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02oct16
Deutsche Bank, la sombra de un Lehman Brothers europeo planea sobre Merkel
El Deutsche Bank ha abierto otro frente a Angela Merkel. La multa multimillonaria que las autoridades estadounidenses han impuesto al mayor banco alemán amenaza con poner a la canciller ante la disyuntiva de tener que elegir entre dos opciones, ambas políticamente tóxicas: rescatar a la entidad financiera con dinero de los contribuyentes alemanes o dejarla caer, provocando un terremoto financiero como el de Lehman Brothers en la ya maltrecha eurozona. A un año de las próximas elecciones y a la baja en las encuestas, no hay salida buena para la mujer más poderosa de Europa.
El Ministerio de Finanzas alemán lo ha negado tajantemente. Pero el respetado semanario político 'Die Zeit' lo mantiene "a pesar de los desmentidos" oficiales. Según sus fuentes, el Gobierno alemán está preparando un plan de emergencia por si es necesario intervenir el Deutsche Bank. El rescate incluiría la posibilidad de que el Estado se hiciese con hasta el 25% del banco si la entidad no fuese capaz de obtener en los mercados los fondos suficientes para pagar la sanción. La fórmula de Berlín contemplaría además el despiece del instituto financiero y su venta a terceros para recabar fondos. El Ministerio de Finanzas subrayó en un comunicado: "La información es falsa. El Gobierno federal no está preparando planes de rescate. No hay razones para estas especulaciones. El banco ya lo ha dicho claramente". Pero la marejada no ha amainado.
Pérdidas récord y 15.000 despidos
El mayor banco alemán registró en 2015 una pérdida neta próxima a los 6.800 millones de euros, una cifra récord. Poco antes ya había avanzado un drástico plan de saneamiento que incluía 15.000 despidos, la salida de diez países y el cierre de cientos de filiales en apenas tres años. Además, anunció a los accionistas que no iba a haber dividendos (ni beneficios) ni en ese ejercicio ni en este.
Ese fue el golpe de timón inicial de Cryan, que llegó a lo más alto de la institución en junio, tras el anuncio de la destitución de los hasta entonces dos copresidentes, Jürgen Fitschen y Anshu Jain. El nuevo estilo abogaba por volver a los negocios tradicionales de la entidad y dejar de lado la banca de inversión, que tantos reveses le habían deparado al banco en los mercados y ante la justicia. Con Fitschen y Jain, los títulos del Deutsche Bank habían cotizado planos y la entidad se había visto forzada a desembolsar unos 9.000 millones de euros en multas en diversos procesos como los de las manipulaciones del líbor y el euríbor, las alteraciones en los tipos de cambio en divisas y la investigación sobre el supuesto blanqueo de dinero ruso mediante operaciones de compraventa de acciones.
Y entonces el Departamento de Justicia anunció su intención de multar con 14.000 millones de dólares a la institución alemana por su participación en la venta de las hipotecas basura que llevaron a la crisis financiera global de 2008. La cantidad, que desde el principio se reconoció que no es definitiva, se sitúa entre los 16.500 millones de dólares que Bank of America acordó pagar por el mismo concepto, y que supone la mayor fijada hasta la fecha, y los 3.200 que se fijaron para Morgan Stanley. No obstante, la cantidad supera con creces los 5.500 millones de euros previstos para litigios este año por el Deutsche Bank. De hecho, la suma que exige Washington es tan solo algo inferior a las provisiones de la entidad para cuestiones legales en los últimos cuatro ejercicios.
Los analistas, no obstante, se muestran convencidos de que la suma final de la multa no ascenderá a los 14.000 millones de dólares hasta ahora citados, que consideran una cifra de partida de las autoridades estadounidenses dentro de una negociación que durará meses. En Goldman Sachs estimaron esta semana que la sanción podría oscilar entre los 2.800 y los 8.100 millones de dólares. Otros expertos hablan de más de 6.000 millones. Lo que sucede es que muchos analistas consideran que a partir de los 5.000 millones de dólares el Deutsche Bank necesitaría capital externo para afrontar la sanción. El semanario británico 'The Economist' le dedicaba al asunto una información en su penúltimo número con un elocuente título: "¡No pagaré! ¿No puedes pagar?".
Acciones en mínimos
La cotización en bolsa del banco muestra claramente la percepción en los mercados de la gravedad de la situación. Las acciones del Deutsche Bank han perdido en lo que va de año cerca de un 60% de su valor; más de un 20% solo en septiembre. Esta semana se hundieron por primera vez en su historia por debajo de los 10 euros por participación en el parqué de Fráncfort. El gigante alemán de las finanzas se negocia actualmente a un cuarto del valor contable neto de sus activos.
Muchos analistas están además comparando la trayectoria de las acciones del banco alemán desde junio de 2015 hasta ahora con el derrumbe de los títulos de Lehman Brothers entre septiembre de 2007 y su quiebra. Y los gráficos son alarmantemente similares. Algunos grandes inversores parece que están empezando a abandonar el barco, según Bloomberg, y los seguros de impagos (CDS) se han disparado en los últimos días.
Además, varios de sus indicadores siguen alarmando a los expertos. Como su ratio de capital de mayor calidad (Tier 1), que se sitúa actualmente en el 10,80 por debajo de entidades europeas homologables como los franceses BNP Paribas y Société Générale, y el británico Barclays. Además, su ratio de apalancamiento (3,40) es claramente menor que el de otros grandes bancos internacionales del continente como el británico HSBC (5,10) o el BNP Paribas (4,00), lo que significa que sufre un mayor grado de endeudamiento.
Cryan ha negado que la entidad vaya a precisar una ampliación de capital para afrontar su último —y por el momento mayor— problema legal. A su juicio, bastará con ejecutar su plan de ajuste y deshacerse de algunos negocios no estratégicos del banco. En ese sentido va la venta, anunciada esta semana, de la aseguradora británica Abbey Life por 1.200 millones de dólares, a Phoenix. El Deutsche Bank también ha cerrado su desinversión en la entidad china Huaxia y pretende acelerar la desconsolidación del Deutsche Post, un instituto financiero alemán que compró en 2010.
Merkel al rescate
En estas condiciones, muchas miradas se dirigen a cancillería. No es impensable que el Deutsche Bank pueda requerir financiación externa y, si no la obtiene en los mercados, ¿qué hará Angela Merkel? La encrucijada es perversa. Una opción es inyectar dinero público en la entidad, alegando que supone un riesgo sistémico y que es demasiado grande para caer. Financieramente no supondría un serio revés para la mayor economía europea, que lleva firmando superávits en sus cuentas públicas desde 2014.
El problema sería político, según los expertos. ¿Cómo explicar a los electores que esos fondos que podrían dedicarse a educación, investigación o infraestructuras van a servir para tapar las deudas que ha generado la mala gestión de un banco? El asunto colearía sin duda durante meses, erosionando la figura de la canciller. Y las próximas elecciones generales se celebrarán en septiembre del año que viene.
Este vendaval ahondaría en el desgaste que ya sufre la canciller por la gestión de la crisis de los refugiados. El bloque conservador que le apoya se encuentra en mínimos de respaldo electoral desde mayo de 2012, según los últimos sondeos de intención de voto. La Unión Cristianodemócrata (CDU) y sus socios bávaros seguirían siendo la fuerza predominante en el Bundestag con el 32% de los sufragios, pero podrían llegar a tener dificultades para formar gobierno. La líder de La izquierda, Sahra Wagenknecht, ya ha cargado contra el Ejecutivo por no haber "desactivado el explosivo modelo de negocio" del Deutsche Bank y haber puesto "una bomba de relojería en el regazo del contribuyente". En esa línea irían las críticas.
Además, dependiendo de cómo se planifique y ejecute, el rescate podría levantar ampollas entre los socios comunitarios. Según 'Die Zeit', el plan concebido por Berlín no seguiría las reglas fijadas a nivel europeo. Estas normas, que se establecieron a pesar del criterio de muchos por la obstinación del Gobierno alemán, establecen una escalera de responsabilidades para que los primeros en afrontar las necesidades financieras de un banco sean sus propietarios y accionistas. Luego vendría el sistema bancario nacional, luego el Estado afectado y, por último, de forma solidaria, los socios europeos.
El Lehman Brothers europeo
Para el economista Matthew Lynn, que Alemania rescatase a su banco tras haber dejado caer a otros sería, como mínimo "incoherente". "Algunos empezarían a pensar si hay una ley para Alemania y otra para el resto. En realidad, sería imposible mantener una línea dura con Italia, y probablemente también con Grecia", asegura en referencia a otros dos socios con problemas bancarios. Por su parte, el economista Nicolas Véron, del 'think tank' Bruegel, tachó de "muy descabellada" la idea de un rescate para el Deutsche Bank.
Pero la segunda opción, la de dejar caer a una entidad con el peso específico del mayor instituto financiero alemán sería también desastrosa. Para el sistema financiero alemán y para toda la eurozona. El pánico se adueñaría de nuevo de los mercados y se congelarían los flujos financieros. Varios expertos han recurrido en estos días a la metáfora del "Lehman Brothers europeo". El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió además este junio de que el Deutsche Bank era, bajo su punto de vista, "el mayor contribuyente neto a los riesgos sistémicos" de entre los denominados bancos sistémicamente relevantes a escala global. Es decir, el más peligrosos de entre los grandes.
"No hacer nada sería irresponsable por parte del Gobierno alemán. Un escándalo", afirma por su parte el subdirector de la revista económica alemana 'Capital', Timo Pache. A su juicio en esta ocasión se pueden volver a hacer excepciones, como se hicieron durante lo peor de la crisis helena, con el objetivo de salvar el euro. "Lo que fue válido en la crisis del euro para Grecia es de nuevo hoy relevante. Comparadas con las del Deutsche Bank, las deudas griegas eran una pequeñez", argumenta.
El posible rescate del Deutsche Bank ha de verse asimismo teniendo en cuenta el estado del sistema financiero alemán en su conjunto. Si la primera entidad está al borde del abismo; la segunda, el Commerzbank, está parcialmente estatalizada desde 2008, cuando el Gobierno federal tuvo que adquirir el 25% de su capital para evitar su hundimiento. Berlín aún mantiene una participación del 15% en este banco. Pese al paso de los años, la entidad sigue sin recuperarse y este viernes anunció un plan para recortar 9.600 puestos de trabajo, cerca del 20% de su plantilla.
[Fuente: Por Antonio Martínez, El Confidencial, Madrid, 02oct16]
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