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13ago10
El dinero se refugia en la deuda pública ante el temor a una nueva recesión mundial
La deuda de los grandes países del mundo está viviendo un espectacular rally en precio (desplome de su rentabilidad, que se mueve a la inversa) ante las expectativas de una recaída de la economía mundial en la recesión. Pero no ocurre lo mismo con los periféricos, de los que los inversores no terminan de fiarse pese a que ya no descuentan el escenario apocalíptico de hace un par de meses. De ahí que el diferencial de la deuda española con la alemana se haya disparado el 16% en tan sólo tres días.
Así, la diferencia de rentabilidad del bono español a 10 años frente al Bund alemán ha pasado de los niveles de 1,50 puntos porcentuales en que se había estabilizado (1,5068 el día 9) hasta los 1,76 que alcanzó ayer. Este ensanchamiento se explica tanto por el aumento de la rentabilidad del activo español, que sólo ha pasado del 4,032% el día 9 hasta el 4,18% de ayer, como por el derrumbe de la del alemán: ayer cayó al 2,425% frente al 2,525% del lunes.
Los bonos de los países más seguros están registrando fuertes compras debido a las expectativas de que la economía mundial vuelva a entrar en recesión, alimentada por la decisión de la Reserva Federal de reanudar sus compras de bonos del Tesoro. En los últimos días, la propia Fed estadounidense y el Banco de Inglaterra han revisado a la baja sus previsiones ante el deterioro de los indicadores económicos. Incluso empieza a hablarse de la posibilidad de deflación, que es lo que habría provocado que Bernanke retome las compras de deuda pública en EEUU.
Además, la fuerte caída de las bolsas mundiales este miércoles ha dado pie a un trasvase de dinero desde la renta variable a la renta fija en busca de un refugio seguro ante la incertidumbre del escenario. Así, el bono a 10 años de EEUU ha llegado a caer por debajo del 2,70% y se acerca a los mínimos históricos de 2,60% alcanzados en marzo de 2009, cuando la Fed anunció su primer programa de compra de deuda pública para inyectar liquidez en el sistema una vez que había bajado los tipos oficiales hasta cero (lo que se conoce como quantitative easing).
Pero eso es sólo la mitad de la historia. La otra mitad es que los mercados no están nada convencidos de la capacidad de los países PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) para reducir sus déficits públicos de manera contundente para alejar cualquier temor sobre su deuda. En las últimas semanas, los bonos de estos países se han relajado bastante, hasta el punto de que el BCE no necesita realizar más compras de bonos en mercado. Es decir, ha quedado atrás el pánico de junio y julio, y los inversores ya no descuentan la suspensión de pagos de ninguno de ellos gracias al fondo de rescate creado por la UE y el FMI.
El déficit sigue siendo la espada de Damocles
Ahora bien, eso no significa que se hayan solucionado los graves problemas fiscales de los periféricos. Los programas de reducción del gasto presentados por sus Gobiernos fueron bien acogidos inicialmente, pero ahora queda lo más difícil: llevarlos a la práctica. Y es lo que se va a dilucidar a partir de septiembre, cuando comiencen las negociaciones para elaborar los presupuestos de 2011.
En el caso concreto español, las dudas sobre la capacidad del Ejecutivo de Zapatero de acometer los recortes prometidos son todavía mayores ante la poca credibilidad de su plan de ajuste a ojos del propio FMI. Una capacidad que se reduce todavía más dada la debilidad parlamentaria de nuestro Gobierno y la necesidad de buscar apoyos de otros grupos que, indefectiblemente, se traducen en más gasto público.
El primer mensaje en este sentido fue el lanzado el martes por el propio Presidente tras su audicencia con el Rey, cuando anunció que iba a dar marcha atrás en su plan de reducción del gasto en infraestructuras, amparándose en unas mejores perspectivas de crecimiento económico. "Es lo peor que podía decir a unos mercados que están hartos de que el Gobierno español se dedique a dar perspectivas positivas para la economía, que nunca se cumplen, en vez de hacer los deberes. Ahora los inversores temen que Zapatero se escude otra vez en sus previsiones para no recortar el gasto todo lo prometido", explica un analista.
Ahí reside el miedo de los mercados. Si estos temores se hacen realidad y el plan de reducción del déficit se queda a medias, podemos asistir a un recrudecimiento de la crisis de la deuda a la vuelta de vacaciones.
[Fuente: Por Eduardo Segovia, Cotizalia, Madrid, 13ago10]
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