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05oct15


Crónica de un asesinato anunciado


Lo que le pasó a Liliana Ledesma en septiembre de 2006 no fue una sorpresa. Las puñaladas que recibió fueron un mensaje mafioso que revelaba la codicia, el narcotráfico y el feudalismo de Salta. (F.A.)

El 21 de septiembre de 2006, Liliana Ledesma fue asesinada en el puente de Salvador Mazza de siete puñaladas. Su cuerpo quedó marcado por la mafia. En el rostro presentaba tajos que cortaban sus labios, en clara señal de haber sido silenciada. Su error fue denunciar los movimientos mafiosos que se realizaban en la zona y las vinculaciones con la política y el gobierno de la provincia.

"Una pequeña productora salteña fue asesinada hace diez días, luego de denunciar que el referente del gobernador Juan Carlos Romero en la localidad de Salvador Mazza había cerrado caminos vecinales para crear una zona liberada al contrabando de sustancias estupefacientes en la frontera con Bolivia. La boca de Liliana Ledesma, quien integraba la Asociación de Pequeños Productores de Madrejones, fue tajeada de arriba abajo, en señal de silencio para quienes la habían acompañado en un viaje a Salta. En la capital provincial habían denunciado al diputado provincial justicialista Ernesto José Aparicio. Una hermana del legislador, Graciela Aparicio, fue detenida como posible entregadora, luego de caminar junto a la víctima hasta el lugar en que dos hombres la atacaron a puntazos en la espalda, el abdomen y el pecho", resumía Horacio Verbitsky en Página 12, el jueves 5 de octubre de 2006.

El hecho fue el enésimo que "conmovió" a Salta, una provincia con tantos crímenes que podría dejar de conmoverse para empezar a acostumbrarse. Pero la costumbre puede traer la resignación. De alguna forma, conmoverse de manera constante es una muestra de que los asesinatos, a pesar de ser corrientes, nunca serán aceptados.

El 22 de noviembre de ese año, Clarín aseguraba que Ledesma, "una mujer de 37 años que vendía huevos", fue muerta tras denunciar que Aparicio "había mandado a matar de diez balazos a su marido, quien trabajaba para él como narco". "También contó que el diputado había comprado terrenos fronterizos en Salvador Mazza (supuestamente para traficar cocaína) y que los había cercado, con lo cual obligaba a muchos vecinos a tener que dar un rodeo por Bolivia para llegar a sus casas. Además, lo acusó de hacer allí un desmonte ilegal", continuaba el artículo.

"El día de su muerte, Ledesma fue conducida a una trampa por María Gabriela Aparicio, ahora detenida, quien la pasó a buscar y la condujo al sitio donde la asesinaron dos sicarios de los Castedo, los también apresados Aníbal Ceferino Tárraga (a) 'Any', y Lino Abdemar Moreno, contratados para cometer el crimen. Aparicio es hermana del diputado provincial justicialista Ernesto Aparicio, quien debió renunciar a su banca tras la conmoción generada por aquella muerte y, sobre todo, por la movilización popular que exige el esclarecimiento del hecho", publicó el Partido Obrero en su sitio, en un artículo titulado "Trastienda del crimen de Liliana Ledesma", del 23 de noviembre de 2006.

Unos días antes, el 19 de noviembre, el diario cordobés La Voz del Interior entregaba una nota que ponía el foco en el clima que se vivía en Salvador Mazza en esos días de misterio y miedo: "No importa el calor del trópico: el frío corre por los ojos de más de uno, aquí, en Salvador Mazza, la Pocitos argentina, última presencia previa al territorio boliviano. A todos les duele a gritos esa pasarela que atraviesa un arroyo y que une dos barrios de la ciudad, donde Liliana Ledesma fue asesinada (…) La mujer era madre de una nena de 9 años y viuda de Gilberto 'Gili' Villagómez, un reconocido narco boliviano acribillado a balazos el 3 de julio de 1999". "Mientras estuvo viva, Liliana siempre dijo que su esposo fue asesinado por reclamarle una suculenta deuda al ahora ex legislador", continuaba el texto, haciendo referencia a Aparicio.

El diario mediterráneo ponía el dedo en la llaga y decía lo que nadie quería afirmar desde el poder: "El crimen de Ledesma (…) puso en el primer plano la relación entre política y narcotráfico que existe acá, en la frontera caliente del norte argentino, donde el contrabando de drogas se ve como 'un trabajo que da trabajo', según relatan sus habitantes".

Lo que señalaba La Voz era lo que había expresado el entonces diputado Miguel Bonasso y que había sido publicado en Página 12 el 5 de octubre de ese año: "La codicia, el narcotráfico y el feudalismo que hay en Salta han cobrado otra víctima".

A fines de ese año, el 1 de diciembre, Cimac Noticias era uno de los medios que divulgaba una información que demostraba el alcance de los asesinos y su influencia: "Las y los trabajadores de dos medios independientes locales, FM Noticias y el Nuevo Diario, son víctimas de sistemáticas amenazas de muerte, a través del correo electrónico, desde que investigan exhaustivamente el crimen de la productora y militante rural salteña Liliana Ledesma".

El artículo explicaba que una de las periodistas intimidadas era Marta César, conductora del programa "Piquete y Cacerola", de FM Noticias. Agregaba que la mujer aseguraba que el asesinato de Liliana Ledesma era "apenas la punta del iceberg" de una provincia que además tenía asesinatos y ataques sexuales sobre los que no existían estadísticas oficiales.

El juicio

El 17 de mayo de 2010 comenzó en Orán el juicio por el asesinato de Liliana. Ese día, El Intransigente informaba que el hermano de la víctima, Jesús Ledesma, revelaba que su familia esperaba que el hecho no quedara impune como otros casos en Salta.

"La relevancia del caso obedece también a las sospechas de que detrás de este crimen (…) se encuentra una poderosa red internacional de narcotráfico, a la que muchos vinculan con el citado exdiputado (Aparicio), pero que tendría a sus máximos presuntos responsables prófugos de la justicia", expresaba Noticias Iruya.

Un artículo escrito por Paula Poma en Tribuna de periodistas durante la última semana del juicio describía a cada involucrado en el caso:


Reynaldo Delfín Castedo en el momento de su detención en julio del 2016

Reynaldo Delfín Castedo, conocido en Italia como jefe de un poderoso cartel.

Raúl Amadeo Castedo, al igual que su hermano y Aparicio, era investigado por distintos juzgados federales. En una llamada intervenida se lo escuchó decir: "¡¿Quién se cree esta boluda?! Yo te voy a decir una cosa, yo sé por dónde pasa el petizo (así se refieren a Jesús Ledesma, hermano de Liliana), a qué hora va. Yo sé que a las 7 de la mañana sale la otra conchudota, o sé a qué hora sale Pichi, yo sé por dónde anda. Sale por aquí, por aquí y por acá. La Negra (así le decían a Liliana) por aquí y por aquí, el otro petizo por tal lado (…)". Fue detenido el 20 de abril de 2007 en Santa Cruz de la Sierra, donde se lo buscaba por traficar más de 21 kilos de cocaína. Durante el juicio continuaba en Bolivia a la espera de ser extraditado.

Aníbal Ceferino Tárraga, pareja de Gabriela Aparicio, estaba imputado de "homicidio calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas". Fue reconocido por varios testigos el día del crimen, acompañado de otro sujeto visiblemente más alto, yendo hacia la pasarela donde mataron a Liliana y regresando de la misma durante la hora estimada del crimen.

Casimiro Torres, empleado de los hermanos Castedo. Su descripción coincidía con la dada por los testigos como uno de los tres hombres que estaban en la zona. En su teléfono aparecen innumerables llamadas con los imputados a quienes aseguró conocer de vista.

Lino Ademar Moreno gozaba de semi libertad por robo con arma y tentativa de homicidio. Numerosos testigos lo señalaron en el lugar de los hechos. Hombre robusto y de una altura inusual. Por el ángulo de las heridas se cree que fue quien empuñó el cuchillo con el que se le dio muerte a Liliana.

Patricia Alba Guerra, asistente social, prestaba servicios en la cárcel donde estaba detenido Lino Moreno, de quien se enamoró, a pesar que ello le costó ser echada de la casa materna y alejada de sus dos hijos. Su teléfono registra llamadas con los imputados. Está acusada de "homicidio calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en grado de partícipe necesario". Se considera que prestó una colaboración no esencial antes y después del hecho.

Juan Moreno, chofer de la ambulancia de Salvador Mazza y padrino en el casamiento de Liliana. A pesar de su relación con la familia Ledesma, aseguró que reconoció a Liliana recién en el hospital, después de trasladarla. Esa noche uno de los teléfonos del nosocomio registró una llamada al teléfono de Delfín Castedo y se cree que la hizo él. Está imputado por el delito de encubrimiento calificado

Tras casi un mes de proceso, llegó la sentencia. Estaban implicados Gabriela Aparicio, Tárraga, Addemar Moreno, Casimiro "Nene" Torres, Juan Moreno y Patricia Alba Guerra.

La sentencia

El veredicto se dio a conocer al mediodía del 14 de junio en el Tribunal de la Cámara del Crimen de la Ciudad de San Ramón de la Nueva Orán.

"El fallo unánime de los jueces Irene Acosta, Carlos Linares y Antonio Silisque coincidió con los pedidos que habían realizado los querellantes, representados por los abogados Pedro García Castiella y Daniel Tort, y el fiscal Mario Maldonado: prisión perpetua para María Gabriela Aparicia, Aníbal Tárraga, Lino Abdemar Moreno y Casimiro 'Nene' Torres; diez años de prisión para Patricia Guerra, a quien declaró responsable de haber prestado colaboración secundaria para cometer el crimen, y cuatro años de prisión efectiva para Juan Moreno, el chofer del Hospital de Salvador Mazza que llamó a Delfín Castedo (sospechado de haber ordenado el homicidio) para advertirle que Ledesma ya estaba muerta", informaba Salta Libre.

En 2015, Elida Romero, la madre de Liliana, declaró en FM Noticias: "Yo no tengo justicia todavía. El autor intelectual del crimen, Delfín Castedo, todavía anda libre. El juez Aramayo me dijo que no me preocupe, que iba a mandar a la brigada a buscarlo y es mentira, todos están prendidos, desde la policía a la gendarmería, ellos trafican con los narcos aquí".

[Fuente: Cuarto poder, Salta, 05oct15]

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