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04abr08
A un año del asesinato de Fuentealba en Arroyito esperan una multitudinaria marcha
La marcha se hará por el centro de la ciudad y finalizará con un acto que se realizará en la Ruta 22 y calle Río Negro.
Se estima que más de 25 mil personas se movilizarán hoy por las calles de esta ciudad, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del docente neuquino Carlos Fuentealba.
La marcha concentrará a dirigencias gremiales, trabajadores autoconvocados de la educación de varias provincias, y a la sociedad en general, bajo la consigna: "Juicio y Castigo a los responsables del asesinato del maestro Fuentealba".
La caravana de manifestantes partirá a las 10 desde el Monumento al General San Martín. Desde allí se dirigirá hacia el edificio del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), donde se detendrá unos instantes para realizar un breve acto simbólico. Luego se trasladará hasta Casa de Gobierno y desde ahí hasta la oficina del juez que lleva la causa, ubicada en Santiago del Estero 40.
La movilización retomará el recorrido por la calle Salta, y, por Lainez, bajará hasta la Ruta 22 hasta llegar a la intersección con Río Negro, donde se montó un palco para la realización del acto central. Durante la ceremonia está previsto que hable la viuda del docente asesinado, Sandra Rodríguez, el secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén, Marcelo Guagliardo, y un representante de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA).
Además, pronunciará un discurso por primera vez en un acto de estas características Gabriela Banilla, coordinadora de Sudamérica por la Internacional de la Educación- sindicato que nuclea a los trabajadores del sector de todo el mundo.
Marcha pacífica
El secretario general de ATEN instó para que la marcha se desarrolle de manera "pacífica", teniendo en cuenta la enorme cantidad de gente, independientes al ámbito educativo que se alzarán por la misma causa.
"Pretendemos superar el número de manifestantes que nos acompañaron el año pasado", expresó Guagliardo. Y agregó: "Esto tiene que ser una muestra de unidad que hay que transmitir a todo el país, en el que quede claro el mensaje: Basta de impunidad".
El año pasado, el 9 de abril, se realizó una emotiva movilización a horas de confirmarse el deceso del docente. Se espera este año igualar o superar la asistencia para fortalecer el espíritu que alienta el reclamo de justicia.
Por la muerte del docente está acusado el policía Darío Poblete, a quien se le sustanciará un juicio oral
Para las 12 de hoy está convocada una movilización hacia la Casa de Neuquén ubicada en la ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Asistencias confirmadas
Participarán del acto miles de manifestantes provenientes de distintos puntos del país. Entre los dirigentes sindicales que ya confirmaron su presencia se encuentra el secretario general del gremio docente de Santa Cruz, Pedro Muñoz y el de Río Negro, Marcelo Nervi. Además, desde esta provincia se prevé la asistencia de unas 4 mil personas.
Chubut y Tierra del Fuego también enviaron representantes que acudirán al acto de este mediodía.
Por otra parte, hay numerosas organizaciones del interior del país, como Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Salta que estarán presentes en la movilización.
Desde Buenos Aires se prevé la llegada de 10 micros con manifestantes que apoyan el reclamo de justicia.
Además concurrirán integrantes de la Conadu Histórica, y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En tanto, los trabajadores de la educación de Amsafe Rosario y San Lorenzo decidieron realizar un paro de 24 horas con el apoyo de 4.000 afiliados.
Además, harán paro las seccionales de Suteba: Bahía Blanca, La Plata, Quilmes, General Sarmiento, Berazategui, Lomas de Zamora, Esteban Echeverria-Ezeiza, Las Heras-Marcos Paz, Escobar.
Este llamado a paro es apoyado también por las minorías de las conducciones de Suteba de La Matanza, Lanus, Mar del Plata, San Martín y Tres de Febrero. Habrá movilizaciones en Formosa y Santiago del Estero.
Gesto nacional
El ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, encabezará hoy un acto en memoria de Carlos Fuentealba, al cumplirse un año del crimen del maestro durante una protesta docente en una ruta de Neuquén, cuando el entonces gobernador Jorge Sobisch ordenó reprimir la marcha.
El funcionario presidirá la ceremonia a las 16.30 en el Salón Leopoldo Marechal del Palacio Sarmiento (Pizzurno 935), donde también estarán presentes representantes de los sindicatos docentes nacionales, informó la cartera en un comunicado.
Asuetos
La medida del gobernador Jorge Sapag de decretar asueto escolar argumentando la necesidad de reflexionar sobre el hecho de violencia que culminó con la muerte del profesor del CPEM Nº 69 Carlos Fuentealba, fue imitada por los intendentes de Neuquén, Centenario y Junín de los Andes. Lo resolvieron para permitir la asistencia a la marcha de los empleados municipales.
La Universidad Nacional del Comahue decretó asueto administrativo y académico de 10 a 15, y el Sindicato Ceramista de Neuquén resolvió un paro que afectará las cuatro fábricas de la provincia.
Las seccionales de ATEN de Senillosa y Plottier harán un acto a las 17 en el monolito que recuerda el lugar donde fue herido de muerte el docente neuquino, sobre la Ruta 22. Al mediodía está convocada una marcha en la sede de la Casa de Neuquén en Perón 687 de la ciudad de Buenos Aires. El gobierno de Mendoza decretó que hoy se realice una hora de reflexión en las escuelas donde se leerá un documento referido al respeto de los derechos humanos y el asesinato del docente.
Cambió el marco político
Las relaciones entre el Gobierno y el gremio mutaron de negro a blanco en un año. Neuquén estará en el centro de la escena nacional.
Como hace un año, los ojos del país estarán enfocados en la provincia de Neuquén, luego de que aminoró el impacto por la controversia campo-Gobierno nacional. Los principales protagonistas tomaron nota de esta circunstancia y actuaron en consecuencia. El gremio de los maestros desarrolló una prolija organización bajo la histórica consigna que enarbola desde el año pasado en la que pide sanciones al responsable político de la represión de Arroyito. El Gobierno provincial emparejó el envido y decretó asueto escolar fundamentando la necesidad de reflexionar en el ámbito educativo sobre el hecho que terminó con la muerte del profesor de una escuela secundaria de uno de los barrios más populosos de la ciudad de Neuquén.
Hoy se hará en la ciudad una marcha nacional que se desarrollará en un escenario distinto de relaciones Gobierno–gremio, dejando en evidencia que los protagonistas están unidos por un blanco en común. La confrontación casi por definición de los últimos años dejó lugar a la convivencia respetuosa.
A un año de la represión en Arroyito, Poblete, el único policía imputado
La Justicia comprobó que la muerte del docente fue causada por un elemento "totalmente compatible con una granada de gas lacrimógeno."
Según la calificación impuesta por el juez, homicidio agravado por su condición de policía y por el uso de un arma de fuego, el cabo primero José Darío Poblete podría ser condenado a 25 años de prisión por el asesinato del maestro Carlos Fuentealba. La suerte del uniformado comenzará a sellarse cuando el próximo 4 de junio comience a ser juzgado.
El homicidio de Fuentealba ocurrió el 4 de abril de 2007 en la Ruta Nacional 22, a la altura del paraje Arroyito, durante una manifestación de docentes que reclamaba un aumento de sueldo.
Las pruebas recolectadas desde el inicio de la investigación fueron categóricas, a tal punto que pocas horas después del episodio Poblete fue detenido por orden del juez Cristian Piana y por pedido de la fiscal Sandra González Taboada.
Los cinco policías del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP) que ocupaban una Trafic negra vieron que un efectivo ajeno a ese grupo abordó el vehículo, instantes después de que una granada de gas lacrimógeno impactara contra la luneta de un Fiat 147 y destrozara el cráneo de uno de sus ocupantes: Carlos Fuentealba.
El testimonio de esos uniformados, sumado al de una docente que logró reconocer a su autor, resultaron ser piezas clave para el expediente judicial.
La misma tarde de los hechos, la fiscal pidió a la jefatura de Policía, por entonces a cargo de Carlos Zalazar, el listado de todos los efectivos que participaron del operativo de despeje de la ruta. Era un grupo reducido de uniformados proveniente de Cutral Co, convocado por la Jefatura policial. Ese mismo grupo se reunió de manera reservada con el entonces subjefe policial, Moisés Soto, para revelarle qué había ocurrido en Arroyito y quién había sido el autor del disparo.
El apellido del policía en cuestión corrió primero por los despachos de las más altas autoridades policiales y la versión se trasladó a las oficinas políticas. En la ruta, y al momento del hecho, estaban el subjefe de la fuerza, Moisés Soto, el responsable del operativo, Mario Rinzafri, y el subsecretario de Seguridad, Raúl Pascuarelli.
El 5 de abril, a las diez de la noche, el juez Piana dio luz verde al pedido de detención de Poblete solicitado por la fiscal. La medida se concretó el 6 a la una de la madrugada en Zapala.
Poblete se negó a prestar declaración indagatoria.
La autopsia determinó que murió como consecuencia de un impacto con un elemento contundente, romo, contra el cráneo, provocándole pérdida de masa encefálica. A las 5 de la tarde de ese 5 de abril se le diagnosticó la muerte cerebral y a las 11 de la noche se lo desconectó del respirador artificial.
Luego fue el turno de las pericias forenses. La más importante fue la que identificó al elemento agresor: la cápsula de granada de gas lacrimógeno que fue secuestrada del interior del Fiat 147 que ocupaba Fuentealba en el asiento trasero. Posteriormente se afirmó que el disparo fue ejecutado a una distancia de entre 3 y 7 metros, directamente a la luneta del vehículo.
El impacto
El médico del Poder Judicial, Carlos Losada, afirmó en su informe que "la muerte de Carlos Fuentealba se produjo por traumatismo craneoencefálico grave por acción de un misil que actuó por peso y a una velocidad intermedia; este impacto causó un hundimiento localizado del hueso, con fractura estelar, siendo su epicentro el mismo lugar del impacto el cual se difundiera hacia el basal causando fractura de peñasco izquierda y celdillas etmoidales derechas; es, en definitiva, el mecanismo de muerte y la causal un misil no identificable por su impronta en el cráneo".
El Centro Atómico Bariloche le puso nombre y apellido al arma utilizada. Según ese informe, el elemento agresor es "totalmente compatible con una granada de gas lacrimógeno."
Para entonces, Piana había cerrado el círculo: el sospechoso había sido identificado y se pudo reconstruir la mecánica del hecho, por lo que el 25 de abril dictó el procesamiento con prisión preventiva para Poblete. Le impuso la figura penal de homicidio agravado por su condición de policía y por el uso de arma de fuego.
"Directamente y a un metro"
No menos contundente fue el testimonio de J.P., quien declaró que luego de caminar varios kilómetros en dirección a la estación de servicio "imprevistamente el vehículo policial que marchaba delante de la columna, sobre la cinta asfáltica también, detuvo abruptamente la marcha para descender del mismo al menos tres efectivos policiales empuñando armas largas y uno de ellos, al que no pude ver en detalle y al que no podría reconocer en caso de volver a verlo, deliberada e intencionalmente efectuó un disparo con el arma que asía con sus manos a un automóvil marca Fiat 147 color blanco, y a una distancia no mayor a un metro, pudiendo observar en ese momento el compareciente que de dentro de dicho rodado comenzó a salir una gruesa columna de humo, produciéndose en ese momento una dispersión y corridas generalizadas, ya no pudiendo ver nada más...".
"Se volvieron locos"
G.A. era el conductor del Fiat 147 que fue blanco del disparo efectuado por Poblete con su pistola lanzagases. El joven, en un pormenorizado relato efectuado ante el juez Piana, dijo que no conocía a Fuentealba y que invitó a subir a su vehículo al auto a cinco personas, entre ellas a la víctima, por la manera violenta en la que los grupos policiales "arreaban" a los manifestantes cuando ya se retiraban de la ruta.
G.A. contó que "iban como arriándonos. De repente, comenzaron los policías a tirar gases y a apurar la marcha; disparaban, pasaban con las Trafics y nosotros teníamos que acelerar, pero teniendo cuidado porque la gente que iba delante de nosotros (muchos caminando) no sabían lo que pasaba atrás y mantenían el paso de hombre. Aquí yo ya estaba con S. y lo invité a subir… allí subieron cinco compañeros, prácticamente se tiraron sobre el auto, ya que los policías apuraban con las Trafics… entre ellos subió Carlos, a quien yo no conocía hasta ése momento"
Prosiguió el relato con detalles del momento en que uno de los policías enganchó la correa de su arma con el espejo retrovisor, lo que habría provocado la reacción de Poblete. "En la fila derecha había más gente y yo no podía cruzarme fácilmente; cuando lo intenté otros policías me cortaron la circulación, no permitiéndome ésa maniobra… yo entonces en un momento hago la maniobra, me adelanto al auto que tenía en mi derecha y los policías que tenía de frente ahora, seguían de espaldas a mí… y a uno de ellos se lo enganchó o golpeó el arma con el espejo retrovisor izquierdo de mi auto; ahí se volvieron locos y comenzaron a disparar a mi auto; en ése momento sentí un sonido de bala distinta, que pensé que era una 9 milímetros o un arma de fuego y aceleré a todo lo que podía; a los cinco segundos, comenzó a salir el gas a centímetros de mi cabeza; yo todavía tenía las ventanas cerradas; durante otros veinte segundos conduje a ciegas, rápido, sin saber lo que hacía, ya que me estaba asfixiando… cuando puedo frenar salgo y comienzo a convulsionar en el piso… no sé qué pasó con mis otros compañeros que iban en el auto… en cuanto la granada, explotó y yo no ví más nada…" .
El día que el maestro no volvió
Su compañera sandra y los docentes que lo acompañaron en la manifestación recuerdan aquel fatídico 4 de abril.
«Minutos antes hablé con él»
Sandra Rodríguez relata que Carlos la llamó durante todo ese día. «No nos van a dejar llegar a Arroyito», le dijo antes de irse.
"Esa noche charlamos sobre la manifestación. Yo pensé que, como en la asamblea había votado a Arroyito, tenía que ir yo. Pero él me dijo que no era estratégico: ‘Yo voy a ir’".
Así recuerda la discusión de aquel momento Sandra Rodríguez, cuando su compañero Carlos Fuentealba tomó la decisión de ser parte de la protesta del fatídico 4 de abril de 2007.
Pasadas las cinco de la mañana, el hombre se despertó y salió de su casa. "Es mejor que vos te quedes con las nenas. Sino ellas se van a preocupar mucho, mejor que uno de los dos esté acá para responder", recuerda Sandra que le dijo antes de irse.
Fue así que Carlos Fuentealba partió. Tranquilo y sin miedo. Sin siquiera imaginar la represión que vendría. "No te preocupes que yo voy a volver pronto. No nos van a dejar llegar a Arroyito", le aseguró a su mujer.
Hoy, a un año del día que no volvió a su casa, Sandra Rodríguez se estremece al recordar que hacía muy poco que Carlos Fuentealba se había recibido de maestro. "Esa es una de las cosas que más me duele porque le costó muchísimo llegar a recibirse y fue muy corto el tiempo que pudo ejercer", dijo Sandra.
Se había recibido en 2004. Antes, fue obrero de la construcción, trabajó como empleado de comercio, en una juguera y también debió soportar los duros momentos de la desocupación. "Desde que me conoció siempre se inscribía para estudiar como maestro. Pero bueno, el tema de las nenas chiquitas y la falta de estabilidad laboral generó por muchos años que no pudiera estudiar", aseguró Sandra.
Serena y emotiva, Sandra remarca que a Carlos siempre le pesó más mantener económicamente a la familia que tener la posibilidad de estudiar. Recién pudo concretar aquel viejo desafío tres años antes de su muerte.
Sol negro
Las vivencias de aquel día son inevitables. No esconde que las últimas palabras de su compañero resuenan una y otra vez en su cabeza. "Minutos antes de su muerte pude hablar con él. Durante todo el día me llamaba y me iba contando lo que pasaba. Pero no se esperaba lo que pasó", explicó.
Recuerda que aquella mañana del 4 de abril escuchaba la radio, estaba pegada al teléfono y con el celular en la mano. "Llamaba y llamaba y no atendía. En ese momento, un periodista que estaba transmitiendo en vivo dijo que el accidentado se llamaba Carlos, y ahí supe que era él", revive Sandra mientras su rostro enfatiza la dureza del recuerdo.
Antes de ese momento, Carlos Fuentealba se comunicó con su mujer tras las primeras dos olas de la represión que sufrieron los maestros en la ruta. En el último llamado, le dijo que no se preocupara porque ya estaban volviendo a Senillosa.
Carlos y Sandra se habían conocido en 1989 y estaban por cumplir casi 18 años de compartir el camino. "Era una persona sumamente tierna, muy sencilla, pero también muy sabia, como un militante de la vida. Siempre, tanto a mis dos hijas como a mí, nos protegió, nos apuntaló. Aunque nos dio todas las armas para que seamos independientes", se emociona Sandra.
«Sentía una gran deuda por volver»
Compañero en el CPEM 69, Gustavo Arderiu regresó a Arroyito. «Tuve mucho miedo ese día», dijo.
«Lo vi tirado en el piso, sabía que era él por su campera violeta. Pero no pude llegar, estaba muy cerca, pero me bloqueé. Por eso quería volver a Arroyito. Sentía una gran deuda».
Las palabras de su compañero en el CPEM 69 Gustavo Arderiu resuenan una y otra vez mientras camina por la banquina de la Ruta 22 buscando errante, quizás, algún testimonio de la tragedia. En un momento, su mirada se detuvo en la foto de Carlos y los recuerdos parecieron llegar todos juntos a su mente. «De la secuencia no me olvido más. La ambulancia, Carlos con la cara destrozada, tenía un agujero en la cabeza», expresó Gustavo. Rápidamente, recuerda como un acto reflejo que «nadie estaba preparado para lo que pasó. Ningún docente se imaginaba una posible represión».
Con la primera granada, Gustavo comenzó a correr y se perdió de aquellas compañeras con las que viajaba. «Recién en la estación de servicio lo vi a Carlos. De ahí hasta lo que pasó recorrimos seis kilómetros. Imaginate lo que era eso. Todos tratando de subir a los autos, corriendo para el campo, humo, ruido», enumeró con el dolor inocultable en sus facciones.
Y sus ojos caen al recordar el estruendo que generó la granada dentro del Fiat 147. «’Nos están tirando a nosotros’ gritaban las mujeres que iban en el auto. Ahí nos dimos cuenta que el 147 estaba lleno de humo. Vimos cómo los chicos sacaban a un compañero y dentro del ruido se generó una nube de silencio», recordó Gustavo. Fue allí cuando se quedó al lado de la ambulancia, escuchó los gritos de sus compañeras cuando lo levantaban y observó cuando lo cargaban. «No tuve el valor de acercarme, no sé, tuve mucho miedo», dijo con amargura. «Lo que pasó nunca voy a poder sacarlo de mi mente», agregó.
«Carlos siempre buscó ayudar»
El rostro de Rosana Campos se estremece, se conmueve, se llena de bronca. La docente es una de las últimas personas que estuvo con Carlos Fuentealba y rememorar aquella imagen del rostro ensangrentado de su compañero hace caer sus ojos una y otra vez.
Rosana también se levantó temprano. En la esquina de Ruta 22 y Godoy se encontró con Carlos a las 6 de la mañana. Tras un rato, se subieron al auto de dos compañeros rumbo a Senillosa. «Seguro que no nos van a dejar cortar. Pero mirá flaca, la primera bala que tiren nos volvemos y rodeamos la Casa de Gobierno», cuenta Rosana que le repitió Carlos varias veces. La mujer recuerda que, ya en ese viaje en el auto Corsa, sabían que en Arroyito los estaban esperando. «Muchos se quedaron en la estación de servicio, nosotros fuimos en el auto hasta el puente. Había policías por todos lados. Me dio miedo y por eso me ponía atrás de Carlos. Me sentía protegida por él», dijo. Tras la primera ola de represión, Rosana corrió junto con Carlos Fuentealba buscando escapar de los hombres con máscaras y el camión hidrante. «Nos cruzamos con una compañera que estaba arrodillada y vomitando. Y Carlos me pidió que vaya a buscar agua al auto para ayudarla», se exalta Rosana. «Hasta el último momento, siempre buscó ayudar. Se aseguró de que yo tuviera un pañuelo porque el olor a los gases era tremendo», agregó. Pero los gases volvieron. También las corridas. «Fuimos hasta la estación de servicio y otra vez nos volvieron a reprimir. Desde allí veíamos como un tipo grandote de camisa blanca les disparaba a los compañeros», relata.
Tras la confusión, Rosana volvió a encontrarse con Carlos. También con los otros dos compañeros del auto en el que habían llegado. A los pocos metros, observaron a otros docentes con problemas en el auto y bajaron a ayudarlos. En ese momento, Rosana y Carlos se separaron. Ella siguió en el auto y Carlos caminando por la ruta.
Pero otra vez, la represión. «Era horrible. Todo. Un policía me miró tras el vidrio del auto, me apuntó y tiró al piso. Los compañeros abrían las puertas de los autos para que entren los demás. Ahí vi el 147 que iba adelante. Y también el humo que empezó a salir de la luneta», recordó. Rosana bajó del auto corriendo con el temor que explotara. Pero volvió y corrió para «meterse debajo de un auto».
En esa corrida, vio a Fuentealba. Y a sus compañeros rompiendo la luneta del Fiat 147 para sacarlo. Pocos segundos después, Carlos estaba en el piso, convulsionado. «No pude llegar hasta él. Estaba tirado en la ruta, el camión nos tiraba agua. Para mi murió ahí», concluyó Rosana.
«Estaba asustado. había mucha conmoción»
Marcelo Fernández fue uno de los que ayudó a levantar el cuerpo de Fuentealba de la ruta. «Tenemos que hacer un maestro de vida», dice.
Neuquén > «Estamos saliendo de un duelo y de un fusilamiento de un maestro, pero tenemos que hacer un maestro de vida». Así inició su relato Marcelo Fernandez, uno de los docentes que ayudó a levantar de la ruta el cuerpo ensangrentado de Carlos Fuentealba.
«Algunos de nosotros tuvimos mucho temor. Yo estaba asustado, pero entre tanta conmoción atiné a ayudar», explicó. Pese a las dificultades, prefiere mirar para adelantar e intentar que la tragedia provoque un aprendizaje. «Debe ser una constante en nuestra vida tener como objetivo el juicio y castigo para los responsables del asesinato de Carlos. Porque sus ideales eran la búsqueda de una sociedad mejor», fundamentó.
«Si logramos eso, entonces estaremos cumpliendo parte de la lucha que llevaba adelante nuestro compañero», explicó con fuerza en su tono de voz Marcelo.
Sin embargo, la memoria siempre juega una mala pasada y las imágenes de aquella mañana aparecen una y otra vez. «El otro día me acordé que yo ayudé a subirlo a la camilla», dice. Marcelo iba unos tres autos atrás del 147. «Nos mataron a un compañero, nos mataron a un compañero», repetía a los gritos una maestra que quedó marcado a fuego en la memoria de Fernández. Marcelo es dirigente del gremio docente y recuerda que fue uno de los que conversaron con la Policía cuando llegaron a Arroyito. «Esta vez no vamos a hablar nada, se la vamos a hacer corta, acá no se pueden quedar», cuenta Fernández que le dijo la Policía. «A un año de la muerte de Carlos, cada uno de los docentes tenemos que tomar esto como bandera de lucha para enseñar a nuestros alumnos y mostrar que la realidad se puede transformar, si no es así esta muerte habrá sido en vano», concluyó.
[Fuente: Producción Georgina Gonzales, La Mañana, Neuquén, Arg, 04abr08]
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