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21jun09
Los refugiados
Es triste decirlo, pero Colombia ha ganado este año otra vez un puesto que causa vergüenza entre las naciones del mundo. Según un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, nuestro país tiene hoy más de tres millones de refugiados. Esto quiere decir que aquí hay más refugiados que en Irak, una nación que está en guerra abierta desde hace varios años. También, que en Colombia hay más refugiados que en países donde se libran largas y sangrientas guerras civiles, como Sudán, Congo y Somalia.
Copio algunas cifras del informe divulgado hace pocos días: Colombia, 3.000.000 de refugiados; Irak, 2.385.900; República Democrática del Congo, 1.317.900; Sudán, 1.325.200; Uganda, 1.075.300; Somalia, 709.200; Serbia, 246.000. Amnistía Internacional ratificó la veracidad de estas cifras y dijo que, lejos de disminuir, los refugiados aumentan. "Como es de esperarse, después de cada episodio violento, viene el miedo y el desplazamiento. De acuerdo con el reporte de AI, éste se incrementó considerablemente. Mientras en la primera mitad de 2007 fueron 191 mil las personas que dejaron sus tierras, en el mismo periodo de 2008 fueron 270 mil".
La respuesta del gobierno colombiano ha sido poner en tela de juicio la veracidad de las cifras o discutir cómo llamar a estos millones de víctimas de la guerra: si migrantes, o turistas, o desplazados internos? El informe de la ONU describe en pocas palabras y en forma cruda este desastre, este crimen colectivo: "El problema de los desplazados internos en Colombia es una de las situaciones más graves del mundo. Los desplazados internos lo pierden todo, abandonan sus hogares, bienes y medios de vida y están en constante peligro, ya sea de ser objeto de represalias o de que un nuevo brote de violencia haga necesario un nuevo desplazamiento".
La periodista Cecilia Orozco, de El Espectador, explicó así las cifras: "Es como si de repente todos los habitantes de Medellín y sus alrededores tuvieran que vaciar su zona e instalarse, sin ninguno de sus bienes, en la costa Atlántica o en el Viejo Caldas".
El informe de la ONU dice que los desplazados internos son personas atrapadas en un círculo interminable de violencia que, como una reacción natural ante las amenazas, huyen de las zonas de conflictos o persecuciones civiles, como los refugiados. También explica que hacia finales de 2008 el Gobierno de Colombia ya había registrado más de 2,8 millones de desplazados internos en el país. Sin embargo, Organizaciones No Gubernamentales como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) consideran que la cifra real de desplazados por el conflicto armado desde mediados de los años 80 supera los 4 millones de personas.
Cualquiera de las cifras es explosiva. El Nuevo Herald, de Miami, aterrado con el informe, trató de explicarlas a sus lectores de este modo: "Es como si todos los habitantes del Condado de Miami Dade (2.3 millones) tuvieran que salir huyendo a Washington a dormir debajo de los puentes y a sobrevivir vendiendo mercancías en los semáforos".
La mayoría de los refugiados, según la Consultoría para Derechos Humanos, han tenido que abandonar sus hogares por amenazas y presiones de los grupos paramilitares o guerrilleros para instalarse en las grandes ciudades, pero hay también miles de campesinos que han cumplido un ciclo de desarraigo no violento que ha tenido las mismas consecuencias. Estos campesinos regresan a trabajar tierras entregadas por el gobierno, pero por falta de crédito no pueden mantenerlas y se ven obligados a venderlas a un precio irrisorio antes de regresar a la ciudad.
Pienso que el problema de los refugiados es producto de la locura colectiva en que nos ha sumido la violencia. La mayoría de nuestros políticos y gobernantes se niegan a admitir esta tragedia. Sólo discuten las estadísticas divulgadas por la ONU y tratan de maquillarlas. Les preocupa su imagen, su popularidad. Mientras tanto, miles de colombianos siguen perdiendo su tierra y su casa, el único lugar que un hombre tiene en el universo.
[Fuente: Por Juan José Hoyos, El Colombiano, Medellin, 21jun09]
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