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DERECHOS


04Oct06


Mirada preocupada ante la actualidad.


Ante la situación actual de distancias, críticas y peleas mutuas entre "el Gobierno" y "la Iglesia", me parece necesario tratar de aclarar algunos puntos, tomar posición frente a otros y "desensillar hasta que aclare" en otros. Por eso quisiera señalar:

La Iglesia.

En lo personal, creo que en la jerarquía eclesiástica actual hay un enorme desconcierto. No me refiero a lo que puede llamarse "dogmático", o a lo "teológicamente ortodoxo", por más que coincido con el gran teólogo del s.XX, K. Rahner, que vivimos un "invierno eclesial". Tampoco me refiero al temor que parece ser la causa de tantos teólogos censurados durante el pontificado de Juan Pablo II y su continuidad con Benito XVI. Me refiero, específicamente, a lo que me parece es una incapacidad, inadecuación, o como quiera llamarse, para "ver la realidad". La incapacidad cultural de Juan Pablo en distinguir "teología de la liberación" de "marxismo", o la identificación entre "Polonia" y "México" podría ser un buen ejemplo. La reciente conferencia de Ratisbona, muestra a un Papa desorientado que no parece distinguir entre su "ser profesor" y su ser "obispo de Roma", lo que ciertamente es distinto. Su incapacidad de mirar la "Iglesia toda" identificándola con "catolicismo europeo" me parece preocupante. Pero lo cierto es que –lo dije desde el comienzo del pontificado- eso es lo grave de elegir un Papa que no tiene ninguna experiencia pastoral (también lo dijo –genéricamente, antes de la elección- el cardenal Hamao, para ser exactos). Confundir la realidad con los libros puede ser muy peligroso.

En el actual contexto eclesial argentino, un tema importante es la relación del episcopado con el Gobierno. Es cierto que nunca ha habido una reunión de "cúpulas" entre las máximas autoridades del Episcopado y del Ejecutivo, pero sobre esto me surgen algunas preguntas:

  • ¿es real que el episcopado mira negativamente la política de Derechos Humanos del actual gobierno? Más allá de destempladas declaraciones de algún obispo aislado, no consta más que por trascendidos que habría disconformidad, pero la poco feliz alusión del Cardenal a la "memoria" de "cuando nos tratamos como hermanas y hermanos" puede ser peligrosa: ¿a qué momento histórico se refería el cardenal? Un país siempre dividido desde un comienzo como nación entre Saavedra y Moreno, unitarios y federales, porteños y provincianos, católicos y liberales, radicales y conservadores, peronistas y antiperonistas, ¿a qué momento fraterno se refería? Añado: es cierto que las palabras no tienen "propiedad intelectual", y por tanto, el término ‘memoria’ no lo tiene, pero en nuestro presente y contexto, aludir a la "memoria", para ponerse, aparentemente, en la "vereda de enfrente" al gobierno, parece tomar postura a favor de los que se niegan a la memoria histórica, hablando curiosamente de "verdad completa".

  • ¿es opinión personal o del Cardenal, los dichos del P. Marcó sobre el "presidente que alienta la discordia"? Es cierto que no sería bueno que un presidente aliente la discordia, como tampoco sería bueno que un cardenal primado sea obispo de una fracción... ¿En qué se alentaría la discordia? ¿Dónde? ¿Se refiere puntualmente al "caso misionero"?

  • Dentro de la actual composición del episcopado argentino, muchos pensamos que mons. Piña es un referente de lo mejor de nuestra ‘jerarquía’. En este sentido, supongo que su candidatura no debe gozar de unanimidad episcopal. Se dice que el presidente de la Conferencia Episcopal ha avalado su candidatura (lo que sería meramente simbólico, porque cada obispo es autónomo en su diócesis), e incluso varios obispos se han manifestado de acuerdo con su postulación. Piña –entonces en la hermana república del Paraguay- fue perseguido por la dictadura "stronista", y perteneció a una interesante "camada" de jesuitas catalanes entre los que se cuenta el mártir ‘boliviano’ Luis Espinal y el teólogo de la liberación Víctor Codina. En este sentido, el nombramiento de su sucesor, y amigo de Yabrán, primatestista y nada querido por sus hermanos curas de Córdoba, no hace sino sembrar sospechas sobre el tino, la oportunidad o la intención de la curia vaticana. Lo menos que podemos decir es que el nombramiento y la oportunidad no aportaron nada a la claridad y la paz, y sí mucho al desconcierto y desazón.

  • Finalmente, me parece muy preocupante que la Jerarquía episcopal esté apareciendo como un aglutinador de oposición... Muchos creemos que varios obispos miran este gobierno como ‘zurdo’, ‘abortista’, ‘enemigo de la Iglesia’ y otras abominaciones más, y no coincidimos en nada con esta mirada, aunque no concordemos en mucho con el ministro de salud, o con tal o cual política oficial.

El Gobierno.

Sobre muchas cosas del Poder Ejecutivo (lo distingo del Gobierno, ya que el Legislativo y el Judicial también lo son) también hay cosas que contribuyen a la confusión:

  • el Presidente y "los suyos" no parecen caracterizarse en lo más mínimo por su predisposición al diálogo y al encuentro. Por el contrario, cualquier cosa, la más pequeña que se interprete como "crítica", "desacuerdo", "diferencia" o "duda" ya es embanderada como "oposición. Eso es lo que podemos calificar de intolerancia, y me parece preocupante.

  • El presidente tiene todo el derecho del mundo a apoyar a Rovira (aunque no queda claro cómo "encaja" eso con su negativa –aparente- a una reelección), del mismo modo que muchos tienen derecho a oponerse. Sin duda, otros sectores -incluso corruptos- se acercarán a los opositores. Las dudas que se sembraron entonces sobre Puerta (amigo de Duhalde y de Macri) y todos los nichos de corrupción existentes durante su ejercicio (se hablaba de droga, tráfico de niños y de mujeres, contrabando, etc... algo de eso mostró el programa de ayer de "Mujeres Asesinas") no parecen haberse esclarecido, y sigue habiendo denuncias semejantes o similares... Lo que no parece que sea "derecho" del presidente, es acusar de todos los delitos posibles a los que se oponen a una reforma constitucional con el sólo objetivo de perpetuarse en el poder. Su referencia a Piña y confundirlo con la jerarquía cómplice de la dictadura, no sólo manifestó su ignorancia e intolerancia, sino que provocó otros dichos como los de mons. Martínez que sembraron aun más zanjas donde debería haber puentes de encuentro. Es cierto que muchos no sabemos dónde estuvo el presidente durante la dictadura, ni el origen de sus bienes que no parecen escasos, pero eso no nos permite ponernos en "otra vereda" en un tema tan sensible como el de los Derechos Humanos.

  • El ministro del interior, con su habitual locuacidad y verborragia, aludió a los dichos del P. Marcó. Él, tan crítico de los errores ajenos, como cuando la jueza confundió los cuadros de la Escuela de Guerra con la ESMA, confundió al vocero del Arzobispo, con el vocero del Episcopado (en este caso, el P. Oesterheld); pero esto no es problema. Lo cierto es que él ministro pidió una autocrítica al episcopado, el cual parece ser el único que puede mostrar haberla hecho. No nos consta que la "clase política" la haya hecho (como no la hicieron los empresarios, sindicalistas, periodistas, etc...). Muchos creemos que la "autocrítica" de la jerarquía eclesiástica fue absolutamente insuficiente y pobre, pero no parece el ministro el apropiado para pedirlo. H. Verbitsky, aludiendo al ministro y a su destemplado pedido a la jueza para que se calle afirmó que ella "tiene mucho más trayectoria en derechos humanos que aquel que la mandó callar".

  • Si bien es cierto que son preocupantes algunas reuniones de obispos con miembros de la oposición, y sería importante que las acciones eclesiásticas se caractericen por la transparencia, hay otras reuniones no menos preocupantes: las relaciones del Presidente con Daniel Hadad, por ejemplo, como la sensación que las "relaciones carnales" sólo han desaparecido del discurso, pero las acciones son siempre –o casi- bendecidas por el genocida "emperador del mundo".

"Los otros".

Ciertamente, este clima de división y enfrentamiento permite que otros contribuyan a la confusión:

  • ciertos sectores de ‘izquierda’ –o como se quiera llamar- critican al gobierno de culpabilidad en el "caso López". Una cosa es imprevisión, o incluso descuido, o actitud de patoterismo omnipotente, y otra muy diferente es "culpabilidad". Pero es frecuente en ciertos sectores ilustrados mirar la realidad desde "otros libros".

  • Sectores de la derecha ‘pseudo-democrática’ como muchos ‘Pro’, no sólo sacan a la luz su "catolicidad" sino también aprovechan para reiterar "lo malo que es este gobierno". Otra derecha ‘pseudo-democrática’ como alguna (‘ex?) ARI reclama "perdón y reconciliación" en pleno clima Etchecolatz besando la cruz y López desaparecido.

  • Otros sectores de la ‘derecha-más-derecha’ convocan a nuevas marchas para que Cecilia Pando y sus amigos manifiesten y critiquen. En lo personal no le niego a nadie el derecho a manifestar su dolor por un amigo o pariente víctima de un crimen, lo que de ninguna manera me transforma en cercano a su interpretación del mismo. Me parece bien que algunos manifiesten su dolor por un pariente o amigo asesinado, no me parece correcto que pretendan imponer –ya lo hicieron durante toda la dictadura- una interpretación que, además, proponen como "memoria completa". Sigo repudiando absolutamente la llamada "teoría de los dos demonios".

Nosotros.

Como grupo de "Curas en la Opción por los Pobres" (COPP) hemos hablado públicamente sobre varios de estos temas (ver nuestra declaración en www.curasopp.com.ar):

  • Hemos hecho llegar nuestra adhesión como grupo a mons. Piña y manifestado nuestro acuerdo con su postura crítica a la corrupción política y estructural en Misiones;

  • Hemos criticado la acumulación de más y más poder como forma de ejercicio de la política; creemos que esta debe buscar el "bien común", la "felicidad del pueblo";

  • Hemos manifestado nuestro acuerdo con la política de Derechos Humanos del Gobierno Nacional, reclamamos memoria, verdad y justicia, y reiterado nuestro rechazo a cualquier defensa pública o encubierta de la Dictadura Militar;

  • Hemos manifestado nuestro rechazo a cualquier intento de cooptación de las luchas y banderas que no tienen un solo dueño, aunque –en el caso de los Derechos Humanos- algunas aparezcan como bandera.

De algunos temas no hemos opinado como grupo, aunque quisiera dar una palabra personal:

  • repudio absolutamente la aparente situación de violencia y amenazas generadas en torno al genocida Etchecolatz, me solidarizo claramente con los amenazados y particularmente, deseo y reclamo la aparición con vida de J. J. López y el castigo urgente de los eventuales responsables;

  • quisiera que si la jerarquía eclesiástica cree que debe decir una palabra para iluminar, criticar o aportar en la actual situación, esta sea lo suficientemente transparente como para que no queden dudas de lo evangélico de su intención; no me alegraría, ni me identifico con gestos o palabras que parecen propias de partidos opositores. Demasiadas víctimas y mucho dolor han traído a nuestro pueblo y nuestra historia, la alianza entre sectores eclesiásticos y sectores del poder (habitualmente conservadores, y cercanos al poder económico);

  • rechazo todo intento de "cristiandad", y no quisiera que nunca más se pretenda identificar el "ser nacional" con el "ser católico", por más que muchos valores de nuestra cultura estén embebidos de valores evangélicos (lo que me alegra). Me parecería muy preocupante que la propuesta o proyecto "eclesiástico", para nuestro país y nuestro tiempo, sea un proyecto de "nueva cristiandad" en lugar de buscar anunciar la Buena Noticia del Reino a todas y todos;

  • en un momento del mundo de tanta confusión e intolerancia, quisiera que la Iglesia aparezca como hermana de judíos y musulmanes y enemiga de las guerras del petróleo, cercana a los pobres y distante de los ‘yabranes’ o sospechados de dependencia del poder; quizá también la Iglesia debería tener "memoria de los momentos de fraternidad" y no aparecer como defensora u ocultadora de ‘Grassis’ o ‘Baseottos’...

  • quisiera que el Ejecutivo y el Episcopado (no "el Gobierno", ni "la Iglesia") descubran la urgencia e importancia del diálogo y el encuentro. Esto no significa estar de acuerdo, ni complicidad. Simplemente mirar más allá, y buscar unos y otros el bien de aquellos con quienes unos y otros tienen una responsabilidad;

  • quisiera, finalmente, que en los temas principales pudieran darse debates serios (sin excomuniones anticipadas, o intolerancias mutuas) para ir trabajando todos –cada uno desde su lugar- por el país que soñamos, un país mejor para los pobres y donde todos puedan –de una buena vez- ser reconocidos como hermanos.
Pbro. Eduardo de la Serna
4 de octubre de 2006 (día de San Francisco de Asís, hermano universal)

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