EQUIPO NIZKOR |
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21ago03
Mensaje para nuestras comunidades del 17° Encuentro nacional de Sacerdotes comprometidos con los pobres.
Como todos los años, nos hemos reunido sacerdotes de diferentes regiones de todo el país que queremos jugar nuestra suerte “con los pobres de la tierra”. Y hemos querido mirar nuestra realidad, con las cosas viejas y las cosas nuevas que esta tiene. Vemos que hay viejos lastres que no terminan de caer, y luces de esperanza que no terminan de despuntar, y quisiéramos –con nuestro servicio al pueblo de Dios- ayudar a eliminar lo que nos impide caminar, y alentar los pasos, todavía tambaleantes de nuestra historia.
- vemos que el viejo modelo neoliberal no termina de morir, que todavía poderosos grupos económicos insisten en proponer o imponer fórmulas perversas que sólo han conducido a su propio enriquecimiento y a la defensa de sus propios intereses, y a nuestra miseria, hambre y muerte.
- vemos con claridad todo aquello que rechazamos y no queremos más para nuestro país y nuestra gente.
- vemos que los intereses de la banca privada y extranjera insisten con viejas recetas y sólo parecen preocupados por esquilmar al pueblo en un genocidio por planificación de la desigualdad, insistiendo en ajustes y pago de una deuda que desconocemos por usuraria, corrupta y falsa, y por si eso fuera poco, ya pagada varias veces.
- vemos que exponentes de la vieja política siguen insistiendo con sus caudillismos y clientelismos sin ningún miramiento por la vida y la felicidad del pueblo, vendiendo como dádivas aquello que es sólo una parte minúscula de lo que deberían dar por justicia.
- vemos que muchos, hasta ahora impunes de crímenes imprescriptibles, encabezan campañas apoyados en sectores empresariales, políticos, eclesiales y periodísticos buscando el silencio y la complicidad.
Y vemos también con esperanza.
- La renovación y aparente transparencia en la designación de jueces y ministros de la Suprema Corte de Justicia.
- La posibilidad de cerrar con verdad y justicia los crímenes de lesa humanidad que enlutan nuestro presente, clausurando las puertas a la impunidad, y contribuyendo al esclarecimiento de la verdad histórica.
- La posibilidad de una mayor unidad latinoamericana en un marco mucho más amplio que en un mero esquema de mercado, llegando a una integración histórica y cultural.
- El reconocimiento fraterno de las diferencias que enriquecen nuestro caminar en una aceptación de culturas, opciones, historias, que nos permitirán mirar con alegría que “la verdad es sinfónica”.
- El surgimiento de brotes de resistencia y vida con los que nuestro pueblo manifiesta su apuesta tozuda por la vida, sea en el resurgimiento de cooperativas, en las fábricas recuperadas, las luchas por la tierra, los reclamos de justicia y las marchas contra la muerte, las manifestaciones en defensa del trabajo, las luchas de los jubilados...
Sabemos que estos son sólo signos, y todavía es mucho lo que falta.
- Falta trabajo digno para todos, como corresponde por derecho;
- Falta transparencia en las negociaciones con los organismos usurarios de crédito internacional
- Falta una voz más firme y profética de la Iglesia jerárquica
- Falta una actitud de claro rechazo al ALCA, la presencia de bases y ejercicios militares con los EEUU y todo otro claro rechazo al neo-imperialismo.
- Falta una clara transparencia en el ejercicio de la justicia que impida sospechar de la politización de sus fallos
- Falta una renovación de la dirigencia política que en las provincias, los municipios, los poderes legislativos se pongan incuestionablemente al servicio del pueblo y su felicidad.
- Falta una mayor claridad en la construcción de nuestro presente no sabiendo con precisión hacia dónde queremos ir, y una mayor conciencia, organización y unidad del campo popular.
- Falta un claro compromiso de lucha sistemática y comprometida contra la pobreza, que es algo que ofende a Dios y es contraria a su voluntad.
Por todo esto, como servidores del Pueblo de Dios, queremos seguir con la mirada atenta para renovar nuestro compromiso junto a los pobres y enfrentando todo aquello que causa su dolor o su muerte. Sabemos que Dios no es indiferente a su sufrimiento, y con Jesús de Nazaret queremos reconocer que el Espíritu del Señor nos “ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. (Lc 4,18-19)
San Miguel, Buenos Aires 21 de agosto 2003
17° Encuentro nacional de Sacerdotes comprometidos con los pobres.
Este
documento ha sido publicado el 13ago03 por el Equipo
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