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23ago07
La Justicia argentina dejó libre a un espía de la policía secreta de Pinochet
El ex agente de inteligencia chileno Enrique Lautaro Arancibia Clavel recuperó la libertad después de haber pasado casi doce años en prisión en la Argentina por crímenes de lesa humanidad. La medida, que se conoció ayer, se basó en el cómputo que un tribunal hizo sobre el tiempo que permaneció en prisión sin que le dictaran ninguna sentencia.
De esta manera, Arancibia Clavel se vio favorecido por una cláusula que prevén muchos tratados internacionales de derechos humanos. Se la conoce como "dos por uno" y establece que, cumplidos los dos primeros años de prisión preventiva, cada día que una persona sin condena firme -técnicamente considerada inocente- transcurre detenida, se le debe contar doble.
Esto ocurrió en el segundo de los casos por los que Arancibia Clavel fue juzgado en la Argentina: el secuestro y las torturas contra sus compatriotas Laura Elgueta Díaz y Sonia Magdalena Díaz Ureta, de 18 y 21 años. En octubre de 2004, el Tribunal Oral Federal 5 de la Capital le impuso una pena de 12 años. Arancibia estaba preso desde 1996; a partir de 1998, sus días detenidos se empezaron a contar por dos.
Sin embargo, en noviembre de 2000 fue condenado a reclusión perpetua por el Tribunal Oral Federal 6 por el asesinato del general chileno Carlos Prats González y de su esposa, Sofía Cuthbert, también en Buenos Aires. El doble crimen se produjo en 1974 y el doble secuestro, en 1977; ambos hechos, en el marco del Plan Cóndor, la sistematización de la represión ilegal por parte de las dictaduras del Cono Sur.
Aunque se conoció recién ayer, la liberación de Arancibia se produjo hace un mes, según informó su defensor, Eduardo Gerome. La decisión judicial no implica que las dos condenas queden sin efecto, sino que serán desde ahora de ejecución condicional. El ex agente de inteligencia de la dictadura pinochetista deberá presentarse periódicamente en Tribunales, no podrá salir del país sin autorización judicial ni podrá cometer nuevos delitos; sólo si incumple alguna de estas reglas volverá a prisión.
Desde Chile, Pamela Pereira, abogada de la familia de Prats, se mostró sorprendida. "De acuerdo con nuestros antecedentes no corresponde que un beneficio como éste sea otorgado", dijo.
El abogado Alejandro Carrió, que en el primero de los juicios representó al Estado chileno como querellante, afirmó que estudiará cómo apelar esta decisión. También marcó una paradoja: en los hechos, Arancibia Clavel vio mejorada su situación procesal por haber cometido un segundo delito, que es el que le valió la prisión preventiva sin sentencia y el consiguiente cómputo del dos por uno. Si sólo lo hubieran condenado a reclusión perpetua, todavía estaría preso.
Un emblema de los años más oscuros de Chile
En la madrugada del último día de setiembre de 1974, la calle Malabia en Palermo extrañamente estaba sin luces cuando el automóvil Fiat 125 se detuvo frente a la cochera del número 3351. El general Carlos Prats descendió. Su esposa, Sofía Cuthbert, lo miró abrir las pesadas puertas metálicas y observó su rostro al regresar hacia ella. Miró su reloj: marcaba la 0.40. En ese minuto la bomba colocada bajo el asiento del conductor estalló. Los restos de ambos quedaron diseminados a varios metros a la redonda.
Ese asesinato fue desmenuzado en el juicio que, 16 años más tarde, se llevó a cabo en Buenos Aires y que concluyó con la condena a prisión perpetua de Enrique Arancibia Clavel.
A Arancibia lo llamaban "El dinamitero". El apodo le viene de lejos, de cuando se empeñaba en poner bombas en Chile después de la asunción del presidente Salvador Allende como miembro de grupos ligados a la ultraderecha chilena.
Ex cadete de la Escuela Militar como dictaba la tradición familiar, dejó la carrera para estudiar Ingeniería. Pero nunca ejerció, dicen sus cercanos, debido a la contingencia política. Tras la llegada de Allende al poder su vida se transformó y comenzó a participar en un movimiento derechista trasandino.
A la Argentina había llegado prófugo de la Justicia militar, justamente por un proceso pendiente en su contra bajo el cargo de haber colocado explosivos tras la elección del presidente de la Unión Popular.
En Buenos Aires, y después del golpe de Augusto Pinochet, comenzó a trabajar para la policía secreta pinochetista mientras era el representante del Banco del Estado. En su calidad de agente, según ha establecido el proceso, utilizaba el alias de Luis Felipe Alemparte.
En el crimen de Prats, ocurrido el 30 de setiembre de 1974, fue encontrado culpable como partícipe necesario, con la misma pena que la del autor material, la perpetua.
En 1978, en pleno conflicto por el Beagle, fue acusado de espionaje junto a otras cinco personas, pero tras la mediación del Papa fue sobreseído en los 80. De allí en más, la vida de Arancibia se normalizó. No sólo obtuvo la nacionalidad sino que llegó a tener cuenta corriente, un departamento y armó una empresa de arreglos de oficinas en Buenos Aires.
La tranquilidad perduró hasta el 22 de enero de 1996, cuando la Justicia le ordenó el arresto.
[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 23ago07]
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