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09oct06
El derecho de pernada
La República democrática fue pensada para impedir el crecimiento desmesurado, criminal y hasta grotesco del poder como el que nos aflige hoy en Santa Elena. Lo que equivale a decir que no hay República democrática en la pequeña localidad entrerriana.
El abuso de poder, el caudillismo feudalista del derecho de pernada, está inscrito en el genoma del poder, como éste lo está en el de todo colectivo, incluso cuando madura y se convierte en sociedad. La sociedad siente horror ante el vacío de poder, y si no lo ejercen unos, otros lo harán, irremisiblemente. Esa es la norma que motiva a quienes abusan del poder.
La República democrática fue pensada para impedir el crecimiento desmesurado, criminal, y hasta grotesco del poder como el que nos aflige hoy en Santa Elena. Lo que equivale a decir que no hay República democrática en la pequeña Santa Elena, en el departamento La Paz, en la provincia de Entre Ríos, en la Argentina..- o que su debilidad es tal que abusos como este -nada raros en el país- son posibles, y permiten que sus autores chapoteen en la impunidad ante la impotencia de la sociedad reducida a colectivo de gentes yuxtapuestas, súbditos y ya no ciudadanos.
La apisonadora de las privatizaciones que desmantelaron al Estado y aplastaron a la ciudadanía bajo las ruinas, engordando a las mafias viejas y nuevas, locales y foráneas, que viven del abuso de poder, se instala en el país por medio del terrorismo oficial que diezmó a la población durante las dictaduras (1974-1983), completado por el continuismo legalizante y multiplicador de lo actuado, con su efecto subdesarrollante, fragmentador, desinstitucionalizador.
No perdamos de vista que tras las agresiones a este periodista hay un intendente que fue procesado con todas las garantías republicanas y condenado por enriquecimiento ilícito; un gobernador que modificó a su antojo la Ley de Municipios para que reo tal pudiera seguir siendo intendente. Un gobierno central que lo permite, unos diputados provinciales que avalan al arbitrario gobernador, una Judicatura que calla ante la burla de la ley, un ex vicegobernador, culpable de robo al erario público, que es intendente con el voto de los electores. Y una prensa que, con honrosas excepciones, calla y otorga.
¿De qué va a vivir la familia del desocupado por la ruina planificada que recibe los centavos del Plan de Ayuda Jefes y Jefas de Familia, si se opone al todopoderoso caudillo local? ¿Cómo va a acudir a la Asistencia Pública, o a alquilar una vivienda si la patulea de mercenarios asalariados con fondos públicos vigila para que sólo puedan hacerlo los afectos, y no los desafectos? Muy pocos se atreven a disentir, a denunciar, cuando pueden cerrarle puertas, golpearlo, balearlo...
Nada de esta enjundia antirepublicana, antidemocrática, sería posible sin aquellas dictaduras y sin la reducción de lo demócratico a este nivel de democratismo esperpéntico, donde puede haber un juicio con condenas de mentirijillas, unas votaciones periódicas no vinculantes, unos pocos que denuncian con tanto peligro pero no son escuchados por las instituciones vaciadas, una Constitución vigente como el papel mojado.
No cae un rayo de un cielo sereno. Santa Elena es producto de todo esto.
[Fuente: Por Jaime Naifleish, Cronista Digital, Paraná, Entre Ríos, 09oct06]
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