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25ago13
Carlos Villalba, el intendente que se creía impune
Desde que llegó a la intendencia de Salvador Mazza, hace casi 6 años, Carlos Villalba siempre se creyó un hombre impune, al que nada le podía pasar. Accedió al cargo en los comicios generales de 2007 en la boleta del Partido Renovador de Salta, que por esas cosas de la política en esa ocasión llevaba como candidato a gobernador a un peronista: Juan Manuel Urtubey.
En sus primeros pasos no la tuvo fácil. El municipio que heredó vivía de conflicto en conflicto, y los ingresos estaban comprometidos por varios meses. Pero lejos de tomar las riendas de la situación y comprometerse a fondo con la solución de los problemas, Villalba optó por una alternativa mas relajada: Virtualmente entregó la gestión del municipio a dos asesores que llevó de Salta, los hermanos Calvo Gaínza, y se instaló en la capital, supuestamente para realizar "gestiones".
El resultado fue que para los pobladores de Salvador Mazza, Villalba se convirtió en un intendente "fantasma", que repartía su tiempo entre Salta y Formosa -de donde es nativo- y que solo ocasionalmente podía ser encontrado en su municipio.
Los conflictos tampoco cesaron; al contrario, se profundizaron. A lo largo de toda su gestión, los trabajadores municipales jamás lograron cobrar sus sueldos dentro de márgenes de seguridad y previsibilidad razonables. Más de la mitad de los meses del año el salario llegaba recién luego de uno o varios días de paro o protestas sindicales.
Esto ocurría pese a que Salvador Mazza, a diferencia de la mayoría de los municipios de la provincia, cuenta con dos ingresos adicionales que los demás no tienen: por un lado, percibe regalías hidrocarburíferas; por el otro, Villalba mantuvo vigente una ridícula y arbitraria "tasa de conservación del pavimento" que creó su predecesor, y que pagan todos los autos, camionetas y camiones que ingresan al municipio. Este tributo, al margen de toda legalidad, se cobra compulsivamente y "según la cara del cliente", mientras que el estado de las calles del municipio no muestran ninguna inversión que justifique el cobro de una tasa destinada exclusivamente a su conservación.
Pese a los recursos extra, Salvador Mazza ha vivido los últimos años de crisis en crisis, sin avances que permitan vislumbrar una solución definitiva de sus problemas. Y la ausencia e inoperancia del intendente están detrás de ese estancamiento.
Los motivos de la impunidad
Carlos Villalba tenía razones para sentirse un hombre impune. La Auditoría General de la Provincia realizó a fines de 2011 una inspección en el municipio en la que detectó más de 100 irregularidades en el manejo administrativo y financiero de la comuna, alguna de las cuales configuraban delito. Pero nada pasó.
La investigación de la Auditoría reveló algunas cosas ya dichas -como que el intendente trabajaba sólo 13 días cada dos meses- y desnudó otra mucho más graves. Por ejemplo, que resultaba imposible verificar la ejecución de los fondos destinados a Asistencia Social simplemente porque no había ningún registro de en que se gastaba ese dinero.
La oposición local asegura que allí radica el secreto del éxito electoral de Villalba. Es que desde distintos sectores denuncian que ese dinero se usa para alimentar una enorme maquinaria clientelar que tiene como destinatarios unos 2.500 residentes en las vecinas localidades bolivianas de Pocitos y Yacuiba, pero que tienen DNI argentino y domicilio en Salvador Mazza. Los bolsones, planes sociales y otros beneficios para esas personas -argumentan- son los que, retribuidos en votos, le aseguran el triunfo en cada elección.
Otro dato sorprendente que reveló la Auditoría era que la Municipalidad de Salvador Mazza tenía deudas por cobrar por 9,5 millones de pesos, pero no realizaba ninguna gestión de cobranza. Curiosamente, el presupuesto anual de la comuna de ese año era de 10 millones de pesos. No conforme con ello, el intendente otorgó a diferentes vecinos condonaciones de deudas sin justificativo alguno, lo cual resulta increíble en un municipio que todos los meses sufría para pagar los sueldos.
Tantas manchas tenía el tigre que nadie se sorprendió cuando la Auditoría dijo que la diferencia entre lo recaudado por la absurda "tasa de conservación del pavimento" y las obras realizadas con esos recursos -de las cuales no había comprobantes- era de más de 600.000 pesos, y que nadie sabía cual había sido el destino de esos fondos. Lo preocupante es que tampoco nadie denunció el hecho ante la Justicia.
Otra noche de fiesta
Era tanta la impunidad con la que se movía por la vida Carlos Villalba, que creyó que iba a ser eterna. Testigos que estuvieron presentes la noche en la que fue descubierto en un cabaret donde había trata de personas, aseguran que el ahora exintendente estaba en una habitación con una mujer, y que se escondió desnudo en un baño hasta que fue intimado a salir por los gendarmes.
Cuando la noticia tomó estado público y el escándalo se hizo incontrolable, salió en los medios a contar una historia tan absurda como irreal. Cual inocente muchachito del interior que fue llevado ingenuamente a un cabaret, Villalba dijo que "no tenía la menor idea de que era un prostíbulo. Lo que creo es que fui a un domicilio particular". Sin ponerse colorado, agregó que "no había nada raro". Olvido mencionar que había poca luz, música ambiente, una barra donde se servían bebidas y varias chicas con poca ropa.
Tras mencionar que se siente "una víctima", reflexionó: "no me arrepiento en absoluto de lo que pasó, porque yo debo rendir a mi pueblo, que es a donde yo debo dirigirme y es quien debe juzgar".
Su insistencia en la mentira y la incontenible condena social terminaron de tejer su destino. En un trámite exprés, la Legislatura intervino la intendencia y su viejo aliado, Juan Manuel Urtubey, puso al frente del municipio a Mercedes Junco, una mujer de su mayor confianza. El manto de impunidad llegó a su fin.
Soberbio y desafiante, Carlos Villalba asegura ahora que volverá. Seguramente el martes inscribirá su candidatura a intendente en la Justicia Electoral, y aspira el 10 de diciembre volver a entrar triunfante a la Municipalidad. Pese a haber caído en desgracia aún se siente impune. El pueblo sabrá juzgar.
[Fuente: Por Carlos Villalba, El Tribuno, Salta, 25ago13]
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