovia, El Confidencial, Madrid, 16ene14]
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