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10ago11


Merkel pierde la paciencia con sus socios mediterráneos


Que Alemania es la locomotora de Europa es una afirmación de la que pocos dudan. Sin embargo, cada vez son más los analistas que se preguntan si la próxima parada del tren germano pasa por Bruselas o tiene en Berlín la estación de destino. Y es que en los últimos meses, y a raíz del estallido de la crisis de deuda de los periféricos, desde Alemania ha venido sosteniendo una tesis y su contraria.

En esta suerte de tragicomedia comunitaria, la canciller Ángela Merkel representa el papel de ‘poli bueno’, aprovechando siempre sus comparecencias públicas para lanzar mensajes europeístas en pos de la estabilización de los mercados. Enfrente, ejerciendo el rol de ‘alter ego’, se encuentra una pléyade de ministros, consejeros y autoridades financieras que se oponen sistemáticamente a las ayudas a los países en apuros y reclaman un castigo para todo aquel que no presente los deberes tal y como se los pide el maestro.

El descontento del alemán de a pie

En realidad esta última corriente se hace eco de la opinión mayoritaria de los ciudadanos alemanes, que empiezan a mostrar hartazgo por pagar las facturas a sus vecinos del sur. “Ellos se ven como las hormigas que acumulan alimento para alimentar a las cigarras, no pensaban que entrar en el Euro iba a consistir en hacer transferencias de los países ricos a los países pobres”, explica Juan Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Dos encuestas sirven de botón para pulsar su descontento: en abril, la mitad de los alemanes estaban a favor del rescate a Portugal; dos meses después, en junio de este año, solo tres de cada diez ciudadanos se muestran favorables a sostener a sus socios en problemas. Los medios de comunicación están en la misma sintonía. Sin el más lejos el Frankfurter Allgemeine, el más vendido de los conocidos como “periódicos serios” en Alemania, tachaba de “chantaje nacional” al segundo rescate griego, justo debajo de un enorme titular en el que se podía leer: “Subsidio masivo para Grecia”.

En unos momentos de ausencia de liderazgo europeo -el eje francoalemán pasa por sus peores momentos desde la creación de la Unión-, los políticos germanos se han arrogado el derecho a lanzar consejos sobre las medidas económicas que deben adoptar el resto de miembros, rozando en algunos casos la injerencia. A Grecia le ha obligado, rescate mediante, a un ajuste extremo por valor de 24.000 millones de euros, y algo semejante ha sucedido con Portugal e Irlanda. Los reproches se han generalizado y no están exentos de sentido para los expertos, aunque algunos lamentan que se hayan recrudecido precisamente ahora: “En muchos aspectos tienen razón. Alemania se está cansando de echar monedas en una hucha que tiene un agujero, pero también deberían darse cuenta de que estamos en un momento crítico; no es el momento de echar broncas”, explica Santiago Carbón, Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada.

Para Herce, Alemania se encuentra en un punto de inflexión y, si quiere salir del pantano, antes tendrá que meterse aún más en el barro: "No tíenen más remedio que aceptar algunos debates, como la creación de los Eurobonos, que no quieren ni oír hablar de ellos. ¿Acaso han perdido toda la confianza en sus socios? Que impongan las condiciones de emisión, pero que se pongan a ello".

Amenaza con medidas drásticas a Roma y Madrid

La última 'recomendación' del gobierno de alemán ha sido instar a España e Italia a liquidar sus reservas de oro para paliar el agujero producido por el déficit fiscal. La medida se entiende en el caso de Italia, el cuarto mayor poseedor del metal en todo el mundo, pero no demasiado en el caso español, pues su volumen de la materia prima apenas significa el 1% del PIB nacional. Lo que se teme es que este sea el primer paso para mantener a los países mediterráneos en un régimen de ‘libertad vigilada’ a pesar de que algún consejero alemán, como es el caso de Cristoph Schmidt ya ha adelantado que no verían “aceptable” que el capital del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera se dedicase a Italia o España.

A la línea dura se ha sumado Trichet, que lleva semanas pidiendo a Roma una “muestra clara” de su interés por reducir el déficit público, petición que ha hecho extensiva a España en los últimos días. En la mismca cita aclaró que el BCE "está en el mercado secundario para quedarse", si bien no quiso aclarar si continuará comprando deuda española e italiana o volverá a los bonos más económicos de Grecia y Portugal.

Merkel mostró su última cara amable cuando instó al presidente del BCE a comprar deuda italiana y española, pero ayer se pasó al lado crítico para exigir a Bruselas algunas medidas encaminadas a frenar la sangría mediterránea, como establecer un techo de deuda para cada socio, crear un consejo sancionador e incluso unos nuevos test de estrés para medir la competitividad de los mercados europeos. Parece que se han terminado las sutilezas con los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Berlusconi y que habrá castigo para los derrochadores que no presenten los deberes a su tiempo.

[Fuente: Por Alfredo Pascual, El Confidencial, Madrid, 10ago11]

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