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01feb11
La plaza de Río Colorado
Un espacio simbólico de múltiples significados y con un carácter de conjunto, cuya preservación es de grave interés público.
En el debate de estos días, acerca de la eventual reforma del espacio de la plaza San martín de Río Colorado, haré expreso mi parecer sobre algunos puntos que considero básicos.
En cuanto a mis títulos y antecedentes para hacerlo, creo que la calidad misma de una argumentación debería eximirnos de presentar los antecedentes de quien opina. Los argumentos valen o no valen por sí mismos, más que por los títulos o la autoridad presunta de la persona que los formula. Pero en atención a que alguien se pueda preguntar desde qué posición estoy argumentando, quiero indicar que, entre otros antecedentes, en esta cuestión: he realizado trabajos sobre patrimonio arquitectónico en la Patagonia para el Fondo Nacional de las Artes (relevamientos del hotel Jalil y Estancia Pilcañeu, en Pilcaniyeu, año 1997); he formado parte del movimiento que defendió con éxito la integridad y carácter público del Centro Cívico de San Carlos de Bariloche ante el intento de privatización dirigido por la ingeniera María Julia Alsogaray (1996/'97); he sido coordinador de la mesa de patrimonio cultural y educación en el congreso del Hombre Americano en Cosquín (Pcia de Córdoba) año 2002,; he dictado cursos y talleres en la ciudad de Villa Carlos Paz y en Córdoba Capital (2001/2006); he recibido distinciones por mi trabajo sobre patrimonio cultural en Internet, que fue declarado de interés cultural por la Legislatura provincial de Río Negro y por la Cámara de Diputados de la Nación; y ha sido distinguido junto con el diseñador Néstor Martínez, para presentar trabajos en Alejandría 2002 y en Viena 2003.
Cumplida esta formalidad previa, paso a resumir algunos argumentos que creo hacen al caso de la Plaza San martín de Río Colorado:
La Plaza San Martín es un "bien patrimonial"
(En tanto integra un patrimonio cultural).
La Plaza San Martín es patrimonio histórico y sitio de memoria: Este espacio público ha sido el lugar en que se produjeron hechos significativos para la comunidad local, y se reflejaron hechos nacionales trascendentes. Las tres puebladas más importantes de la segunda mitad del Siglo XX y comienzos del XXI, las celebraciones colectivas de fechas imborrables para la historia nacional, las reuniones masivas con motivos de noticias que conmovieron al país (2 de abril de 1982 por ejemplo), todo ello tuvo su escenario en esta plaza. Aquí, en 1984, una multitud de ciudadanos, con el auspicio de todos los partidos, se pronunció por la revisión de la deuda externa ilegítima, acto único en el país; los actos por la memoria y la justicia han tenido en esta plaza su lugar indiscutido; los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo han sido representados en su ambulatorio en torno al busto de San Martín. Sus componentes básicos (espacio ante la sede de las autoridades, mástil con gradas, busto del libertador, ambulatorio en torno al mismo) configuran y dan sentido de pertenencia nacional a este conjunto.
En este sentido, la plaza es EL ESPACIO HISTÓRICO LOCAL por excelencia; ESPACIO DE MEMORIA Y DE HISTORIA VIVA. Alterar sus rasgos fundamentales es desnaturalizar esa memoria histórica. En momentos en que vemos felizmente que en nuestra argentina se difunde la idea de resguardar los SITIOS DE MEMORIA (como los define la UNESCO) este desguace de un sitio de memoria para transformarlo con objetivos no muy claros, quizá en un playón polideportivo y de espectáculos, es cuanto menos, desafortunado y poco conciente de las valoraciones colectivas y de los criterios científicos vigentes.
La Plaza San Martín como conjunto integra el patrimonio cultural de la localidad.
Insistiremos en el carácter de conjunto de este espacio. Para hacer más gráfica la situación, supongamos que alguna autoridad nacional le pareciera conveniente llevar la pirámide de mayo a puerto madero, o instalar el célebre balcón de la casa rosada en un Shopping. Sin necesidad de mayor profundización conceptual, diríamos que lo que quede allí, en la Plaza de Mayo, ya no sería lo mismo, ni revestiría la misma significación.
De igual modo, en el caso que abordamos, el conjunto está constituido por elementos inseparables: el mástil con su gradería, el busto de san martín (que siempre ha ocupado el centro del pueblo, sea en Buena Parada, como en la plaza original de Villa Mitre, como ahora en este sitio), los espacios de desplazamiento en torno a ellos, lo que denominamos "ambulatorio", componen este conjunto. La suma de espacio de circulación, ícono del libertador y lugar donde se enarbola la bandera nacional, es central desde lo simbólico: andamos en torno a esa imagen, circulamos en torno a ella, para expresar nuestros pedidos de libertad, justicia y verdad; nos amparan los colores nacionales, y en ellos nos sentimos incluidos. Disociar este conjunto es desnaturalizarlo, es un descuartizamiento simbólico que quita vigencia a conjunto.
La modestia de los bienes patrimoniales que integran la plaza, desde el punto de vista histórico o arquitectónico, no debiera llevarnos a desmerecer su básica trascendencia. Modesta es también la apariencia de la Pirámide de Mayo; el Cabildo no era una obra de avanzada en arquitectura; el Obelisco no parece revestir especial gracia o elegancia. Empero, el sentir y la presencia de las comunidades les otorga relevancia histórica, cultural y vital, y hace que la idea de alterarlos o aún cambiarlos de lugar, parezca descabellada para la conciencia de los habitantes.
La Plaza San Martín cumple una función política para la sociedad local.
Queda señalado que las grandes transformaciones o los eventos históricos más significativos, han tenido por escenario esta plaza. Abundando en ello, señalaremos que la plaza es el espacio de manifestación, y aún eventualmente de protesta, de la comunidad. Estos espacios, precedidos por símbolos de pertenencia y ubicados en relación directa con las sedes de las autoridades locales, son por conformación histórica, herederos de las plazas capitulares y plazas de armas tradicionales en el país. El ámbito político que ellas constituyen hizo posible poner en movimiento ada menos que la Revolución de Mayo y sus similares en otras ciudades del interior, así como una extensa lista de episodios de nuestra historia, cuyo detalle sería demasiado extenso para este documento. De haber estado la Plaza de la Victoria como entonces se la llamaba, a veinte cuadras del cabildo, o de la fortaleza, cual habría sido el espacio matriz para la Revolución de Mayo).
Remarcaremos una vez más que la Plaza tiene sentido como conjunto vinculado a la sede de las autoridades, allí donde está y con los componentes que la constituyen. Su desguace afecta seriamente la vida política y civil de la localidad.
Los actos escolares, si se retira el mástil mayor, tendrán que ser realizados en un lugar alejado de la sede de la autoridad local; las manifestaciones políticas populares dejarán de estar relacionadas con los símbolos de pertenencia nacional. ¿Se pretenderá desarticular este espacio con propósitos tales?
<Gravedad de la cuestión en debate:
Este es un caso único en la historia del patrimonio cultural en Argentina.
El avance con topadoras sobre una plaza pública a la que se pretende desarticular, la apelación a la fuerza policial para avanzar en una obra que agrede a un espacio simbólico, son hechos tristemente únicos y de gravedad inusitada.
Más allá de la anécdota local, interesa destacar que los bienes simbólicos no sólo nos pertenecen a todos; también son aquello que nos unifica como pueblo, como entidades colectivas. En los símbolos hallamos fuerza, motivos para luchar, representaciones en lo colectivo con las que identificarnos. Por ello es cuestón de grave interés público la defensa de un espacio simbólico central y matriz para una ciudad, cual es la Plaza San Martín.
Hay formas de procedimiento que deberían observarse para mejorar la presentación de un bien simbólico.
Con lo antedicho no queremos desconocer que hay ocasiones, para la mejor preservación y puesta en valor de un bien del patrimonio simbólico, conviene alguna modificación de sus circunstancias. Para volver sobre ejemplos muy acudidos, así ha sucedido con algunos Cabildos provinciales y con el de la Plaza de Mayo; y también con la Casa de Tucumán. Cuando se debe proceder a una modificación en este sentido, hay procedimientos que vienen dictados no sólo por las cartas de la UNESCO y por la legislación nacional, sino por la más elemental sensatez. La convocatoria a la presentación de ideas (siempre con el propósito de mejorar la conservación y la presentación del bien); el debate entre distintos proyectos; la audiencia pública con participación libre y abierta; todos estos modos permiten que algo tan simbólico como es el patrimonio simbólico de una comunidad, cuando es de algún modo intervenido, lo sea del modo menos lesivo posible al sentir del conjunto social. Cuando no se procede así, la autoridad está olvidando una de sus funciones básicas, que es la preservación de la sociedad de la cual es mandataria. Afectar sus símbolos con un proceder inconsulto y arbitrario, es atacar las bases culturales de la sociedad.
Licenciado Ramón Minieri
Río Colorado, 01 de febrero de 2011
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