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02mar10
La tragedia reveló con crudeza el desafío de inequidad social en Chile
La presidenta Michelle Bachelet recibió con cara compungida al pie del avión a su colega Lula da Silva. El brasileño vino especialmente desde Montevideo para ofrecerle su apoyo ante la tragedia. Hoy viene Hillary Clinton, la secretaria de Estado norteamericana, en una misión similar. Algo que la chilena necesita imperiosamente en este momento. Su espectacular popularidad se diluye como arena entre los dedos por los reclamos de los millones de damnificados por el terremoto. "Michelle no se merecía esta catástrofe", dijo Lula.
Se le reprocha el haber reaccionado tarde ante el envío de tropas para controlar los saqueos en Concepción, la ciudad más afectada. En realidad, se trata más bien de un problema ideológico que tuvo la presidenta socialista. A diez días de dejar su puesto tuvo que decretar por primera vez el nefasto "estado de emergencia" para las regiones del Biobío y el Maule. Hubo muchas discusiones entre el gabinete y análisis jurídico de la medida antes de que se impusiera el toque de queda desde las nueve de la noche y hasta las seis de la mañana. De acuerdo a la Constitución chilena, la firma del decreto prácticamente entrega el poder de ese sector del país a las Fuerzas Armadas. Los recuerdos de la dictadura y los abusos del estado de excepción están aún muy frescos en la memoria.
Al mismo tiempo, la polémica se instaló alrededor del momento en que se tomó la decisión. El anuncio del decreto se hizo no mucho antes de que comenzara a regir la medida. El resultado fue que continuaron los saqueos y robos durante toda la madrugada. Anoche ocurrió algo similar. A las siete de la tarde se anunció el toque de queda a partir de las ocho y que se extenderá hasta el mediodía.
Y éste es un cataclismo de transición. A diez días del cambio de mando para que asuma el derechista Sebastián Piñera, la crisis toca por igual a la presidenta y al presidente electo. Se reunieron el domingo y desde ambos campos se dieron versiones muy distintas. Piñera reclamó para él la idea de decretar el estado de emergencia. "Me alegro que el gobierno haya acogido nuestra petición", dijo. Pero el ministro Eduardo Pérez Yoma aclaró que la decisión se había tomado antes de que Piñera visitara a Bachelet en su casa. "No se puede hablar de un trabajo en conjunto porque hay un solo gobierno", lanzó el ministro.
Nuevos saqueos y el posterior incendio de un supermercado y una tienda en la ciudad de Concepción, los robos a mansalva en ciudades costeras arrasadas por el tsunami como Talcahuano y Coronel, llevaron anoche a Piñera a reclamar más mano dura. "Reestablecer el orden público es imperioso", dijo poco después de que se conociera que el ejército no había conseguido desplegar a los 10.000 soldados que le pidió la presidenta.
Y lo que desnudó esta tragedia es la profunda división social que aún persiste en Chile a pesar de todos los esfuerzos realizados durantes los últimos 20 años por los sucesivos gobiernos de la Concertación. El primer gobierno de Patricio Aylwin logró sacar de la pobreza a casi un 30% de la población sometida a la miseria durante la larga dictadura pinochetista. La tarea continuó en mayor o menos medida en los sucesivos gobiernos de Frei, Lagos y Bachelet. Sobre todo, se vivió un importante crecimiento macroeconómico que permitió incluir en la economía a amplias capas de la clase media baja. Pero no fue suficiente. En los tres últimos días miles de personas de las capas más desprotegidas, que en su mayoría dicen las encuestas votaron por la Concertación, ahora se lanzaron a un pillaje inusitado. Piñera asume la próxima semana con el enorme desafío de afrontar un país colapsado con daños materiales por 30.000 millones de dólares y una división social que no se había expresado tan crudamente hasta que la tierra comenzó a temblar poco antes de las cuatro de la mañana del sábado.
[Fuente: Clarin, Bs As, 02mar10]
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