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03jun17


Aguas Blancas, bajo la sombra del desempleo


Apenas transcurridas 48 horas desde que se desató la más grave crisis político laboral en el departamento Orán, las economías de los dos pueblos separados de hecho por las aguas del río Bermejo se resintieron de manera elocuente, al punto que la frontera ayer era solo un fantasma.

Ni siquiera el puerto de chalanas estuvo concurrido. Nada de nada. Mientras los desocupados se manifestaban sobre la ruta, del otro lado de la frontera era un día feriado.

Los mayoristas de calzado e indumentaria directamente cerraron.

Nadie cruzó el Bermejo con un atado o bulto. Nadie llevó dinero a sus familias como lo hacía desde hace más de treinta años.

La protesta de los bagayeros contra la restricción impuesta por el Gobierno nacional al ingreso de la mercadería desde Bolivia sin pasar por el circuito legal cumplió dos días en un clima tenso.

Pero la palabra "nadie" quizá resumió la jornada. Nadie se hizo cargo de la situación. Nadie de peso asistió al lugar de los cortes a tratar de acercar una solución y así nadie estuvo en las playas de embarque, en los remises, en los puestos de venta de comida.

Cientos de bagayeros y sus familias se apostaron en la rotonda de ingreso a Orán y otros tantos sobre la ruta nacional 50 a la altura de Aguas Blancas.

Allí, al promediar la mañana, mujeres bagayeras se hicieron sentir porque esta profesión o trabajo no distingue en esas latitudes ni sexo ni edad.

Había unos 200 metros de automóviles detenidos esperando llegar a la frontera fluvial para descargar mercancías y productos nacionales hacia Bolivia.

Del otro lado ningún embarque hacia las playas desiertas de la ruta 50 y de San Ramón de la Nueva Orán.

Unas de las voceras dijo en vivo a El Tribuno:

"Nosotras trabajamos de la mercadería que se compra en Bolivia y se lleva hacia los centros de comercio. Somos todas mujeres, la mayoría jefas de hogar. Nos estamos quedando sin trabajo porque el que compra no llega a su destino, Córdoba, Buenos Aires, y eso impide que el comprador vuelva. Entonces este pueblo se queda sin trabajo".

La mujer, quien es compradora de Córdoba, explicó: "Aquí es larga la cadena, está el que compra, el que pasa la mercadería, el que vende la comida, el que cuida los taxis, los taxis y remises, los gomones, las chalanas, o sea mucha gente es la que se queda desempleada si el comprador no viene. Y en Bolivia también afecta porque ellos no venden".

"Sostenemos el hogar"

Junto a ella había otra señora, quien hace más de 20 años trabaja acarreando bultos. "Crié a mis hijos con este trabajo y ahora nos piden cortar, es la única fuente de ingresos que tenemos. Si no vienen los patrones a comprar, este nuevo municipio (de Aguas Blancas) se quedará sin trabajo, no va a haber para nadie, nada".

"Hay gente joven también, que estudia y trabaja; otras fuentes laborales no hay", sostuvo la mujer.

"La primera y única industria que hay en Aguas Blancas es el bagayeo. No tenemos idea cuánto somos pero somos muchos. Quizás un total de 15.000 personas que vivimos de esto entre Bolivia, Orán, Yrigoyen", remarcó.

Además, remarcó que la mitad de los bagayeros "somos mujeres; nosotras somos las que sostenemos el hogar".

A pocos metros de ella, en el piquete de Aguas Blancas, ramas y gomas se hacían cenizas bajo una llama de más de un metro de altura.

La mujer apuntó al Gobierno nacional. "Ellos quieren cortar este trabajo, pero antes de cortarlo queremos una fuente de trabajo digna".

Daniel Ledesma, un comprador que viaja desde Chaco hasta la frontera, afirmó: "Somos patrones, venimos a comprar acá, y vivimos de la frontera. Vendemos en la calle, algunos para negocios".

"Soy de Monte Quemado. Muchas veces en el camino nos quitan la mercadería y, a veces, nos dicen "bajá dos bolsas y seguí', pero eso no queda documentado en ningún lugar", denunció.

Ledesma reconoció que en esas ocasiones "sabés que te están robando, pero preferís soltar tres bolsas y seguir; es un robo a cara descubierta y vestido de uniforme. Esa es la vida de quienes dicen que nos enriquecemos con esto".

Ayer, todos los vinculados con esta actividad protestaron en la ruta 50, otro ayudaron a mantener la unión entre las principales cooperativas o grupos de bagayeros.

Del otro lado del río

Pero los más preocupados de la jornada fueron los comerciantes del vecino país.

Los locales vacíos, las chalanas sin partir, la comida sin comensales fueron la postal de Bermejo, cuyos comerciantes aseguraron a El Tribuno que va a haber un arreglo.

"Más tarde o más temprano se va a arreglar; no se puede condenar a dos poblaciones a desaparecer, siempre se arregló, ahora seguramente va a pasar lo mismo. Todos necesitamos de todos aquí, nosotros creemos que el reclamo es por el trabajo, no por la actividad en sí y en esa parte de Argentina no se ve mucha posibilidad de trabajo para la cantidad de personas que habitan allí", reflexionó un comerciante boliviano, mientras acomodaba la mercadería y se aprestaba a bajar las persianas.

"Nada -dijo-, hoy no vendimos nada".

[Fuente: El Tribuno, Salta, 03jun17]

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