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07sep15
Esta fue la última entrevista de Roberto Kozak: nunca podría decir "misión cumplida"
Se le atribuye haber salvado a más de 30 mil personas de una muerte a manos de la dictadura. Como director del Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas logró sacar del país a miles de perseguidos políticos. Pocas semanas antes de su fallecimiento, Cambio21 lo entrevistó y esta es su historia.
Roberto Kozak no es un nombre que suene mucho. Pero para al menos 30 mil personas, les significa la vida. Hace cuatro décadas, y como director del Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas, órgano de Naciones Unidas, asumió el rol de sacar de Chile a presos y perseguidos políticos. Ellos lo saben: le deben su existencia, aun así, no cobra cuentas.
En 2015, finalmente, el Senado chileno hizo el gesto y agradeció al argentino, concediéndole la nacionalidad chilena por gracia. Un mes después, Roberto Kozak falleció en su natal Buenos Aires en compañía de su familia.
Pocas semanas antes de su muerte, Roberto Kozak sostuvo una cordial entrevista con nuestro medio. Hoy es considerada como la última que realizó. Habló de todo, del honor de su nueva nacionalidad y el momento duro que vive Chile en materia de Derechos Humanos.
En entrevista con Cambio21, este verdadero "Oskar Schlinder", quien rescató a judíos de los nazis en Alemania, revivió los días de extrema crudeza. Salvó a una gran cantidad de personas de una muerte a manos del régimen, pero su dolor es que a muchos otros no los pudo salvar.
A más de 40 años, se le concede la nacionalidad por gracia. No es algo que ocurra todos los días o que se le conceda a muchos. ¿Cómo recibe el gesto de parte de Chile?
Extraordinariamente honrado. Con una mezcla muy intensa, una combinación de sentimientos. Como una enorme retribución a lo que hicimos. Fuimos muchos los extranjeros y chilenos que trabajamos en esto y ciertamente logramos resultados y eso es parte del reconocimiento y de las razones claramente identificadas con la nacionalidad chilena que se me ha concedido.
Mirando hacia al pasado, se le atribuye haber salvado al menos a 30 mil personas. Con eso en mente, ¿cuál es la gratitud que recibe hoy?
Es enorme. Si bien hay una enorme emoción por el reconocimiento, una gran alegría, para mí es el mejor y más significativo obsequio que me podrían haber otorgado, pero al mismo tiempo no puedo evitar sentimientos de opuestos por aquellas personas, a los chilenos que no logramos asistir. Si bien contribuimos a aliviar o solucionar la situación de muchos, no pudimos salvar a todos. Queda un saldo irreparable
Siente una misión a medias o incumplida...
En esas misiones se hace todo lo que se puede. Se entrega lo máximo que cualquier ser humano comprometido con los derechos humanos, con el prójimo, puede dar y puede hacer, pero nunca, por más esfuerzos que se haga, no van a ser estos suficientes como para poder decir misión cumplida.
En momentos tan complicados, en que mataban gente, tomó cartas en el asunto y enfrentó a la DINA. ¿Sintió miedo, pensó en su familia y las consecuencias?
El miedo existe en esas circunstancias. Lo que ocurre es que es imposible que no exista, que no aparezca, además, los que están del otro lado, las fuerzas de represión de la dictadura no ven con agrado lo que uno está haciendo. Claramente, se tiende a hacer la identificación de que estamos tratando de ayudar a los "enemigos" del aparato de seguridad, por lo tanto también nos convertimos en sus enemigos.
Al mismo tiempo, hay que considerar que como organismo internacional, nosotros tanto como los estados miembros son los responsables en definitiva de la conducción. Nosotros no podemos actuar sin llegar a entendimientos mínimos con el régimen que gobierna un determinado país. Por lo tanto, existe un proceso de conversación, de alguna manera, de negociación para establecer bases sobre las cuales actuar.
Fueron nueve meses de negociaciones de encuentros, muchas veces muy tensos. Finalmente llegamos a un acuerdo que permitió la salida de detenidos chilenos al exterior.
En ese contexto, tuvo que enfrentar a Manuel Contreras ¿cómo lo define a él?
Es importante tener presente que en tanto cabeza de un organismo internacional, para poder actuar en esa circunstancia, tuvo que conseguir acuerdos mínimos que lo permitieran. Hay una realidad muy concreta, quizá la más compleja para manejar; el hecho que mientras uno está en contacto con los detenidos y sus familiares, visitando las cárceles donde están los detenidos políticos y toda la gama, la variedad de personas en situaciones de riesgo, tenemos que tener contactos y los más fluidos posibles con las autoridades competentes, las cuales, obviamente, son responsables de la situación que existe y en el plano de los derechos humanos y la represión.
Eso es lo que genera en nosotros, en quienes nos dedicamos a esta actividad, las mayores tensiones y dificultades. Evidentemente se está en contacto y se conoce la realidad de quienes tratando de asistir y al mismo tiempo se intenta mantener las mejores relaciones posibles con quienes son responsables de la situación.
¿Quiere decir que Contreras es la personificación del momento que vivía el país?
Exactamente. En ese contexto también entra un Manuel Contreras. Obviamente tratamos, en realidad, estamos obligados de tener las mejores relaciones posibles con las carteras de gobierno, con las responsabilidades más directas. La DINA cumplió un rol funesto y tenía una responsabilidad mayoritaria en las violaciones de los derechos humanos.
Hoy vemos una agenda de DD.HH bien agitada. Se rompieron pactos de silencio y murió el general Contreras. Uniformados fueron condenados y otros se suicidaron. ¿Cómo evalúa la situación chilena?
Afortunadamente y a pesar del tiempo pasado, eso no se ha olvidado. No ha quedado ahí dormido de alguna manera. No se ha llegado a una situación a que muchos aspiraban de que el tiempo llevaría a la indiferencia y nos borraría el pasado. No fue así. Vemos con gran beneplácito lo que ocurre en términos de avances concretos, reales para continuar logrando todo lo que sea posible en materia de conocer la verdad y de hacer justicia respecto a lo que ocurrió en materia de derechos humanos, en un periodo realmente nefasto para Chile.
[Fuente: Por Nicolás Borcoski, Cambio21, Santiago de Chile, 07sep15]
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