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13feb15
La desnutrición crónica afecta a los indígenas de Salta
El Tribuno habló con madres que dan cuenta de la realidad que viven en el norte provincial.
Hilda Morales es mamá de dos chicos menores, una hija y un nieto en recuperación nutricional y con firmeza expresa que "aquí en estas comunidades los chicos desnutridos o con problemas de bajo peso son más de 100. No sé qué dirán en el hospital (Juan Domingo Perón de Tartagal que registra un total de 150 niños con problemas nutricionales en toda el área operativa XII) pero esa es la realidad. A lo mejor ellos no saben porque acá nunca viene un médico o quizás el agente sanitario no entrega las anotaciones que hace. Eso no sabemos pero los chicos desnutridos y flaquitos son un montón" afirma.
Hilda sabe lo que dice. "Tuve a mi hija y a su bebé que estaban desnutridos. Cuando el chiquito tenía un mes lo llevamos al hospital y la doctora nos retó y nos dijo que el bebé y mi hija estaban desnutridos y que tenían que internarlo. Ahora el chiquito está un poquito mejor pero nosotros lo trajimos a la casa. No es fácil ir al hospital, quedarse a cuidar a los chicos porque hay que pagar el remis (esa zona de la ciudad no tiene servicio de transporte interurbano y solo llegan vehículos particulares) y tener la comida para uno porque ahí no te dan nada. Además nos piden pañalines, agua mineral y nosotros no tenemos para comprar esas cosas" explica.
La joven abuela y mamá reclama porque "el problema que más nos aflige es que hay muchos chicos que son indocumentados. Para ir a Tartagal al Registro Civil hay que tener dinero para hacer fotocopias y pagar el viaje. Para todo se necesita plata y el problema es que aquí la gente no tiene trabajo; algunos son changarines y nada más pero con eso no alcanza para hacer gastos en trámites o viajar hasta el centro".
Lo que dice Hilda lo corrobora Isabel, una aborigen wichí de 20 años, mamá de 3 chiquitos. "Yo no tengo tarjeta social ni cobro nada porque mis hijos no tienen documentos. Yo tengo mi documento pero de cuando tenía 8 años" explica esta joven que muestra en su rostro los signos de una vida signada por la miseria con unas pocas piezas dentarias a pesar de su juventud y con una voz que apenas se escucha. Sus vecinas dicen que "está sin voz hace mucho, no sabemos por qué".
Ismael y Regino son dos hermanitos wichí de 13 y 10 años que viven con su abuela que tiene como único ingreso la asignación que cobran sus nietos. Los chicos tienen documentos, ambos van a la escuela de la comunidad Lapacho pero no se necesita ser un especialista para darse cuenta que a los hermanitos, por años les faltó comida.
Julia Mangueta es otra mamá de dos niños pequeños, una nena de 4 y el varón de 2 años; el más chiquito "estuvo desnutrido y por eso lo internaron dos veces, ahora está en recuperación" afirma la joven que reside en Lapacho II.
Pero como manifestara la directora del servicio de APS del hospital Perón, Silvana López, los problemas no se solucionan cuando los niños son dados de alta y vuelven a sus casas. "Allí no tienen cloacas, tienen letrinas sin tratamiento y a cielo abierto".
[Fuente: Por Cristina Carrazán, El Tribuno, Salta, 13feb15]
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