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22mar18
Feminismo negro: la lucha por las mujeres marginadas de Marielle Franco
Centenares de mujeres despidieron a la concejala Marielle Franco hace algunos días en Rio de Janeiro. "No nos van a callar", "las vidas negras y LGBT importan", se leía en las pancartas que levantaban las mujeres afrobrasileñas recordando el trabajo que impulsó la política asesinada en los sectores más pobres y violentados del municipio.
La mañana del jueves pasado la socióloga brasileña Ana Carolina Lourenço llegó a Santiago en un vuelo desde Río de Janeiro. Al momento que aterrizó el avión, encendió su celular y lo primero que vio fue un mensaje de WhatsApp de su madre preguntándole si estaba bien, que cómo se sentía. Hasta ahí no entendía mucho. Cuando revisó el grupo de la organización de feminismo negro de la que participa Unmuna, comprendió: su compañera, la concejala Marielle Franco, había sido asesinada. Sintió mucha conmoción y sin mucho que decir en esos primeros instantes, recordó el trabajo que había realizado junto a Marielle para su campaña política durante 2016.
"Ella era una persona muy accesible, siempre estaba en los espacios públicos de la ciudad, hablando en las plazas, en las universidades, hasta en lugares donde se bailaba. Era de la idea de una política cercana", describe la profesional a la mujer asesinada la semana pasada en Río.
Ana Carolina fue colaboradora en el Laboratorio Abierto de Acción Política del programa que impulsaba la militante del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en las favelas. Reconoce que fue un trabajo arduo porque tensionaba los otros programas políticos con una nueva estructura basada en la participación y la inclusión social. "Ella hablaba de hacer una política de encuentros. No solo era una activista de derechos humanos sino que estaba todo el tiempo pensando en nuevas maneras de hacer política", comenta.
Además de esto, su reconocida crítica contra el intervencionismo militar que ha impulsado el presidente Michel Temer en las favelas de Río, hizo eco en una ciudadanía sumamente violentada. Después de que Marielle trabajara diez años con el diputado Marcelo Freixo, su padrino político, decidió postularse como concejala resultando la quinta más votada en el municipio en las elecciones legislativas de 2016.
Luego inició su misión de monitoreo de la intervención militar como relatora de una comisión de la Cámara municipal, un puesto que había asumido apenas el 28 de febrero pasado. Y hasta unas horas antes de su asesinato, repudió públicamente el control que ejercía el Ejército y el abuso policial en los sectores más pobres de la ciudad. A través de Twitter, escribió: Un homicidio más de un joven que puede ser registrado en la cuenta del pm (policía). Matheus Melo estaba saliendo de la iglesia. ¿Cuántas muertes más son necesarias para acabar con esta guerra?
Ana Carolina y Marielle no sólo compartían la misma profesión, sino que otro aspecto que se transformó en una de las banderas de lucha de la concejala: el activismo por el feminismo negro y la afrodescendencia. "Esto ha sido una de las cosas más fuertes que nos ha tocado vivir porque los grupos feministas, las defensoras de derechos humanos ahora estamos en alerta porque sobre todo fue una manera de amedrentarnos", expresó la socióloga.
"Ha sido un mensaje claro a las mujeres negras"
Marielle Franco venía de un encuentro por los derechos de las mujeres negras que se había realizado en el barrio de Lapa, en Río. Un barrio céntrico y de mucha bohemia. Un chofer manejaba el auto en el que iba ella y su asesora. El diario brasileño O Globo relata que a los pocos minutos de salir de esa actividad, fueron interceptados en una calle por un auto desde donde dispararon a la ventanilla de la concejala. Marielle habría recibido cinco disparos.
Para Keyla Alencar, feminista afrobrasileña y geógrafa de profesión, su asesinato "es un mensaje claro para las mujeres negras".
La lucha del movimiento negro fue muy potente a partir de mediados de la década de los 50 en Estados Unidos, sobre todo por la demanda de los derechos civiles. Esto también se extendió a otros países con alto porcentaje de población afrodescendiente, entre ellos Brasil. Pero a la hora de hablar en particular de feminismo negro en este último país, es necesario avanzar unas décadas. Desde los años 70 comienzan a surgir organizaciones por los derechos de las mujeres negras y destaca el activismo de Beatriz Nascimento, luego Nilma Lino, Sueli Carneiro, entre otras mujeres, que hasta hoy mantienen su lucha.
Keyla explica que en los últimos años ha habido un crecimiento de las organizaciones del feminismo negro y también ha aumentado su representación. "Por ejemplo, antes no se veían en la televisión ni en la universidad. Ahora están presentes en la política aunque no en el porcentaje que deseamos", comenta.
Y este contexto lo lleva a su historia personal. Para ella hubo un momento significativo que reconoce como el inicio de su feminismo negro: cuando asumió su pelo crespo, que ahora luce en una melena hasta los hombros, y decidió no tratar de alisarlo más ni tampoco llevarlo tomado para intentar esconderlo. Fue un proceso de autoreconocimiento lento pero que fortaleció la idea de feminismo que venía abrigando. "Se forja una relación de hermandad con las otras negras con las que entonces compartíamos recetas para tratar este pelo porque no había nada en el mercado que nos ayudara. Y de ahí surgieron muchas conversaciones en relación a lo que es una mujer negra, sobre las históricas dificultades para organizarnos porque siempre a la mujer negra se le ha sido visto como fuerza de trabajo sin cuestionar si es sobreexplotada o no", cuenta la activista. Este proceso coincidió con el inicio de la "Marcha por el Orgullo Crespo" en Sao Paulo que luego se extendió a Salvador de Bahía, entre otras ciudades del país.
Actualmente, Keyla dicta clases de geomorfología en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), en Santiago, y desde el año pasado colabora en el colectivo Microsesiones Negras. De manera muy clara, esboza las diferencias dentro del movimiento feminista: "Nosotras reclamamos el espacio dentro del feminismo y pedimos que la opresión de raza y de la clase sean parte de la pauta de ese gran feminismo que muchas veces está enfocado desde "lo blanco". Y a modo de ejemplo, reflexiona sobre una situación que se ha viralizado por redes sociales durante estos días. "Hemos visto a un grupo de mujeres mapuches perseguidas por la policía por vender sus productos agrícolas y te das cuenta que no se trata de cualquier mujer, hay un recorte étnico. Entonces el feminismo negro propone una mirada a las mujeres marginalizadas por estos factores. En un país como Chile donde la población mapuche e indígena en general es invisibilizada, y también lo es la población afro, se sufre de mucho racismo. Por lo mismo, es fundamental iniciar una discusión desde el feminismo negro", plantea.
Cuenta que todo ese levantamiento de las mujeres negras en Brasil, mucho más empoderadas, no lo ha podido seguir desde su país natal pero que sí se han hecho los esfuerzos por compartir el material y realizar talleres que logren incorporar esa experiencia en la organización de afrochilenas, afrocolombianas, afrobrasileñas y, en general, todas las migrantes que residen en Chile. Incluso, comenta que de manos de una compañera feminista recibía los documentos que elaboraba la concejal Marielle Franco.
La profesora dice que todavía no es posible hacer un punto de comparación entre la organización del feminismo negro en Chile con el nivel de incidencia que había alcanzado Marielle y sus compañeras feministas en los sectores más pobres de Río. Básicamente, sostiene, por la diferencia de población afro entre ambos países y porque recién ahora con el aumento de la migración haitiana y colombiana a Chile, lo negro y lo "afro" está dejando de ser una realidad invisible. Pero sí asegura que el asesinato de la concejala es un golpe para quienes defienden los derechos de las mujeres negras, sobre todo porque la violencia es transversal y cotidiana. Y al hablar sobre esto, las palabras de Keyla se mezclan con una leve risa dando a entender el absurdo de muchos comentarios por redes sociales que tantas veces ha tenido que leer. El peor, dice, es el "sí, no les gusta y reclaman tanto, mejor váyanse", sobre todo porque al decirlo niegan que se trate de racismo.
[Fuente: Diario Universidad de Chile, Santiago de Chile, 22mar18]
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